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Inmigración: la Unión Europea se la juega

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No podemos olvidar que la Unión Europea es el resultado de la imposición progresiva de la democracia desde los seis países fundadores a los demás Estados del continente

El 5 de septiembre Lee Hockstader, quien, tras haber sido miembro del equipo editorial del Washington Post, cubre desde 2023 la información sobre Europa con residencia en París, publicó un artículo con el título “¿Por qué se ha convertido la inmigración en un asunto tan incendiario en Europa?”.

Estas son las primeras palabras de dicho artículo: “la inmigración se ha convertido en un asunto imposible para Europa, en una amenaza para la democracia liberal, para la estabilidad social y el crecimiento económico”.

Era, en parte, una reflexión a partir de las elecciones en los Länder de Turingia y Sajonia, en el primero de los cuales Alternativa para Alemania había sido el ganador de las elecciones, pero era también en parte una reflexión sobre la inmigración en el conjunto de la Unión Europea. Reflexión en la que levantaba acta de cómo la inmigración se había convertido, o se estaba convirtiendo, en un asunto inmanejable para las democracias europeas. Inmanejable en términos democráticos. El ascenso de la extrema derecha en la mayor parte de los países miembros de la Unión era la expresión de una contradicción entre la necesidad económica y social de la inmigración como consecuencia del descenso acelerado de la población en todos los países europeos y la no aceptación políticamente de dicha inmigración en la mayor parte de dichos países.

Sin la inmigración, que tiene que ir a mucho más, la Unión Europea está condenada más que al estancamiento económico, a la regresión. Pero los partidos que pretendan dar una respuesta receptiva al aumento de los inmigrantes, no parece que puedan ganar las elecciones y formar Gobierno. 

Desde que el 5 de septiembre apareció el artículo en el WP, el problema ha ido haciéndose más visible. Por empezar por España, basta recordar que la portavoz del PP en el Parlamento Europeo afirmó hace unos días que, el “efecto llamada” que provoca la falta de política inmigratoria del Gobierno presidido por Pedro Sánchez, supone una amenaza para la seguridad de la Unión Europea.

Pero, si esta afirmación de Dolors Montserrat puede considerarse una anécdota, no puede decirse lo mismo de la política inmigratoria del Gobierno italiano consistente en construir centros de internamiento de inmigrantes en países que no forman parte de la Unión Europea, a los que serían enviados desde Italia. La elaboración por el Gobierno italiano mediante un decreto de una lista de países seguros para construir dichos centros de internamiento de inmigrantes, es un paso más en la dirección que ya había emprendido con la construcción de uno en Albania, que no ha pasado el filtro del control judicial. 

Lo alarmante es que dicha política, no solamente no ha sido descartada de plano como una aberración, sino que ha sido considerada una “opción digna de ser estudiada” por Ursula von der Layen y por un buen número de dirigentes de los partidos de la derecha y de la extrema derecha europea.

Tenemos que ser consientes de que, si esa opción, o alguna parecida, acaba imponiéndose, se estará dando el primer paso para la desintegración de la Unión Europea. 

Dependiendo del resultado de las elecciones en los Estados Unidos el próximo 5 de noviembre, esta opción de deportación de inmigrantes a campos de internamiento construidos en países fuera de la Unión Europea, puede ponerse en el primer plano de la agenda política. Las “exportaciones masivas” que ha anunciado Donald Trump no podrían no tener un considerable impacto en Europa. 

La aplicación de una política de esta naturaleza no va a ser fácil y hasta es posible que sea una solución que no sea capaz de imponerse en la práctica, pero, aun así, el efecto deletéreo que pueda tener sobre los sistemas políticos de los países miembros de la Unión Europea puede ser de tal magnitud, que su naturaleza democrática será difícilmente sostenible. Y no podemos olvidar que la Unión Europea es el resultado de la imposición progresiva de la democracia desde los seis países fundadores a los demás Estados del continente. Sin la democracia, entendida como se ha entendido hasta ahora, la Unión Europea no se habría constituido. Tampoco es probable que sobreviva. Y eso es lo que va a estar en juego en la política inmigratoria.

Estamos avisados.