La democracia progresa
Entramos en la segunda semana de julio y el verano no termina de arrancar. En los telediarios se intuye una incómoda calma chicha. Hay ganas de que algún termómetro llegue a los 40º para mostrar los mapas del infierno en la tierra, con todo el territorio en rojo o negro, quemado o carbonizado. O sea, lo mismo que cuando hay 28º, pero con más exclamaciones. Que no se alteren. Aunque se haga de rogar tendremos otro de esos veranos extremos que no se han visto nunca, como de costumbre. El verano y sus cronistas son previsibles, pero desde el Cantábrico nos llega un soplo de ...