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Los diez mejores discos de la Movida gallega y aledaños que (casi) nadie escuchó

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Fernando Fernández Rego recopila en libro una enorme cantidad de materiales e información sobre el pop y el underground en la Galicia de los 80 y selecciona para elDiario.es una decena de grabaciones olvidadas de la época

Hemeroteca - En el 'underground' del 'underground': Voces de Ultratumba, punk siniestro y feminista en el Vigo de la Movida

Hubo la Movida, hubo la periferia de la Movida, y hubo la periferia de la periferia de la Movida. Esta es, aproximadamente, la tesis que defiende Fernando Fernández Rego en su nuevo libro, Anos 80. Movida, Atlantismo, vangardismo, underground (Galaxia, 2024), un minucioso recorrido por las diversas escenas pop de la Galicia de la época, las periferias de la periferia. “En realidad quise escribir casi una historia de la contracultura” en la comunidad, explica el autor a elDiario.es sobre un volumen que no solo presta atención a la música: la videocreación o la literatura clandestina de los fanzines también ocupan sus páginas. “La intención es dar una idea global de esa década, con el aspecto social de fondo, claro”, resume, “aunque el rock sea central”. El rock de la reconversión industrial, al fin y al cabo, el rock de la posdictadura.

“Había mucha política en los fanzines, es cierto, pero no tanto en la música. Las letras son naíf, muchas veces no superan el tópico de sexo, drogas y rock & roll”, dice. Con excepciones, claro: Os Resentidos y la causa palestina, el sector naval, “Galicia ceibe e socialista dunha hostia dunha vez”. O el punk más punk, Desvirgheitors, también de Vigo. O el sarcasmo salvaje de los primerísimos Siniestro Total, con Germán Coppini a la voz y la sombra de los Dead Kennedys. O el Atlantismo, corriente teorizada alrededor de la revista La Naval y la banda Radio Océano: “No queremos ser invadidos por los toreros madrileños”, afirmaban. “Pero más allá, esto no era como en el País Vasco”, sostiene Fernández Rego (Ferrol, 1979).

Lo que sí existió fue un paisaje diverso, más plural de lo que se vislumbra en los relatos canónicos, que acostumbran a reducirlo todo a la Movida viguesa -en función de apéndice de la madrileña-, a veces con mención a la derivada atlantista. “Como sucede a nivel estatal con, por ejemplo, el experimentalismo barcelonés que retrató Jaime Gonzalo en su libro La ciudad oculta, o con la primera ruta del Bakalao, donde podías encontrar a Sisters of Mercy tocando a las cinco de la mañana en una discoteca”, comenta, “también en Galicia existían bandas fuera de Vigo y A Coruña. En Ferrol o en Carballo. O Extrema Unción, de Santa Cruz de Ribadulla (Vedra, A Coruña), que tenían temas cool wave. O Los Contentos, de Lugo, que se adscribían al revival garage”. Casi siempre cantaban en castellano -las salvedades en gallego, Os Resentidos y la maqueta de Sindikato Agrario, de Lugo- y casi todos hombres -la salvedad, Voces de ultratumba.

“Es cierto que la Movida madrileña fue sobre todo una repetición de clichés anglosajones, aunque no solo. Aquí esos clichés se asimilaron con un fuerte componente gallego”, opina, y señala el costumbrismo de los Siniestro o la “pura retranca” que abundaba en las páginas de La Naval. Pero estas propuestas eran apenas la punta del iceberg. Porque, a juzgar por la cantidad de información y documentos contenida en Anos 80. Movida, Atlantismo, vangardismo, underground, la palabra adecuada tal vez sea eclosión. “En ese momento arranca una cierta industria independiente, productoras audiovisuales, las escuelas de imagen y sonido de A Coruña y Vigo. En esta última Bibiano [ex integrante de Voces Ceibes y autor en los 70 de tres elepés de folk progresivo] es una figura clave”, relata. El libro de Fernández Rego, que nació practicamente como un spin off de su anterior, y grueso, Unha historia da música en Galicia (1952-2018) (Galaxia, 2019, ahora reimpresa), lo refleja.

Su autor ha elegido para elDiario.es diez discos que muestran la vida más allá de Siniestro Total, Os Resentidos, Radio Óceano, Aerolíneas Federales o Golpes Bajos, por citar algunas de las bandas gallegas más conocidas y reconocidas de aquel tiempo. En la selección incluye maquetas y recopilatorios. Casi ninguno está disponible en el mercado de novedades y reediciones pero sí en las catacumbas de Internet. “Todos mis libros son en el fondo una reivindicación del underground”, concluye Fernández Rego.

Voces de ultratumba

Fundado en 1984 en Vigo, el único grupo íntegramente formado por mujeres -y además explícitamente feminista- apenas dejó rastro. Lo remedió Ferror Records, la discográfica del propio Fernández Rego, que coeditó hace un par de años junto a Uterzine y Educación Cínica una casete que recogía maquetas y directos de la época. “Un tratado pospunk realmente interesante”, lo define Rego, en que se perciben ecos de Bauhaus, The Cure o Parálisis Permanente.

Terminal Norte (1988)

Álvaro Lamas, después en Los Limones, aprendió a tocar la steel guitar con las orquestas de los ferrys que unían Noruega con Finlandia donde él mismo trabajaba. El particular sonido del instrumento inunda el único disco de Terminal Norte, banda con base en Ferrol que en 1987 ganó el entonces prestigioso concurso de maquetas de Rockdelux. Esa grabación, pop rock americanizado con ecos de Crosby, Stills & Nash pero también de Dave Edmunds o la new wave, se transformó un año después en su único disco, prensado en vinilo.

Viuda Gómez e Hijos – Completamente (1987)

“Un grupo totalmente a reivindicar”, dice Fernández Rego. De A Coruña, su único mini LP, Completamente, incluye lo que califica de “dos canciones enormes”: Demasiado pisoteados y el clásico oculto del after punk peninsular, Solución suicida. Las guitarras chirrían y por momentos invocan el sonido Cramps. La sombra de Johnny Thunders, ídolo confeso del cantante y guitarrista Jorge Fernández, es alargada.

Los Cafres – S.F. 13 Tractor Cerebral (1988)

Su mini elepé lo produjo Alberto Torrado, bajista de Siniestro Total. Los Cafres eran de Vigo y en 1988 publicaron un disco enérgico y desatado de garage punk “sucio y brutal” en el que incluso tomaban prestada una melodía de los Standells, clásico del punk sixties. La banda fue efímera. No podía anunciar sus conciertos porque al guitarrista, Pablo Ramallo, lo buscaba la Guardia Civil por insumiso, relata Fernández Rego. Una de sus canciones, Soy una alimaña, años más tarde versionada por los propios Siniestro, todavía circula como hit subterráneo.

Extrema Unción (1992)

Más allá de las ciudades también había vida pop, sostiene Fernández Rego. Extrema Unción eran de una aldea de Vedra, Santa Cruz de Ribadulla, en el tramo final del río Ulla. Grabaron varias maquetas, actuaron un par de veces en la Televisión de Galicia, alguna de sus canciones acabo en recopilatorios y Rego los define como “brutal pospunk”. Señala Cracovia, un tema cool wave “en la onda de bandas como Agrimensor K”. Su único registro en casete lo publicó el diario El Correo Gallego en una colección llamada Fonoteca Galega.

Sindikato Agrario (1986)

Se autodefinían como agropunk, pero en realidad jugaban en los límites del pospunk con cajas de ritmos, melodías estrambóticas y un extraño eco a The Residents. Eran de Lugo, solo grabaron una maqueta con cuatro temas y, más allá de la experimental y frondosa obra de Os Resentidos, era la única banda monolingüe en gallego. En ella tocaba la guitarra Piti Sanz, que después sería fundador de los míticos Contentos.

Bar (1982)

“Efervescencia pop con rabia rock”, los describe Fernández Rego, “los lideraba una riot girl como Geles Feijoo”. Su guitarrista era Silvino Díaz, que después formaría parte de una de las bandas de más repercusión de la Movida viguesa, Aerolíneas Federales. Pero Bar, que publicaron un único elepé en 1982, fueron pura Nueva Ola, pop de ahora para gente de ahora, melodía y energía escapistas en una ciudad obrera y marítima, Vigo, que se había opuesto con contundencia a la dictadura y se asomaba a la convulsa reconversión naval.

Metro (1982)

Metro le ganaron el primer concurso de grupos de A Coruña a Siniestro Total -en realidad, a los de Vigo los descalificaron. “Fueron el grupo que pudo reinar”, opina Fernández Rego. No lo consiguió. A su vocalista y guitarra José Manuel Tasende lo reclamó el servicio militar y la banda se acabó. Pero le dio tiempo a publicar un único disco de larga duración repleto de pop ochentero, nuevaolero, por momentos con aire a The Cars. Rego destaca su canción Él quiere ser tu zombi.

Moncho e mailos Sapoconchos (1988)

Cultura popular, la canción que abría su único disco, es todo un tratado autoirónico sobre la música pop y la cultura de masas. “La cultura popular y los mass media / elevan lo mediocre a lo más alto del altar / la cultura popular y los mass media / convierten a Beethoven / en algo fácil de silbar”, decía su letra. Pop, soul, funk o rhythm & blues, menciona Rego. Y un cantante y guitarrista nervioso, Uxío Noceda, cuya presencia y sonido evoca a los imparables Dr. Feelgood.

Los Contentos (1988)

Solo grabaron dos elepés, vivían y ensayaban en Lugo y estaban al margen de la Movida: Los Contentos se convirtieron, pese a las circunstancias, en un mito. Versiones de los Kinks y de MC5 sustentaban su visión del garage y la psicodelia menos derivativa. “Fueron pioneros, junto a Sex Museum, del revival garage en todo el Estado”, asegura Fernández Rego. Y quienes los vieron sobre las tablas en su día todavía lo recuerdan: un directo feroz en el que, junto a temas propios como Cuando ríes o La casa vacía -ambos de este, su primer disco-, se merendaban a The Stooges o la Creedence.