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Сентябрь
2024

Alcaraz, líder y héroe, entrega la Laver Cup a Europa

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La situación exigía un líder, alguien capaz de levantar el ánimo. Y ahí estaba Carlos Alcaraz, alzando la mano ante Bjorn Borg a la hora de elegir a sus guerreros para la jornada final de la Laver Cup. Con Europa en situación crítica, cuatro puntos por detrás en el marcador global ante el combinado del Resto del Mundo, el murciano asumió el mando de las operaciones, encargado por su capitán de dirigir la remontada. Al único en ganar para el Viejo Continente en la aciaga jornada el sábado le tocó saltar el primero a la pista en el cierre de ayer. Lo hizo junto a Casper Ruud en un partido de dobles ante los estadounidenses Frances Tiafoe y Ben Shelton en el que Europa puso la primera pica para darle la vuelta al marcador. Luego, tras la derrota de Medvedev ante Shelton (6-7(8), 7-5 y 10-7), y la victoria de Zverev frente a Tiafoe (Zverev 6-7(5), 7-5 y 10-5), le tocó a él jugar el partido decisivo ante Taylor Fritz. Y ante esa presión, desplegó una versión aún más mejorada que anuló por completo al número siete del mundo. Alcaraz, que no ha parado de crecer desde su estreno en el torneo, fue el héroe de una remontada que acabó con triunfo para Europa por 13-11. Es la quinta Laver para el Viejo Continente, que recupera el trofeo tras dejarse por el camino las dos últimas ediciones.   John McEnroe, capitán del equipo del Resto del Mundo, convirtió esta última jornada en un Europa-Estados Unidos. No había ni rastro en el programa final de los sudamericanos Cerúndolo y Tabilo. Tampoco del australiano Kokkinakis. Quedaron relegados a animar a sus compañeros desde el ostentoso sofá rojo que hacía las veces de banquillo. En su intento por volver a derrotar a Europa (el equipo del Resto del Mundo había ganado las dos últimas ediciones tras perder las cuatro primeras), McEnroe entregó todo el poder a sus tres compatriotas en el combinado. Ahí estaban, Tiafoe y Shelton. Quizá sea mucho decir que lo suyo ha sido un descubrimiento, tratándose de los números 16 y 17 del ranking. Pero pocas veces se les había visto a un nivel tan excelso. En su salsa sobre la pista negra del Uber Arena de Berlín, felices en el banquillo, animando a sus compañeros, y mucho más con la raqueta en la mano. Terminaron el fin de semana con un balance fabuloso pese a que a primera hora se toparon con esa mejor versión de Alcaraz. En Alemania, el de El Palmar se quejó del calendario excesivo, de la cantidad de partidos que tiene que jugar cada año. Pero admitió que le vuelve la alegría a la cara cuando se enfrenta a desafíos como esta Laver Cup. O como la Davis. Torneos en los que tiene con quién compartir alegrías y tristezas más allá del equipo habitual que le acompaña en cada viaje. Para él suponen una descompresión mental muy necesaria en medio del alboroto del circuito. Insistió en jugar el dobles con Ruud, pese a que el experimento de la primera jornada junto a Zverev no salió bien. También sabía Borg que no encontraría en su equipo a otro como él tan capaz de plantar cara en el resto a los saques atómicos de Tiafoe y Shelton. No se equivocó. Para Shelton era el tercer enfrentamiento con Alcaraz en solo tres días. El viernes lo ganó junto con Taylor Fritz en el dobles, pero el sábado salió escaldado en el individual ante el español. El de Atlanta empezó dubitativo con su mejor arma y eso le costó a los estadounidenses una rotura crucial para decidir la suerte del primer set, en el que Europa fue un ciclón, con 15 puntos ganadores de Alcaraz y Ruud frente a los 4 de sus rivales. Los estadounidenses mejoraron porque a peor no podían ir, y con su esfuerzo lograron llevar la segunda manga al tie-break. Allí volvió a emerger la figura del ganador de cuatro Grand Slams, gigante en la red para volear y valiente con su saque para cerrar el partido a la segunda oportunidad. Con 21 años, Alcaraz ya sabe lo que es liderar al equipo europeo de la Laver, un grupo en el que estaban jugadores mucho más experimentados, como Grigor Dimitrov o Daniil Medvedev, y otros que, además de superarlo ahora por ranking, jugaban en casa en Berlín, como Alexander Zverev. Ninguno ofreció el nivel ni la jerarquía que sí derrochó el español.