Un diamante despierta un mundo de sugerencias que nos puede llevar, dependiendo de nuestra edad, a un cabaré de París donde Marilyn Monroe declara al mundo que son «el mejor amigo para una chica» ( Los caballeros las prefieren rubias , Howard Hawks, 1953); hasta la Quinta avenida de Nueva York, frente a Tiffany's, a través de la imagen somnolienta de Audrie Hepburn (Desayuno con Diamantes, 1961, Blake Edwards); a las Minas de Sierra Leona (Diamantes de Sangre, Edward Zwick, 2006) o al barrio de los diamantes de Amberes (Diamantes Turbios... Читать дальше...