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La sólida red innovadora que valoriza los subproductos de la pesca

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Cada año, cerca de 90 millones de toneladas de pescado y marisco se capturan en todo el mundo. Tras la captura, los peces se someten a procesamiento (destripado, escalado o fileteado), lo que origina grandes cantidades de subproductos como cabezas, huesos, tripas y conchas que representan entre el 30% y el 70% del pescado. Aunque toda esta biomasa puede proporcionar una increíble fuente de macro y micronutrientes, a menudo se descarta convirtiéndose en un residuo que genera una importante huella medioambiental , así como una grave ineficiencia económica. En el marco de la economía circular, existen numerosos proyectos que tratan de introducir este subproducto en rutas de valorización sostenible. Anfaco-Cytma es la patronal conservera en España y es una de las principales referencias de nuestro país en cuanto a desarrollo de proyectos de valorización de subproductos de pescado. A través de su centro tecnológico participa en Valorish , una iniciativa europea de cuatro años de duración (2024-2027) que cuenta con un presupuesto global de 4 millones de euros y que trabaja en la valorización verde de residuos y subproductos pesqueros mediante fermentación. Su objetivo es optimizar la extracción de aceite de pescado y la producción de bioproductos como son los ácidos grasos Omega 3 , en especial EPA y DHA. Estos ácidos pueden emplearse después en suplementos nutricionales, productos farmacéuticos e, incluso, en cosmética y belleza. «En Valorish, estamos trabajando en la valorización de los residuos y subproductos de los peces a través de un enfoque sostenible de biorrefinería en cascada, transformando estos recursos infrautilizados en bioproductos de alto valor bajo una metodología computacional-asistente», explican desde el centro tecnológico de Anfaco-Cytma. «Transformando los residuos de pescado en recursos valiosos podemos abordar las preocupaciones medioambientales, apoyar el crecimiento económico y fomentar la sostenibilidad en la industria pesquera . El viaje del despilfarro a la riqueza no sólo es posible sino esencial para una economía próspera y circular», defiende. Esta patronal también participa en el proyecto One Earth que, además de otros subproductos ajenos al mar como suero lácteo o plumas de pollo, también aprovecha escamas y espinas de pescado. Los nuevos bioingredientes se emplean en la elaboración de piensos para acuicultura , bioadhesivos, nutracéuticos , cosméticos y fertilizantes. Ambas iniciativas, Valorish y One Earth, movilizarán aproximadamente 8 millones de euros durante un período de cuatro años, involucrando en conjunto a más de 20 socios de 10 países diferentes, que incluyen empresas, universidades y centros de investigación de ámbito internacional y supone un hito para la patronal al haberse adjudicado los dos únicos proyectos aprobados en la última convocatoria del programa Horizon Europe, específicamente centrada en la circularidad. «España es uno de los principales productores de productos pesqueros en Europa, por lo que tiene una responsabilidad muy importante en la adopción de prácticas sostenibles», explica Teresa Picó, jefa de Sección de Transformados de Ctaqua (Centro Tecnológico de Acuicultura). Este centro lidera el proyecto DEMO-SEA-ZERO , cofinanciado por la Junta de Andalucía a través del Plan Andaluz de Investigación, Desarrollo e Innovación (PAIDI 2020). En él participan seis empresas andaluzas que colaboran en la investigación y aportando sus subproductos: Herpac (Barbate) ha trabajado con el sangacho de atún rojo, habitualmente descartado, para crear albóndigas de atún rojo con tomate; Usisa (Isla Cristina) ha utilizado migas de mojama de atún rojo y ha creado un producto tipo «zurrapa» de mojama, ideal para untar; Petaca Chico (Conil) ha experimentado con las migas del espinazo del atún yellowfin, logrando un fuet de atún; Grupo Laeras (Trebujena) ha transformado restos de sardinas ahumadas en un paté tipo mousse; Piscifactorías Andaluzas (Loja) ha trabajado con descartes de trucha para elaborar un pastel de trucha, utilizando también un caldo a base de cabezas de pescado; y, por último, JC Mackintosh (Tarifa) ha desarrollado un paté de atún rojo ahumado con recortes de este pescado de alta demanda. «Trabajamos para que Demo-Sea-Zero tenga un importante impacto en el tejido productivo y en la economía andaluza. Es una buena oportunidad para las empresas del sector transformador pesquero, ya que les puede ayudar a conseguir mejoras en su procesado y en su producto final, a través del conocimiento y la I+D. Estas presentaciones no solo valorizan los subproductos y permiten reducir el desperdicio alimentario , sino que también contribuyen al desarrollo de las empresas transformadoras con soluciones innovadoras y dan respuesta a la demanda de los consumidores que buscan productos saludables que promuevan la economía circular como parte de un cambio necesario para la sociedad», explica Teresa Picó. Por su parte, Ctaqua ya trabaja para dar continuidad al trabajo desarrollado en DEMO-SEA ZERO, con el objetivo de que cada empresa colaboradora saque al mercado un producto alimentario elaborado a partir de las ideas de concepto. De esta manera, se cierra el círculo en el proceso de transferencia de conocimiento y tecnología. «También trabajaremos en la conservación eficiente de alimentos mediante métodos saludables, una línea que consideramos prioritaria para poder ofrecer al consumidor los productos que están demandando», explica Myriam Retamero, responsable del Departamento de Innovación Empresarial y Desarrollo de Negocio de Ctaqua. Otro ejemplo de colaboración entre agentes clave de la industria pesquera para la revalorización de residuos es el proyecto europeo Life Refish , que reúne a empresas del sector pesquero (Jealsa, Pescanova, Stolt Sea Farm y Opromar), a expertos en el desarrollo de ingredientes funcionales (Valora Marine Ingredients) y a una institución de investigación líder en recursos marinos (CSIC). Este proyecto tiene por objetivo poner en marcha una «biorrefinería flexible para valorizar descartes y subproductos de la pesca y la acuicultura». En Life Refish no sólo se trabaja a partir de subproductos de pescado como espinas, aletas, cabezas o vísceras que antes iban destinadas a la realización de harinas de pescado o piensos y de los que ahora de extraen ácidos grasos y proteínas, sino que también trabaja con descartes. El proyecto Life Refish comenzó en el 2022 y finalizará en este ejercicio. Durante este tiempo de las instalaciones de la planta piloto e industrial de Jealsa han salido ingredientes que pueden ser la base para la elaboración de nuevos productos enriquecidos : aceites de pescado a partir de vísceras, aletas y cabezas, suplementos enriquecidos en calcio y fósforo con aplicaciones en implantes óseos. También hidrolizados con proteína de alta absorción y fácil digestibilidad o gelatinas de pescado, que pueden obtenerse con el aprovechamiento de las aletas y de la piel. Esta iniciativa también aprovecha la pluma de calamares gigantes, cabezas o cáscaras de langostinos. Uno de los nuevos ingredientes surgidos de este proyecto es el llamado ' mince fish '. Se trata de una pasta alimentaria elaborada con músculo de pescado fresco y que contiene niveles de una proteína muy alta en aminoácidos esenciales. El aprovechamiento de los residuos de pescado para la creación de productos en el sector sanitario representa uno de los avances más recientes en la maximización del valor de los subproductos pesqueros. Estos desarrollos permiten aplicar la innovación en el tratamiento de quemaduras, úlceras, heridas quirúrgicas y traumatológicas , transformando lo que antes se consideraba desperdicio en soluciones médicas de alto valor. Un ejemplo destacado es el que está desarrollando Kerecis, una empresa miembro del Iceland Ocean Cluster, que convierte la piel de pescado en injertos cutáneos para humanos. Su modelo de negocio promueve una verdadera economía circular, reutilizando subproductos del mar que normalmente se descartarían. Desde su sede en el pequeño puerto de Ísafjörður, a solo 32 kilómetros del Círculo Polar Ártico, la compañía produce injertos de piel de pescado esterilizados e inodoros, listos para acelerar la cicatrización de heridas y quemaduras . Kerecis utiliza específicamente la piel de bacalao salvaje del Atlántico, cuya estructura se asemeja a la piel humana. Gracias a este proceso, la empresa logra aprovechar hasta un 90% de cada pescado, incorporando partes que anteriormente se desperdiciaban. Así, no solo se generan beneficios médicos, sino que también se impulsa la economía azul y circular, reduciendo significativamente el desperdicio de productos pesqueros. Este enfoque cobra aún más relevancia en el marco de la Política Pesquera Común de la UE. Desde diciembre de 2013, con la aprobación de la reforma que introduce la 'obligación de desembarco', se prohíbe el descarte de capturas no deseadas por especie o tamaño . Antes, gran parte de este pescado regresaba al mar y moría, generando un desperdicio considerable. La innovación empresarial demuestra cómo es posible convertir este desafío en una oportunidad para la sostenibilidad y la eficiencia.