El mundo irreal de Southgate
Inglaterra jugará el miércoles en Dortmund (21.00 horas) la segunda semifinal de la Eurocopa. Tendrá como rival a Países Bajos, el penúltimo escollo para levantar un título que jamás han ganado. Será el contrincante más complicado para los británicos, que hasta la fecha han jugado frente a Serbia, Dinamarca, Eslovenia, Eslovaquia y Suiza , y solo han sido capaces de ganar a los balcánicos en noventa minutos. Cinco rivales de clase media-baja y una sola victoria en el tiempo reglamentario. A Eslovaquia la eliminó en la prórroga y a Suiza en los penaltis. Suficiente para Southgate y sus 'Mundos de Yupi'. «Teníamos que hacerlo bien sin balón y defender con mucho rigor. No se trata solo de jugar bien, que lo hemos hecho. A veces, como le pasó a España contra Alemania, hay que encontrar otra manera de ganar», explicó el seleccionador británico tras la clasificación para semifinales. Lo hizo en una comparecencia en la que los periodistas de su país le consultaron, ya que él mismo hizo la comparación, si le parecía el mismo deporte el que practicaban Inglaterra y España. La cuestión no perturbó ni media centésima de segundo a Gareth , convencido de que todo lo que pasa alrededor de Inglaterra no se asemeja a la realidad: «Acepté este trabajo para mejorar el fútbol inglés y recuperar nuestro crédito a nivel mundial, y la realidad es que estamos en otra semifinal. A ver hasta dónde podemos llegar». El listón lo tiene tan hundido Southgate que consideró el partido contra Suiza como el mejor de su equipo en lo que va de Eurocopa. En su opinión, un ejercicio de carácter y resiliencia digno de elogio y reconocimiento, en el que su equipo siempre tuvo la idea de ser propositivo con el balón y practicar un buen fútbol, algo que a veces no se puede ejecutar por las virtudes del rival. Un análisis que choca de bruces con las críticas de su país y las opiniones de los exjugadores que están analizando esta Eurocopa en distintos medios. En Inglaterra se preguntan por qué es tan inmovilista y no se atreve a modificar un once que no mezcla. Le acusan de plegarse a Kane, cuyo rendimiento es nefasto, de ser tácticamente un inepto, de no darle más minutos a Palmer, de empeorar el rendimiento de todas sus estrellas comparado al que dan en sus respectivos clubes, de no tener una idea concreta de juego, de sacar a jugadores de su posición y de falta de personalidad y liderazgo. De todo eso acusan a Southgate y, seguramente, casi todo sea verdad. Pero Gareth ni pestañea. Acaba de superar los 100 partidos como seleccionador y saca pecho de sus resultados desde 2016: «Nuestro equipo ha estado bajo una enorme presión desde el principio y la realidad es que estamos en nuestra tercera semifinal (se refiere a los dos Mundiales y dos Eurocopas que ha dirigido)». Números que ayudan a Gareth a sostener su relato. En ocho años en el banquillo inglés, Southgate presume de 60 victorias, 25 empates y 16 derrotas, además de acabar cuarta en el Mundial de 2018 y caer en cuarto en el de Qatar, y ser subcampeona de Europa en 2020 y estar en una nueva semifinal continental. Todo eso, además, bajo el manto del buen juego. Da igual la brillante generación que ha tenido, y tiene en sus manos, y si la sequía de Inglaterra va ya por 58 años. Es el mundo irreal de Southgate.