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¿Por qué la calabaza es el símbolo del otoño en los países anglosajones?

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La calabaza es mucho más que un ingrediente de temporada: es el rostro del otoño

Samaín: la tradición gallega de tallar calabazas en Difuntos, vampirizada por Halloween

Si hay una imagen que define el otoño en el mundo anglosajón —más allá de las hojas secas o los bosques dorados—, esa es la de una calabaza anaranjada brillando en el porche de una casa. Puede estar tallada con una sonrisa diabólica o convertida en pastel, pero su presencia es indiscutible. La calabaza se ha convertido en el símbolo por excelencia del otoño y, especialmente, de Halloween, una relación que hunde sus raíces mucho más atrás de lo que parece.

De los celtas a Hollywood: el origen de la calabaza como símbolo

Todo empieza hace unos 2.000 años, cuando los pueblos celtas celebraban el Samhain, una festividad pagana que marcaba el final de la cosecha y el inicio del invierno. En esa noche —que hoy conocemos como Halloween—, se creía que el mundo de los vivos y el de los muertos se tocaban. Para protegerse de los espíritus, encendían hogueras y colocaban luces dentro de nabos vaciados con caras talladas.

Cuando los colonos irlandeses y escoceses emigraron a América en el siglo XIX, llevaron consigo esta tradición. Allí descubrieron que la calabaza, originaria del continente americano, era más abundante, fácil de vaciar y de tallar. Así, el humilde nabo fue reemplazado por la calabaza, y nacieron las Jack-o’-lanterns, las famosas calabazas iluminadas que hoy decoran millones de hogares cada octubre.

Halloween, cultura pop y conquista mundial

La expansión del cine y la televisión estadounidense hizo el resto. A partir de los años 50 y 60, la calabaza se convirtió en la imagen icónica del Halloween moderno, asociada al terror, al misterio y al ambiente otoñal. Películas, series y campañas publicitarias la multiplicaron hasta convertirla en una especie de emblema emocional del otoño.

Pero su reinado no se limita al miedo. En Estados Unidos y Reino Unido, la calabaza es también símbolo de cosecha y abundancia. Durante el Thanksgiving (Acción de Gracias), por ejemplo, el tradicional pumpkin pie —pastel de calabaza con canela, jengibre y clavo— es tan obligatorio como el pavo. La calabaza, en cierto modo, representa la unión entre la tierra, el hogar y la comida reconfortante.

Más allá de la decoración: un ingrediente versátil y saludable

Aunque la imagen de la calabaza tallada domina en octubre, su presencia en la cocina es igual de poderosa. Con pocas calorías y gran cantidad de antioxidantes, fibra y vitamina A, la calabaza es una joya nutricional que se adapta a casi cualquier plato.

Desde la famosísima bebida de temporada —el pumpkin spice latte, el café con especias de calabaza que cada año arrasa en cafeterías— hasta sopas, cremas, panes y postres, este fruto ha inspirado una gastronomía otoñal propia. Su sabor dulce y su textura cremosa encajan tanto en recetas saladas como en dulces, lo que la convierte en el comodín perfecto del otoño.

La calabaza como emblema del otoño

Cada 26 de octubre se celebra el Día Mundial de la Calabaza, una fecha que reivindica su importancia cultural y gastronómica. Pero en realidad, su protagonismo empieza mucho antes, en cuanto llega el frío y las calles se llenan de ese naranja brillante que anuncia el cambio de estación.

La calabaza simboliza la transición entre la luz del verano y la oscuridad del invierno, entre la vida y el descanso de la tierra. Por eso, más que un simple adorno de Halloween, es un recordatorio de los ciclos naturales y de cómo la tradición puede transformarse sin perder su esencia.