ru24.pro
Eldiario.es
Октябрь
2025
1 2 3 4 5 6 7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31

La última lección de la primatóloga Jane Goodall antes de morir dirigida a los jóvenes que quieren cambiar el mundo: "Una de mis mayores razones para tener esperanza en este mundo herido es la juventud"

0

Mensaje final - En su intervención póstuma, Goodall insistía en que el dinero debía servir para fines constructivos, no como objetivo en sí mismo

El regalo de compartir universo con Jane Goodall: “Estar con ella significaba sentir que el futuro era posible”

La chimpancé Wounda corrió hacia Jane Goodall en cuanto la puerta de la jaula se abrió. Ella observó cómo el animal salía al exterior, se detenía unos instantes y regresaba para abrazarla. Esa escena, grabada en vídeo en el santuario de Tchimpounga, concentraba el sentido de toda su vida: una relación entre especies basada en la empatía. Aquel mismo impulso que la había guiado durante décadas impulsó también su último mensaje público.

Su mensaje final estuvo dirigido a los jóvenes y se difundió en un acto estudiantil en Pasadena, en el estado, California, donde el público esperaba escucharla en persona. Debido a su inesperada muerte por causas naturales, en su lugar se proyectó un vídeo que había grabado previamente.

Un mensaje final que convirtió la esperanza en una llamada a la acción

La reconocida primatóloga explicó en la grabación que su esperanza nacía de la juventud, convencida de que las nuevas generaciones podían reparar el daño infligido al planeta.

Dijo que llevaba trabajando sin descanso desde 1986 para mejorar la vida de los animales, de las personas y del entorno natural, y añadió que los jóvenes representaban el motivo más fuerte para seguir creyendo en un futuro posible: “Una de mis mayores razones para tener esperanza en este mundo herido es la juventud”. Además, les pidió confiar en sí mismos, apoyarse mutuamente y actuar con constancia, porque las pequeñas decisiones cotidianas crean cambios reales.

Goodall había fundado en 1991 la iniciativa Roots & Shoots para implicar a los jóvenes en proyectos de conservación y solidaridad. Con más de tres décadas de existencia, el programa demostraba que los pequeños gestos sostenidos podían modificar comunidades enteras. Ella insistía en que la fuerza de un grupo de estudiantes comprometidos resultaba esencial para construir un futuro viable.

Durante aquella intervención grabada explicó que veía en ellos una “masa crítica de jóvenes que entienden que el dinero sirve para vivir, pero la vida no consiste en acumularlo”. Su mensaje incluía una advertencia contra el consumo sin medida y una invitación a revisar cada decisión cotidiana con la mirada puesta en la sostenibilidad.

La curiosidad que cambió la forma de mirar a los chimpancés

Esa confianza en la juventud venía de muy atrás. Jane Goodall había llegado a Gombe, en Tanzania, en 1960, sin formación académica formal y con una curiosidad que sorprendió a su mentor, Louis Leakey. Su observación de un chimpancé al que llamó David Greybeard cambió la historia de la ciencia. El animal utilizó una rama sin hojas para extraer termitas, lo que demostraba que la fabricación de herramientas no era exclusiva de los seres humanos. A partir de entonces, la primatóloga dedicó su vida a mostrar que la inteligencia y la empatía atraviesan especies.

Las consecuencias de aquel descubrimiento transformaron la primatología y también la antropología. Su modo de estudiar a los chimpancés, al llamarlos por su nombre y reconocer sus emociones, provocó escepticismo en parte de la comunidad científica, pero acabó imponiéndose como un método más humano y eficaz.

Los años en la selva derivaron en más de 27 libros y en la creación, en 1977, del Instituto Jane Goodall, que amplió su labor educativa y conservacionista por todo el mundo. En 2003 recibió el título de Dama del Imperio Británico y en 2025 la Medalla Presidencial de la Libertad de Estados Unidos. En una entrevista con The Times en 2022 confesó que no dormía más de tres semanas seguidas en la misma cama desde 1986, convencida de que el trabajo continuo mantenía vivo su propósito.

Una despedida en calma que dejó encendida la fe en los demás

El mensaje póstumo que los estudiantes vieron aquel día resumía ese mismo impulso. Ella les pidió pensar en la huella ecológica de cada gesto diario, convencida de que millones de personas actuando con esa conciencia podían transformar el planeta. Su tono fue sereno, sin dramatismos, y cada frase sonó como una despedida en calma. No habló de sí misma, sino de los demás. Su esperanza seguía puesta en quienes estaban empezando.

Cuando aquella chimpancé la abrazó en Gombe hacía décadas, Goodall entendió que la comunicación entre especies era posible si se ofrecía respeto. Su despedida repitió esa idea sin mencionarla: las relaciones más valiosas nacen del reconocimiento mutuo. Y en eso, su mirada y la del animal parecían seguir encontrándose.