ru24.pro
Eldiario.es
Октябрь
2025
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31

Este es el único edificio en todo el mundo que tiene un trozo de Luna integrado en su estructura... y un Darth Vader tallado

0

Homenaje a la inmensidad del universo - En la Catedral Nacional de Washington, un pequeño trozo de la superficie lunar se integró en una composición de vidrio y color que une fe, arte y conquista espacial en un mismo conjunto arquitectónico

Las rocas del Apolo 17 esconden un secreto que cambia lo que sabíamos sobre la Luna

Los fragmentos de la Luna forman parte del patrimonio científico de la humanidad desde que las misiones Apolo los trasladaron a la Tierra en 1969. Aquellas expediciones estadounidenses recogieron cientos de muestras que se repartieron entre laboratorios, instituciones y espacios de interés.

Los astronautas de la misión Apolo 11, Neil Armstrong, Edwin Buzz Aldrin y Michael Collins, fueron los primeros en traer materiales del Mar de la Tranquilidad, donde extrajeron más de 21 kilos de polvo y roca. Parte de ese material se destinó a proyectos con fines educativos y culturales. De esa iniciativa surgió la idea de integrar un fragmento lunar en un edificio religioso con relevancia internacional.

Tres astronautas sellaron un encuentro entre ciencia y fe

El Ventanal del Espacio de la Catedral Nacional de Washington contiene en su estructura un pequeño trozo de la superficie lunar. La pieza, visible en el centro de un círculo rojo dentro del conjunto de vidrieras del lado sur de la nave, fue colocada como núcleo del diseño.

Los tres astronautas del Apolo 11 la entregaron el 21 de julio de 1974, cinco años después del primer alunizaje, durante una ceremonia presidida por el deán Francis Bowes Sayre Jr. y Thomas O. Paine, antiguo administrador de la NASA. Esa entrega convirtió al templo en el único edificio civil del mundo que alberga de forma permanente una roca lunar dentro de su estructura arquitectónica.

El artista Rodney Winfield creó el Ventanal del Espacio tomando como referencia imágenes captadas por la NASA. La composición se caracteriza por círculos superpuestos, tonos oscuros y un trazado blanco que sugiere la trayectoria de la nave Apolo 11. En la base figura una cita del Libro de Job, capítulo 22, versículo 12: “¿No está Dios en lo alto del cielo?”.

Paine impulsó el proyecto en honor a los científicos y técnicos que habían contribuido a la misión. Sayre, en cambio, defendía la coherencia con otras vidrieras dedicadas a quienes habían servido al progreso humano mediante su obra.

La luz y la técnica dieron profundidad a un homenaje histórico

El proceso de diseño se extendió entre 1970 y 1971 y pasó por más de diez versiones. Winfield presentó varias propuestas con astronautas y naves espaciales, aunque finalmente optó por una representación sin figuras humanas para reflejar la inmensidad del universo. Su decisión se aprobó junto con la disposición del conjunto a lo largo de tres paneles verticales. En el verano de 1973, el artista transportó personalmente las piezas desde Misuri hasta la capital estadounidense.

El fragmento lunar, perteneciente a la muestra número 10057, se incorporó tres años después, cuando la nave central ya estaba terminada. La roca, una lasca de piroxferroita de 3.600 millones de años, está protegida dentro de una cápsula de nitrógeno inerte, sellada entre vidrio templado y acero. Procede del lote extraído por Armstrong y Aldrin en el Mar de la Tranquilidad y representa un testimonio material de aquel viaje histórico.

Chris Winfield, hijo del artista, participó de niño en el proceso de pulido de las placas. Recordó cómo su padre aplicaba la técnica del doble vidriado, en la que una capa transparente se superpone sobre otra esmerilada para generar un halo de luz alrededor de cada punto estelar. Tres cuartas partes de la superficie de la vidriera fueron elaboradas con ese método, que intensificó la luminosidad y la profundidad cromática del conjunto.

Una figura galáctica se coló entre los muros góticos

El edificio guarda otra figura singular: el grutesco de Darth Vader, esculpido en piedra caliza por Jay Hall Carpenter con la colaboración del escultor Patrick J. Plunkett. Forma parte del sistema de drenaje de aguas pluviales de la catedral, donde cada grutesco desvía el agua desde la parte superior de la cabeza. La cabeza de Vader se encuentra en la torre noroeste, a tal altura que solo puede observarse con prismáticos.

Su origen se remonta a un concurso de la revista infantil National Geographic World en la década de 1980, en el que el joven Christopher Rader obtuvo el tercer puesto con su dibujo del personaje. La propuesta se convirtió en una escultura que hoy complementa, desde una dimensión popular, la solemnidad del edificio.

La coexistencia del Ventanal del Espacio y del grutesco de Darth Vader refleja el modo en que la Catedral Nacional de Washington combina la conmemoración científica con referencias culturales. De esta manera, una roca lunar incrustada en el vidrio y una figura basada en una saga cinematográfica conviven en el mismo edificio, una coincidencia que muestra cómo la fe, la curiosidad científica y la cultura popular pueden ocupar el mismo espacio sin imponerse una a otra.