Pogacar estrena el maillot arco iris con otro recital
Seis días después de enfundarse el maillot más hermoso del ciclismo, el arco iris que acredita al campeón del mundo, Tadej Pogacar estrena la prenda con otra exhibición. El esloveno convierte la gesta en ejercicio diario, la victoria en trámite rutinario, no hay carrera que no pueda ganar, no se ve tal superioridad desde hace treinta o cuarenta años en el ciclismo. En sábado de profusa lluvia y niebla en las colinas que surcan Bolonia, conquista el Giro de Emilia, prueba que se le había resistido los dos últimos años y que arrimó a su colección en una temporada excelsa: son 24 victorias en 56 días de competición. Una barbaridad total. La nómina de participantes en la Emilia Romaña invita a imaginar una pugna, lucha al menos aunque solo haya un favorito. Está Remco Evenepoel, doble campeón olímpico de ruta y contrarreloj, Primoz Roglic, cuatro Vueltas a España, Tom Pidcock, el héroe del Alpe d'Huez, Enric Mas, el mejor escalador español, o Matteo Jorgenson, el talento norteamericano. Las condiciones de la jornada, agua a destajo, carreteras complicadas en los descensos, niebla en la cima del Santuario de San Luca, no amilanan a Pogacar. Solo es cuestión de ver y esperar dónde lanza su ataque, si a larga distancia como en el Mundial de Zúrich (100 kilómetros) o en la última subida al circuito de San Luca, una empinada cota de 2,1 kilómetros al 10 por ciento (diez metros de desnivel por cada cien de longitud). Pogacar, que se paseó en el Giro, compitió con Vingegaard en el Tour y abrumó en el Mundial de ruta, descorcha las esencias en la primera de las cuatro subidas al santuario boloñés. Se pone en pie, acelera y no hay humano en el pelotón que pueda asimir su tranco poderoso. Es el inicio de la sinfonía porque el voluntarioso alemán Lipowitz, el mismo que trató de seguirle en el campeonato del mundo, se quedó a medio gas entre sus aspiraciones y el vuelo majestuoso del esloveno. No hay obstáculos para Pogacar, cuya pegada no tiene comparación con los últimos monstruos del ciclismo, en realidad no tienen parangón con casi nadie, tal es su hegemonía en este curso inmaculado para él. Pogacar quedó segundo en las dos últimas ediciones y es el momento de redimirse. Al paso por la segunda ronda en el santuario, ya junta 48 segundos. Y nadie se molesta en discutir su triunfo, tan claro parece. Remco dimite , no está para las migajas, tampoco asoma Roglic y a Enric Mas no se le ve. La distancia aumenta (1:25 en el tercer paso) porque Pogacar está en otra liga en estas alturas del curso. Y el asunto se cierra en la meta, cinco horas después de la salida, con casi dos minutos sobre Pidcock, que se movió para ser segundo. Pogacar sigue esta semana de tourné: el martes compite en los Tres Valles Varesinos y el sábado, en el Giro de Lombardía, el último monumento de la temporada.