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Август
2024

El cambio de técnica que permitió a María Pérez ganar la plata en París

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María Pérez estuvo sin marchar un solo día durante los tres meses que separaron su peor temporada deportiva de la mejor, que terminó como la vigente bicampeona del mundo en 20 y 35 kilómetros marcha que es a día de hoy. Tres descalificaciones consecutivas por una técnica irregular en 2022 entre la del Gran Premio de marcha de la Federación Internacional en Podebrady (Hungría) en abril, la del Mundial de Eugene (Estados Unidos) en julio y la del Europeo de Múnich (Alemania) en agosto llevaron a una atleta que ya había rozado un podio olímpico en Tokio (Japón) en 2021 a plantearse incluso la retirada. Sin embargo, los consejos de aquellos profesionales que conforman su equipo de trabajo alumbraron, bajo la supervisión de su entrenador, Jacinto Garzón, una serie de cambios en su técnica que la devolvieron a lo más alto como la mejor marchadora del mundo el pasado verano. Y este jueves, 1 de agosto, a lograr la plata olímpica en París . Antes incluso de volver a marchar, María Pérez pasó buena parte del otoño de 2022 en Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat del Vallès, en Barcelona, junto a los exmarchadores olímpicos Josep Marín y Beatriz Pascual. Entre ambos le fueron mostrando claves que no había sabido ver hasta entonces. «Fue un punto de inflexión», reconoce meses después. «Marín fue clave para sentar las bases porque conectó con María y María aprecia mucho sus palabras y su sabiduría, así como los consejos de Bea», admite Garzón. Durante este periodo, atleta y entrenador también se dedicaron a escuchar a jueces españoles de referencia internacional que les permitieron entender los cambios en el reglamento que venían costando las descalificaciones para adaptarse, un feedback «muy valioso». De vuelta a Granada, María Pérez empezó a aplicar sus consignas hasta que un día ya en diciembre la vio en la pista Paco Mula , miembro del departamento de Educación Física y Deportiva en la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte de la Universidad de Granada y entrenador de atletismo especialista en las pruebas de velocidad, vallas y combinadas, pero no de marcha. «Vi a María frustrada y, tras observarla, le dije que, si ella daba 203 o 204 pasos por minuto, y así era, si conseguía cambiar la postura y ganarle una centésima a cada apoyo podría aumentar esa frecuencia hasta 207 o 208 y que así, y con el visto bueno de los jueces, sería campeona del mundo», señala Paco Mula, aún con emoción. «Jacinto se quedó alucinado. Parecía sencillo, pero no lo era, porque había que analizarlo, rediseñar su técnica y proponer ejercicios funcionales que permitieran incorporar la modificación sin darle necesariamente indicaciones concretas ni que las pensara. Le planteé el reto y, meses después, batió el récord del mundo en 35 kilómetros y se proclamó bicampeona también en 20 en el Mundial», se congratula, sin darse más mérito que el de «abrir las ventanas para que entrase aire fresco». A María Pérez no le resultó fácil implementar estos cambios tras once años marchando de una determinada manera que ya no valía a los jueces. «Al principio me veía más robusta y me costaba. Yo era una marchadora que echaba el tronco muy atrás y tenía que echarlo más hacia delante. Eso, a veces, genera más tensión en las lumbares y por eso utilizo plantillas, porque además tengo menos longitud de paso al ser más pequeña pero he mejorado el impulso y la acción de la cadera para sacarle más utilidad con mi musculatura. También solía llevar el braceo muy abierto hacia atrás, y en vez de cerrar los codos en torno a los 90 grados, como ya lo hemos acortado, podía llevarlos a 100 o 110. Todo costó su trabajo», refleja la marchadora, acostumbrada desde siempre a machacar la técnica al tener de dos a cuatro sesiones semanales incluso especialmente dedicadas a este aspecto por su entrenador. «Paco Mula nos entendió como nadie pese a venir de otra disciplina por los altos niveles de cadencia que hay en la marcha. Desde el primer día que nos grabó nos aterrizó una información muy valiosa y ya no hemos dejado de escucharle por nuestra sinergia y su manera de analizar, tomar datos y aplicar decisiones», agradece Jacinto Garzón . «Lo que buscamos a nivel técnico fue, en primer lugar, mejorar la longitud de paso en la cadena posterior para marchar menos adelante y luego aumentar los tiempos de contacto con el suelo en base a la posición del tronco para de alguna forma tenerlo más reagrupado, desde el braceo, para absorber los impactos de las velocidades que es capaz de alcanzar María Pérez gracias a una mecánica un poco más eficiente sin tantos movimientos compensatorios, como en la oscilación de los brazos, por una apertura que la obligaba a reajustarse en cada paso», desgrana. «Hay que pensar que la marcha es una sucesión de pasos y que genera constantemente aceleraciones y desaceleraciones, e intentamos que esas frenadas con las que se bloquea la rodilla para cumplir con el reglamento se produzcan lo más suaves posibles. Eso ha hecho que alcance velocidades mucho más altas que antes incluso», subraya el entrenador. Los éxitos de María Pérez se explican también a partir de unas condiciones naturales privilegiadas. Jesús Rodríguez Huertas , catedrático de Fisiología en la Universidad de Granada y responsable también de la nutrición de la marchadora, ya quedó impresionado por ella hace ahora doce años. «Apenas estaba empezando en esto pero la primera valoración que le hice tuvo resultados tan apabullantes que vaticiné plenamente convencido que sería campeona del mundo», remarca. «Genéticamente, tiene una capacidad de trabajo aeróbico impresionante para lidiar con la acidez y los valores de lactato. Aparte, tiene una fibra muscular un tanto peculiar: en ningún otro atleta he observado tantos transportadores claves para conseguir un alto rendimiento a una velocidad muy elevada durante mucho tiempo como en ella. Estaba claro que tenía que ser campeona del mundo, es referente como caso completamente atípico», reseña. Como científico, Jesús Rodríguez Huertas disfruta siendo parte del equipo de María Pérez. «Desde que descubrimos sus singularidades venimos haciendo una seria de entrenamientos específicos en laboratorio que son novedosos y radicales, y que denominamos moleculares. Le tomamos muchas muestras de sudor y sangre en distintas condiciones y sus analíticas nos permiten retroalimentarnos y diseñar sesiones de trabajo cada vez más individualizadas y modernas. Localizamos lugares con alta humedad para jugar con intensidad y volúmenes sin generar fatiga crónica y los recreamos en el laboratorio luego», explica, con la fortuna de contar en la Universidad de Granada con uno de los pocos centros que trabaja «con mitocondrias en esfuerzos máximos». «María tiene una capacidad de sufrimiento que no tienen los demás, y una inteligencia que le hace tolerar y asimilar todos los entrenamientos. Con ella no hay límites; aún puede rendir y sorprendernos más todavía», resalta. María Pérez mide 158 centímetros y pesa 45 kilos, pero su entrenador, Jacinto Garzón , no da tanta importancia a estos valores «que ni benefician ni perjudican porque cada atleta se adapta a sus condiciones» como a su «fortaleza mental». «Lo bonito de la marcha es que hay diferentes morfotipos, aunque lo más frecuente sí suele ser un tipo de composición ecto-mesomorfo: los más altos marchan con mayor amplitud y una cadencia más baja y los más bajitos suelen tener mayor cadencia y menor amplitud debido a la longitud de sus palancas», indica. «En el caso de María, lo que realmente la hace única es su capacidad agonística en carrera, y diría también que su capacidad de aprendizaje y para que quienes la rodeen la quieran tanto y deseen ayudarla siempre», sostiene Garzón. Ella, que aplica a rajatabla el mantra de que el atleta debe intentar mejorarse día a día, escucha y ejecuta: «No soy perfecta y todavía tengo que seguir mejorando, es un reto personal. En el deporte soy como un soldado, me gusta que me ordenen y dirijan. Ojalá la María de 2024 sea aún mejor que la del Mundial de Budapest». Marchadoras como María Pérez utilizan de un tiempo a esta parte unas zapatillas que en el mundillo del atletismo son conocidas como 'voladoras'. «Son como las que usan los mediofondistas o los maratonianos y pesan muy poco. Estas, en concreto, 171 gramos», muestra la granadina con las suyas en las manos. En concreto, las Metaspeed Sky+ de la marca Asics que la patrocina. La clave para que estas resistan distancias tan largas como las de 20 y 35 kilómetros reside en la placa de carbono con las que van equipadas. Para evitar los efectos del desgaste, suele estrenar modelo en las pruebas de 35. «Cuanto más se utilizan, más se deforman y pierden funcionalidad. Y a más kilómetros, más se acusa», expresa. La zapatilla cuenta con una amortiguación máxima con una mediasualida maximalista hecha de espuma que permite conservar más energía en carrera. A modo de anécdota, María Pérez reseña que suele llevar un par de modelos como mínimo para cada competición. «A veces te quitan un par para verificar que no haya 'doping' tecnológico y te las diseccionan antes de devolvértelas ya para el recuerdo», comparte, divertida