El Rey: «Ni la radicalidad ni la división aportan soluciones»
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El nuevo orden mundial y la complicada situación geopolítica que el mundo atraviesa, con nuevas reglas del juego y actores que lo han cambiado todo, ocupan los grandes foros de reflexión. La conversación pública gira en torno a un nuevo camino que no termina de clarificarse. El Rey compartió su visión un año más en el Foro La Toja-Vínculo Atlántico , pensado como un lugar de encuentro y diálogo y que esta edición debate, precisamente, sobre ese nuevo orden mundial -«o desorden» dijo el propio Monarca- con una comparación: la del pasado siglo, en otro tiempo muy convulso. «Ya se advertía que cuando el viejo mundo se muere y el nuevo tarda en aparecer, en ese claroscuro, surgen los monstruos. Ese claroscuro podría definir nuestra época hoy», advirtió. Y frente al cuestionamiento que algunos líderes actuales hacen de los valores que inspiraron el multilateralismo, Felipe VI aseguró que «en realidad, son nuestra mayor fortaleza». «Ni la radicalidad ni la división aportan soluciones , como tampoco un liderazgo que se queda en la retórica». El jefe del Estado apostó por que los principios éticos se mantengan como guía y que los políticos los transformen en respuestas eficaces a lo que los ciudadanos reclaman. En esa defensa de valores el Rey volvió a señalar a la Unión Europea como actor fundamental, «que debe proyectar una voz firme y asumir un papel protagonista en la configuración del nuevo orden internacional». En La Toja todos los discursos hablan de entendimiento. De puentes. Ese símbolo, que conecta la península de O Grove con la Isla que acoge el foro, es el hilo conductor. Y también un respiro frente al tono de la política nacional. La Constitución de 1978, siempre tan presente en cualquier conversación sobre el consenso en España, tuvo gran protagonismo. En esta edición los galardonados con el Premio Josep Piqué fueron Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón y Miquel Roca i Junyent, los 'padres de la Constitución' que siguen vivos y a los que el Rey agradeció el «espíritu de concordia» que permitió alumbrar el texto constitucional. «Su lección resulta especialmente oportuna en tiempos de incertidumbre, porque las soluciones más sólidas y duraderas nacen de la generosidad». En la primera fila atendían el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda; el ministro de Transportes, Óscar Puente; y el expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Felipe VI, que hace unos días pronunció uno de sus discursos más destacados en la cumbre de la ONU en Nueva York , donde clamó contra la masacre en Gaza y reconoció la necesidad de adaptarse a tiempos nuevos sin dar la espalda al multilateralismo y a la cooperación internacional, volvió a advertir de que vivimos una época en la que hay una «proliferación de actores y discursos que relativizan los valores universales, cuestionan los derechos humanos e instrumentalizan la interdependencia económica como mecanismo de presión», y lamentó que «el lenguaje de la concertación sea reemplazado por el de la coerción y la violencia» , que se impone en la Franja, Ucrania y otros conflictos de los que se habla menos, Sudán o el Sahel, pero que también viven momentos de crudeza. Precisamente, sobre la ONU el Monarca reconoció que «como otras instituciones, se halla sometida a una intensa campaña de descrédito», reconociendo también que «presenta signos de fatiga institucional y estructural» que en ciertos contextos, dijo, su capacidad de respuesta se ve limitada. Los premiados quisieron reivindicar la Constitución al recoger el galardón. Y sus palabras estuvieron llenas de mensajes, que bien podrían considerarse recados a muchos partidos que hoy cuestionan la Carta Magna y que tienen influencia en el Gobierno. «La constitución no está coja ni cojea», dijo Herrero, tras disculparse por su dificultad para llegar al atril. Roca, en cambio, quiso recalcar que el premio no dejaba de ser «el pretexto para recordarnos a todos los que sigue significando la Constitución».