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La Aemet y los elefantes de Aníbal

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Un 19 de octubre de hace más de dos mil años, una batalla iba a decidir si el mundo conocido sería cartaginés o romano. Por primera vez, el general cartaginés Aníbal se enfrentaba a un ejército romano con superioridad numérica. Cuando lanzó a sus temibles elefantes sobre sus enemigos, observó aterrorizado como los legionarios romanos, perfectamente sincronizados, abrían un espacio entre sus filas para dejar pasar a los paquidermos, al mismo tiempo que los deslumbraban proyectando la luz del sol con sus escudos y hacían sonar sus trompas de guerra para asustarlos. Los elefantes se volvieron por donde habían venido, arrollando a su paso al sorprendido ejército cartaginés. El general romano Publio Cornelio Escipión conocía bien las tácticas de Aníbal; de hecho, las había sufrido en sus propias carnes y tuvo que huir a uña de caballo en más de una ocasión. Quizá sea una casualidad, quizá no, pero lo cierto es que el clima de nuestra Comunidad parece haber cambiado y que las tormentas torrenciales se están convirtiendo en algo habitual. Me queda la sensación de que, un año después del desastre de la DANA, seguimos igual, con la única diferencia de que ahora somos capaces de paralizar la actividad habitual cuando la Agencia Estatal de Meteorología ( AEMET ) lanza un aviso de alerta roja. Algo así como cuando los romanos eran incapaces de derrotar a Aníbal y se contentaban con decir aquello de «Aníbal ad portas» (Aníbal está a las puertas de Roma). En primer lugar, hay que exigir a todas las administraciones implicadas (desde los ayuntamientos hasta el Gobierno central) que se coordinen de una vez , independientemente del partido que las gobierne y de sus intereses electorales. Ver que la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, y el presidente Carlos Mazón siguieron el desarrollo de las tormentas de este fin de semana en Alicante por separado, pero a menos de quinientos metros uno del otro, provoca, cuanto menos, sonrojo (aunque de enfado). Acordarse de que las confederaciones hidrográficas siguen con su política «woke» de no limpiar los cauces de ríos y barrancos para evitar la muerte de alguna especie rara de renacuajo, mientras las vidas de los ciudadanos que viven en los finales de esos cauces se encuentran en peligro, también nos enfada. Y nos enfada aún más que las infraestructuras necesarias para evitar desbordamientos estén planificadas desde hace muchos años, pero sigan bloqueadas, quizá porque los valencianos nos hacemos valer poco ante el Gobierno central. También debemos asumir que vamos a tener que convivir con estos fenómenos meteorológicos y aprender cómo evitar los problemas que puedan causar. Para ello, hace falta que los avisos a la población sean lo más certeros posible y, sobre todo, que sean fácilmente comprensibles para los ciudadanos. Y eso no se consigue solo poniéndolos en bilingüe. Es fundamental la labor de la AEMET, pero también que esta no se convierta en el pastor del cuento Pedro y el lobo, cuyos avisos, de tanto fallar, acaban por no tomarse en serio, como ocurrió un día antes de la DANA del año pasado. También es cierto que la AEMET utiliza un modelo basado en zonas de gran extensión , lo que provoca que, en ocasiones, los ciudadanos en áreas bajo alerta roja no vean más que un cielo despejado. Este fin de semana, en muchas localidades, ha llovido más cuando la AEMET bajó el nivel de alerta que cuando lo mantenía en rojo. Entiendo que, dados los antecedentes, es necesario invertir en la mejora del sistema de alertas meteorológicas. Estados Unidos ha desarrollado sistemas eficaces y didácticos; quizá ha llegado el momento de aprender de ellos. Ya que, si al final nuestra política de alertas, cierres y actuaciones va a depender de los avisos de la AEMET, es imprescindible dotar a la agencia de los medios necesarios para que pueda hacerlo de forma eficaz, y poder exigirle, en consecuencia, esa eficacia. Si Escipión no hubiera previsto la táctica de Aníbal ni preparado a sus legionarios para hacerle frente de forma eficaz y coordinada, quizá nuestro mundo habría sido otro. No dejo de pensar qué habría pasado si, al frente de la emergencia de la DANA del año pasado, hubiesen estado personas competentes capaces de organizar las acciones de aquel día, y cuántas vidas se podrían haber salvado con todo lo que sabemos ahora. También es cierto que es muy fácil ser capitán a posteriori. Ignoro si Escipión hubiera sido capaz de derrotar a Aníbal sin las experiencias previas de las derrotas romanas, pero de eso se trata: de aprender de los errores y ser capaces de no repetirlos. Santiago Posteguillo narró en una estupenda trilogía la vida de Escipión. También relató, en una comparecencia en el Senado, el abandono que sufrieron por parte del Gobierno central los ciudadanos afectados por la DANA. Pedro Sánchez ha mandado ayuda a Gaza por avión e incluso un barco para acompañar una flotilla de vividores a costa del desastre humanitario de la zona, pero fue incapaz de articular una ayuda rápida a los valencianos que se encontraban a escasos kilómetros. Me sorprende el empeño en averiguar las «horas ocultas» del presidente Mazón durante ese día, y lo rápido que se olvida ese abandono . Recomiendo visualizar esa comparecencia de Posteguillo, porque la incompetencia es grave, pero la maldad jamás debe olvidarse.