ru24.pro
Eldiario.es
Октябрь
2024
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26
27
28
29
30
31

Cómo mejoraría nuestra vida si mantuviéramos siempre el horario de invierno

0

Profesionales del sueño y la salud apuestan por dejar de cambiar la hora dos veces al año y mantenerla en el conocido como horario de invierno, en el que entramos en la madrugada del 26 al 27 de octubre. Esto ayudaría a prevenir trastornos leves durante las transiciones, además de mejorar la calidad de nuestro estilo de vida y descanso

Cambio de hora octubre 2024: España pasa este fin de semana al horario de invierno

Este fin de semana, en la madrugada del sábado 26 al domingo 27 de octubre, los relojes se retrasarán. A las 03.00 horas serán las 02.00 horas. Este cambio de hora, aceptado por la mayoría de países europeos, se impuso como medida para el ahorro energético a mediados de la década de 1970. Si había más horas de sol al día, menor sería el consumo. 

En cambio, los datos parecen apuntar que la medida apenas tiene sentido en la actualidad. Un informe elaborado por la Comisión de Industria, Investigación y Energía del Parlamento Europeo en 2018 señalaba que a pesar de que los cambios estacionales de hora pueden producir ahorros, estos son marginales, y tampoco hay certeza de que tales beneficios se obtengan en todos los Estados miembros de la UE. Aun así, Spain is different. En marzo de 1940, Franco quiso alinearse con los nazis, también en lo que a huso horario se refiere. Desde entonces, en nuestro país ya tenemos una hora más de lo que deberíamos al estar sincronizados con Berlín y no con Londres, como correspondería según el huso europeo occidental.

Los ritmos de los españoles también chocan frontalmente con los ritmos del día y la noche. Realizamos las comidas muy tarde, la hora del prime time es de las más tardías del mundo y nos dormimos casi de madrugada. Todo ello tiene consecuencias para la salud que solo han podido estudiarse décadas después del comienzo del cambio horario. Pilar Alcántara, neuróloga del Hospital Universitario de Torrejón, defiende en conversación con elDiario.es que los profesionales de la salud dedicados al sueño y cronobiología tienen una postura común: abogan por mantener el llamado 'horario de invierno', en el que igualmente España tendría una hora retrasada para su posición geográfica.

Alcántara apunta que existen ciertos estudios que validarían el beneficio de dejar de cambiar la hora, ya que existen investigaciones que relacionan estas transiciones en verano con el aumento de infartos cardíacos y, por otro lado, la reducción de eventos vasculares en invierno tras retornar al horario que tendremos a partir de este domingo al ganar una hora más y dormir a menor temperatura. Por tanto, aunque ganar más horas de luz diurna puede ser un cambio agradable para algunos, la transición parece tener ciertos efectos sobre la salud. “En mi experiencia en consulta, tras el cambio nocturno y en verano muchos pacientes se quejan de que les cuesta mucho descansar, aumentan también otros síntomas como el dolor, concentración y fatiga”, ilustra la especialista.

Alteración de los ritmos circadianos

Los cambios que trae consigo el horario de verano, con días más largos y luminosos, pueden contribuir a la interrupción del funcionamiento del reloj interno del cuerpo; el ritmo circadiano.“Sabemos que exponernos a luz natural por la mañana a primera hora y exponernos a la oscuridad por la noche ayuda a regular nuestro ritmo circadiano”, expone la neuróloga.

Otro factor que no pasa por alto Alcántara es la temperatura, que también regula el sueño. “Necesitamos que la temperatura corporal interna baje por la noche para quedarnos dormidos. En verano se mantiene la luz y el calor hasta horas tardías. En un país como el nuestro en el que hace mucho calor por el día en verano, nos expone a altas temperaturas al meternos en la cama y nos dificulta muchísimo la conciliación hasta bien entrada la oscuridad y la noche con su bajada de temperatura correspondiente”, dice.

Los problemas de sueño aumentan en España, defiende la neuróloga. Por eso, recuerda que para mejorar el sueño hay que entenderlo como un ritmo de dos fases: sueño-vigilia, que se afectan la una a la otra. En las horas de vigilia tendríamos que estar suficientemente activos física y mentalmente para generar adenosina, recibir luz intensa natural del exterior y concentrar el consumo de alimentos en esta parte del día. En la parte del sueño, tendríamos que ir poco a poco reduciendo la actividad física y mental, así como las luces, la temperatura y las comidas.

“Debido a los ritmos sociales y tipos de vida y trabajos actuales, gran parte de la población se mueve de forma insuficiente durante la vigilia, no recibe luz natural, se mantiene muy activo hasta altas horas de la noche expuesto a pantallas o actividad cognitiva y estresante, y tiene horarios de comidas muy tardíos”, expresa Alcántara. Y añade: “Aunque se trata de horarios normalizados socialmente, van contra nuestra salud y fisiología, lo cual está aumentando los problemas de sueño y sus consecuencias”.

Aunque se trata de horarios normalizados socialmente, van contra nuestra salud y fisiología, lo cual está aumentando los problemas de sueño y sus consecuencias

Pilar Alcántara neuróloga del Hospital Universitario de Torrejón

Un impacto “leve” que podría evitarse

Ella no es la única experta que piensa así. Javier Albares, autor de La ciencia del buen dormir (Península, 2023), también considera que “aunque el horario de invierno despierte menos simpatías entre la gran mayoría de la población que el de verano, desde el punto de vista médico es más beneficioso”.

Para este experto en medicina del sueño es esencial que sea de día cuando nos levantamos por la mañana. “En el horario de verano muchas personas se levantan antes de la salida del sol y eso, sumado al hecho de que duermen menos porque van a dormir más tarde, tiene un efecto negativo en su estado de ánimo y en la salud en general”, defiende. En caso de escoger un horario fijo, él recomienda que sea el de invierno.

Aun así, admite que el cambio de horario que realizamos ahora en octubre comporta una adaptación más sencilla que la que realizamos en primavera, ya que permite dormir una hora más. De todas formas, considera “leve” el impacto del cambio de hora en la salud, pero sí “puede provocar ligeros trastornos que afectan a los hábitos alimenticios, la concentración y el estado de ánimo, pero son pasajeros y remiten en el plazo de tres o cuatro días”. Las personas que más notan estos efectos son los niños y las personas mayores.

Aunque el horario de invierno despierte menos simpatías entre la gran mayoría de la población que el de verano, desde el punto de vista médico es más beneficioso

Javier Albares médico especialista en sueño

José Miguel González-Moro, jefe de Neumología en el Hospital Universitario Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares, sostiene que “el cuerpo se acostumbra a todo”. Él también considera que se trata de algo llevadero que quizá solo altere los biorritmos durante unos días. “Sería conveniente mantener un horario, siempre el mismo. Ahora, hay especialistas que esto lo ven como un drama y yo lo veo como un drama llevadero”, opina.

Horarios y costumbres más allá del cambio de hora

César Martín, presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE), afirma que la Unión Europea ya ha impulsado no cambiar de hora en los Estados miembros. “Suprimir el cambio de hora está siendo tendencia a todos los niveles. España debería pensar a qué horario nos debemos de adecuar, si al de marzo u octubre”, subraya. Ellos también abogan por el de octubre.

Esta asociación, por otro lado, no solo aborda la cuestión de la racionalización de horarios desde la perspectiva del cambio de hora. “En España tenemos unos ritmos que no son los que marca nuestro propio organismo y que directa o indirectamente tienen impactos negativos en nuestra conciliación, salud y productividad”, ejemplifica. En una sociedad en la que todo está vehiculado por la jornada laboral, desde ARHOE reivindican que las empresas deberían optar por una cultura de la flexibilidad, en la que no se tenga tanto en cuenta el presentismo.