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'Los apuntes': un diario de la Revolución de los Claveles a través de la lucidez visionaria de José Saramago

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La editorial Atrapasueños publica por primera vez en castellano la recopilación de artículos de opinión y editoriales publicados por el futuro Nobel de Literatura entre 1972 y 1975

Carta abierta a Salvador Allende

Antes de ser José Saramago el escritor, José de Sousa fue José Saramago, director adjunto del centenario e influyente Diario de Noticias, y desde esa privilegiada atalaya diseccionó, se entusiasmó y desesperó con la más excitante experiencia revolucionaria europea de los años 70, la Revolución de los Claveles que puso fin a la larga dictadura militar en Portugal. Durante los escasos siete meses que mediaron entre la emisión radiofónica concertada de Grandola, Vila Morena y el triunfo de las tesis contrarrevolucionarias de noviembre, los editoriales de aquel periódico, muchos de ellos firmados por Saramago, se convirtieron en una suerte de diario oficioso de la revolución. “No es exagerado, por tanto, decir que estos textos fueron producto de una determinación colectiva”, confirma el propio autor en el prefacio a la primera edición portuguesa de Os apuntamentos.

Ahora, estos textos se publican en castellano en Los apuntes, un diario de la Revolución de los Claveles 1972-1975 (Editorial Atrapasueños), que recopila en un solo tomo lo que el Nobel de Literatura escribió para Diario de Lisboa en 1972 y 1973, en los estertores de la dictadura, y los editoriales ya en plena revolución para Diario de Noticias entre el 14 de abril y el 25 de noviembre de 1975, cuando es despedido de manera fulminante. Esta colección de artículos de opinión se suma a sus dos volúmenes de crónicas ya publicados en español: De este mundo u otro y Las maletas del viajero.

Saramago nunca fue periodista, ni quiso serlo. Nunca sintió la necesidad de dar una noticia, y para él aquello era un trabajo, como el de mecánico en el que empezó, o el de traductor de textos franceses. Sin embargo, en estos textos periodísticos sí se aprecia la técnica que trasladó luego a su literatura: metáforas, ironías y alegorías trufan textos de inspiración humanista. “Esa visión omnímoda que se le atribuye es, de alguna forma, la visión del periodista que tiene que confirmar las cosas oyendo las distintas versiones. Si opina el cura también debe hacerlo el campesino”, observa Pilar del Río, periodista, traductora, viuda de Saramago y presidenta de la Fundación que difunde su legado.

Su entusiasmo inicial fue dejando paso a un retrato premonitorio de lo que iba a ocurrir. Consciente de estar asistiendo demasiado pronto al cierre en falso de una fugaz oportunidad, el 7 de agosto de 1975 escribió una sentida carta abierta a Salvador Allende, ya “muerto, y sordo, y mudo, y ciego”. “Nadie fue capaz de interpretar la lección escrita en las líneas de tu rostro muerto”, lamenta. Por cortesía de Atrapasueños, ElDiario.es ofrece a sus lectores esta carta inédita en castellano.

Textos periodísticos “marca de la casa”

En Los apuntes que ahora se publican Saramago posa su particular mirada sobre el impacto en Europa de los acontecimientos portugueses, el voto de los obispos, la independencia de las antiguas colonias o la necesidad de aprobar una Constitución revolucionaria “tan justa que sea digna de los trabajadores portugueses”.

“Él es militante del Partido Comunista, es heterodoxo con ciertas desavenencias, pero tenía muy claros los principios de la Revolución de los Claveles y advierte desde primera hora que puede caer en cualquier momento porque hay muchos agentes sociales que quieren que caiga”, apunta el escritor, cantaor y traductor Juan Pinilla, quien ha traducido y participado en la selección de textos, y es también autor de la biografía Saramago. El Nobel de lo imposible (Atrapasueños, 2020).

Surgido de la miseria, instruido en los grandes autores de la literatura francesa (Balzac, Hugo) en solitarias sesiones de biblioteca nocturnas, por entonces apenas había publicado una novela que apenas recibió atención y algunos poemas, y no era aún el autor de novelas universales, capaces de remover pozos de conciencia a fuerza de un ojo clínico para la naturaleza humana, lucidez e ironía. Sin embargo, en sus textos ya se nota la “marca de la casa”, una ironía profunda, “un humor serio” y un uso característico de las metáforas y alegorías, como apunta el escritor Antonio Molina Flores, quien ha editado el volumen para Atrapasueños. Son las herramientas que luego perfeccionará para trasladar en sus novelas preguntas universales desde un lenguaje de ficción.

En ese momento hay también una expectación entre las clases dominantes de Europa y, en particular, en España. El número especial de la revista Litoral sobre lo que ocurría en Lisboa se convierte en un éxito, y se pasa a Portugal a ver cine que en España sigue prohibido. El franquismo terminal, que se conjura en su búnker para perpetuarse en el poder, observa en guardia el experimento de aquellos melenudos del país vecino y el posible efecto contagio. “Mirábamos con ojos de envidia aquel movimiento hacia el socialismo que no tenía que ver con la Unión Soviética. Aquí estaba demonizado todo el socialismo y el comunismo, de modo que podía ser un espejo”, observa Molina Flores. Eran tiempos en que los periódicos, y en particular Diario de Noticias, vertebraban las sociedades occidentales. “Por eso son artículos que zarandearon al país”.

El desencanto y la purga

Los textos trazan el camino desde la excitación inicial al poso amargo de la oportunidad frustrada por el contraataque de los sectores más inmovilistas. Ahí están, inequívocos, títulos como Salvar la revolución, Los nostálgicos del fascismo o ¿Y el socialismo?, que cierra el volumen.

Al final cunde el desencanto, con un momento trascendental: la fuga de la cárcel de 70 elementos de la PIDE, la policía secreta portuguesa. Saramago comprende que una acción así no es posible sin la connivencia del poder. “Y concluye que las fuerzas de reacción se estaban ya rearmando y tenían elementos de control hasta el punto de que el Gobierno no pueda evitar esta fuga. Los gobiernos ya no están por la vía socialista y regresan las élites a reclamar sus intereses”.

Cuando fue purgado del Diario de Noticias se marchó al Alentejo a empaparse de la dura vida de los campesinos portugueses para Levantado del suelo. Se acaba entonces el Saramago escritor en periódicos, más allá de colaboraciones esporádicas, y emerge el Saramago novelista, igualmente comprometido y a veces sombrío, que acabaría siendo reconocido en todo el mundo.

“Saramago insistía mucho en los deberes de los ciudadanos, no solo de los derechos. Creo que Los apuntes sirve para que, años después, nos cuente cómo resolvió él uno de sus deberes: estar bien informado, informar con ecuanimidad y hacer un análisis crítico de la situación”, resume Molina Flores. “Cuenta cosas de su tiempo sin la matización de la historia. Ese era el día a día, y nunca quiso matizarlo”, observa Del Río.

Decía Saramago que él no era un pesimista, sino un optimista bien informado. Molina Flores observa un paralelismo con la actualidad, cuando “movimientos muy bien articulados y con mucho dinero intentan dilapidar los derechos adquiridos”: “Libros como este nos zarandean para tener la lucidez suficiente para ver los límites, pero también nuestras aspiraciones. Sirve como apunte histórico, apunte político sobre cuál puede ser el camino de la crítica y la acción y nos recuerda que no hay logros definitivos en democracia, porque cada derecho que se ha conseguido no es una cosa eterna”.