Ámbar de Sicilia y marfil africano: el dolmen de Teba de 5.000 años que redibuja el mapa de intercambios de Andalucía
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Ámbar de Sicilia y marfil de elefante norteafricano han sido identificados en el Dolmen I de la necrópolis de La Lentejuela (Teba), una tumba de más de 5.000 años cuya excavación con metodologías del siglo XXI revela redes de intercambio a larga distancia que conectaron el Mediterráneo con el interior de Andalucía durante el III milenio a. C. La presencia de estas materias suntuarias, junto a conchas marinas y sofisticadas piezas de sílex, convierte el hallazgo en un punto de inflexión para reinterpretar el conjunto megalítico de Antequera , situado a unos 40 kilómetros. Según la teoría que maneja el equipo, Teba se habría nutrido de la gran plataforma redistributiva de Valencina de la Concepción (Sevilla), el mayor centro calcolítico de Europa , donde el número de objetos y la rareza de los materiales superan ampliamente a los de cualquier enclave del interior, incluidos conjuntos de marfil finísimo, ámbar de alta calidad y cuentas exóticas. Desde ese «hub» partirían por mar y por tierra piezas selectas hacia nodos como La Lentejuela, mientras que Los Millares (Almería) actuaría como otro foco de poder y producción en la región. Además, todavía se investiga si, junto al ámbar y el marfil, hay piedras (semi)preciosas de procedencia asiática , una posibilidad que, de confirmarse, complicaría aún más el « Tetris andaluz » de los intercambios prehistóricos. «Estamos ante un ajuar de alto valor social con ámbar y marfil que evidencia comercio a gran escala », ha afirmado Serafín Becerra, investigador de la Universidad de Cádiz, que codirige el proyecto con Eduardo Vijande. Ahora bien, lo que permitirá reconstruir con detalle los rituales funerarios no es el «lujo» del ajuar, sino el excepcional estado de conservación del conjunto y el registro íntegro obtenido con tecnología del siglo XXI. «La Lentejuela, con uno de los registro arqueológicos en mejores conservados en Andalucía, nos permite comprender cómo eran las prácticas funerarias de las sociedades megalíticas de este ámbito de Andalucía», ha subrayado. El monumento, de alrededor de 13 metros de longitud y con una compleja compartimentación interna, se ha excavado con registro y muestreo propios del siglo XXI, una aproximación imposible en las campañas de finales del XIX y comienzos del XX que dieron a conocer Menga, Viera y El Romeral. «A diferencia de aquellas intervenciones, muy próximas a una simple apertura de tumbas, aquí todo estaba en su sitio cuando entramos», ha explicado Becerra. «Levantamos el túmulo, retiramos la techumbre y accedimos por primera vez desde el 1.800 a. C .». La preservación del interior es excepcional: se han documentado varios osarios acompañados por más de una veintena de puntas de flecha , láminas de gran formato y una gran hoja de sílex de más de 15 centímetros, además de un vaso de piedra. «Estos materiales, habituales en grandes centros del III milenio, aparecen ahora en un enclave del interior andaluz», ha indicado el investigador. La relación temporal y arquitectónica con Antequera es directa . El equipo sitúa el dolmen de Teba en el horizonte de Viera, con el que comparte elementos como las puertas perforadas, mientras Menga sería anterior y El Romeral, aunque coetáneo, responde a otra arquitectura (tholoi) . «Nuestro registro intacto permite proponer cómo pudieron ser los rituales en Viera, de los que sabemos poco porque se excavó hace más de cien años», ha precisado Becerra. El paisaje funerario añade dimensión al hallazgo. En apenas 4 hectáreas se concentran al menos diez dólmenes y otras cuatro estructuras megalíticas, lo que configura una necrópolis con un gran número de asentamientos. «Es la necrópolis más densa de Málaga, Cádiz y parte de Huelva», ha indicado. Por tamaño y conservación, el conjunto se «coloca en la primera división de los enterramientos de la Prehistoria reciente en la Península Ibérica». La investigación, iniciada en 2022, entra ahora en una fase analítica que aspira a fijar cronologías y procedencias. «Vamos a datar por termoluminiscencia la construcción del monumento para comprobar si es anterior a los enterramientos », ha avanzado Becerra. En paralelo, el equipo abordará estudios antropológicos, sexo, dieta y ADN, y la trazabilidad del ámbar y el marfil para afinar su origen. También prevé intervenir en 2026 en varias tumbas menores del entorno para seguir la evolución del ritual , que en La Lentejuela documenta el paso de enterramientos colectivos a individuales durante la Edad del Bronce . Con su registro íntegro, la potencia analítica prevista y la conexión directa con el eje Antequera–Guadalteba, La Lentejuela se perfila como un laboratorio de referencia para reconstruir las prácticas funerarias del megalitismo en el centro de Andalucía y para releer, con tecnología del siglo XXI, lo que ocurrió dentro de los dólmenes Patrimonio de la Humanidad.