La IA se abre paso a trompicones en el día a día de los trabajadores
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La inteligencia artificial (IA) ya está aquí, influyendo sobremanera en el día a día de los trabajadores. Varios estudios reflejan que el índice de trabajadores que rechazan esta tecnología se ha ido reduciendo, aunque aún es significativo. Al tiempo, muchos se han puesto manos a la obra incluso más rápido que sus empresas, y están utilizando aplicaciones por su cuenta, lo que puede provocar distorsiones y problemas de seguridad. Un contexto que se mueve entre el temor y la expectación y en el que se agiganta la necesidad de acelerar la formación interna para que el desembarco de los algoritmos sea ordenado y realmente útil. Pedro César Martínez Morán, director del Máster en Gestión del Talento en Advantere School of Management (Universidad Pontificia Comillas), explica que la adaptación es desigual y depende de cada empresa: «El ritmo de aplicación está provocando cierta desigualdad laboral. La velocidad de implementación del sistema genera una brecha. También sucede con el tamaño. No tienen los mismos recursos las grandes que las pequeñas». «Y además se ha detectado una brecha de habilidades relacionadas con el entorno digital. Evidentemente, la utilización de sistemas de este tipo no va a ser igual entre los distintos niveles de una organización», apunta. El rechazo a la llegada de la IA se puede medir. En Estados Unidos, Writer, una plataforma de inteligencia generativa, reveló que un 31% de los empleados admite no colaborar con las estrategias tecnológicas de su compañía. Pero en el caso de los trabajadores más jóvenes, el porcentaje subía al 41%. El informe detallaba las formas de hacer oposición: una proactiva, que niega las nuevas herramientas, y otra más pasiva, que cursa con apatía y falta de iniciativa. Las encuestas más recientes muestran que este repudio va reduciéndose paulatinamente. Según un estudio de este año realizado por InfoJobs, el 24% de los trabajadores estima que la IA supone una amenaza para su puesto de trabajo, una cifra menor al 37% de 2024. El motivo de la creciente aceptación, para Martínez Morán, radica en que «la IA debería sustituir las tareas más rutinarias, más repetitivas y menos agradecidas; no elimina la creatividad, la innovación y la habilidades blandas». «Lógicamente es bien recibida para muchas funciones y por muchos empleados», añade. La consultora Accenture ha amenazado (y lo está cumpliendo) con despedir al personal que no se recicle para los nuevos tiempos de la IA. Su plantilla global ya se ha reducido en más de 11.000 personas en los últimos tres meses, pero no parece que se haya tocado fondo. Los despidos van a continuar hasta noviembre y los requisitos para librarse de la quema tienen que ver con la capacidad de adaptación a las nuevas tecnologías. El temor entre los trabajadores de distintos sectores es que la inteligencia artificial les termine sustituyendo es algo palpable. «Como toda herramienta nueva o como todo cambio de paradigma existe el docente― miedo a la incertidumbre. Hasta que no se ve la implantación y lo que puede suponer no se calibra cómo puede afectar», asegura Martínez Morán. Las cautelas en el mundo corporativo ante la implantación de la IA generativa tienen distintos orígenes, expone: «Hay riesgos éticos respecto a la discriminación algorítmica, la vigilancia digital o la vulnerabilidad de la privacidad, puesto que las regulaciones internacionales, como el propio reglamento de la UE, son muy sensibles a estos asuntos». La IA está transformando el modelo de las relaciones laborales. Juan Ramón González, CEO y cofundador de la consultora Mática Partners, declara que «se está viviendo con mucha intensidad, porque está ayudando a ser más productivos». «Todo el mundo tiene muy claro que si no empiezan a utilizarla, van a tener un problema competitivo con respecto a quienes sí lo hacen», subraya. La evidente evolución de los recursos humanos y la distribución del trabajo sirve a Mática Partners para dotar de más funciones a los empleados, precisamente gracias a la IA, comenta González: «Hemos asumido el cambio y por eso queremos un equipo más productivo. La inteligencia artificial en nuestro sector es otro punto más de facilitación y eficiencia. Podemos verlo como un riesgo o como una oportunidad. Para nosotros es una oportunidad y por ello hemos creado un ecosistema dotado de agentes virtuales bajo el mando de persona físicas. Son herramientas a disposición del equipo, ahora se va a tardar mucho menos y se va a dar más servicio a mucha más gente». La adaptación a la IA tiene dos caminos, según González: «Por un parte, el uso que hace la empresa para mejorar y automatizar los procesos internos, que requiere una estrategia de control, de buen uso… Y luego, el empleo que de la inteligencia artificial realizan los trabajadores. Son dos caras de la misma moneda, pero que precisan una combinación de medidas de seguridad». Advierte, no obstante, de los riesgos de la confianza ciega: «La validación humana no puede desaparecer, que todavía las IA, aunque sean un 99% fiables, tienen un 1% que pueden alucinar. En procesos críticos, es muy importante contar con esa validación». Un informe del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) señala que más del 90% de los empleados encuestados por el MIT dice que usa herramientas personales de IA en el trabajo valiéndose de suscripciones propias de ChatGPT, cuentas gratuitas de Claude o asistentes de navegadores como Google. Este porcentaje choca con el 40% de las suscripciones que han pagado las empresas. Que los trabajadores se hayan puesto manos a la obra más rápido que sus compañías revela el buen ánimo ante la tecnología disruptiva, pero utilizar aplicaciones por su cuenta y riesgo puede provocar problemas de seguridad, como que se filtren datos confidenciales. «El uso corporativo o estandarizado no siempre garantiza que la IA se utilice de forma controlada —expresa el CEO de Mática Partners—. Se han publicado noticias de filtraciones de información confidencial. Hay que saber que las IA normalmente están en la nube, y que si se envía información hacia afuera puede salir. Deben ponerse mecanismos para evitar los riesgos, concienciar y, por supuesto, formar al empleado en el buen uso, con todas las medidas de detección y de mitigación de riesgos». Procurar la destreza en IA por cuenta propia evidencia la necesidad de acelerar la formación interna. Gerardo García, CTO en España de la multinacional de Recursos Humanos Gi Group Holding, relata que estas ansias pueden ser utilizadas en beneficio de la compañía: «Estamos dejando que esa gente investigue en un entorno muy controlado. Le damos palancas, pero sin poner en riesgo la seguridad de los datos de la empresa y, sobre todo, enseñando también que hay que poner unas reglas de juego». Gi Group Holding acaba de publicar el estudio 'Las claves del mercado laboral actual', donde se evidencia que la integración de tecnologías basadas en IA constituye el factor de mayor impacto esperado en el desarrollo profesional a corto y medio plazo: el 39% de los encuestados establece este fenómeno como el cambio con más repercusión para su carrera en los próximos tres años. La investigación destaca que los profesionales han empezado a plantearse estrategias de adaptación al nuevo escenario laboral. Más de 4 de cada 10 encuestados aseguran que están enfocados en el perfeccionamiento y aprendizaje de nuevas herramientas para trabajar con tecnologías de IA. A continuación, están la adopción directa de herramientas de IA para mejorar la productividad o la precisión (37,2%) y la decisión de centrarse en tareas creativas o estratégicas donde la IA no puede sustituir a las personas (22,6%). García aclara que «la mayoría de los trabajadores cree que la adaptación será gradual, y así debería ser. Nadie pasa de cero a experto de la noche a la mañana». «Y por eso en Gi Group Holding lo hacemos de una manera controlada y progresiva. Comenzamos con entornos cerrados y seguros, con pruebas de concepto donde los equipos pueden experimentar con IA sin miedo a romper nada. Y lo más importante es que la IA debe adaptarse a las personas, no al revés, ser fácil de usar y aportar valor real», asegura. Sobre la formación, opina que «todavía falta bajar la IA a la tierra dentro de las organizaciones». «Se está invirtiendo, pero no siempre con el enfoque correcto —sostiene—. No basta con enseñar a utilizar una herramienta, hay que enseñar a pensar con inteligencia artificial. Desde Gi Group Holding apostamos por una herramienta propia (IA Gateway GIGPT), desarrollada desde la matriz en Italia, para acercar esta tecnología a los empleados de forma práctica. Queremos que la gente pierda el miedo y vea cómo puede ayudarles en su día a día, y no sustituirles». Cada empresa, cada sector, tendrá una implantación distinta. En el caso de pymes y micropymes, el problema para acceder a la formación, según el CTO en España de Gi Group Holding, «es el tiempo y los recursos». «Las pymes viven en modo día a día. Y ponerse a aprender IA muchas veces puede sonar a un lujo. Además existe una saturación de cursos y soluciones que no siempre son útiles o adaptadas a sus necesidades. Aquí es donde las grandes compañías y los partners tecnológicos tenemos un papel clave para democratizar el acceso a la IA con herramientas simples y una formación realista», sentencia.