La Fundación de Estudios Taurinos, primer galardón «Al Silencio» del Club Taurino de Sevilla
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La noche del viernes 24 de octubre quedó marcada por el aroma clásico del toreo sevillano. En los salones del Club Náutico, a orillas del Guadalquivir, el Club Taurino de Sevilla entregó su I Premio «Al Silencio» , distinción con la que se pretende reconocer la labor callada y constante en favor de la cultura taurina. En esta primera edición, el r econocimiento recayó en la Fundación de Estudios Taurinos, institución patrocinada por la Real Maestranza de Caballería de Sevilla y presidida por doña Fátima Halcón Álvarez-Ossorio , profesora titular de Historia del Arte en la Universidad de Sevilla. La galardonada, recogió la distinción y dedicó unas palabras llenas de gratitud y compromiso con la divulgación del arte del toreo desde el ámbito académico. Creada en 1989, la Fundación ha mantenido desde sus orígenes una estrecha vinculación con la Universidad y el estudio riguroso de la Tauromaquia. Desde 1993 edita la Revista de Estudios Taurinos , publicación de referencia que analiza la Fiesta desde múltiples vertientes —histórica, artística y social— y que, junto con la colección Tauromaquias, constituye una de las aportaciones intelectuales más sólidas al patrimonio cultural de Sevilla. Precisamente, el próximo jueves 30 de octubre verá la luz el número 56 de la citada revista, un nuevo ejemplo del tesón de la entidad por mantener viva la reflexión en torno a la Tauromaquia . No menos destacable resulta la continua labor de la Fundación en la organización de seminarios, exposiciones y encuentros con diversas instituciones, siempre en favor de la difusión cultural de la Fiesta. El acto contó con la presencia de miembros del Patronato de la Fundación, así como del Ilmo. Sr. don Salvador Linares y Medina , Diputado de Plaza de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, quien quiso sumarse al reconocimiento. El premio —una reproducción enmarcada de la obra «Silla y Silencio», del artista Álvaro Ramos — fue presentado por su propio autor, que explicó al auditorio la inspiración que dio origen a la pieza, concebida como una metáfora de la quietud y la hondura del toreo.
