«Queremos formar buenos médicos que sean médicos buenos»
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«Queremos formar a buenos médicos que también sean médicos buenos». La Universidad Abat Oliba (UAO) CEU de Barcelona estrena este curso sus estudios de Ciencias de la Salud con la mirada puesta en el paciente y los retos de la medicina del futuro. El decano de la Facultad de Ciencias de la Salud y de la Vida, Jordi Palés, médico de profesión, reivindica una formación huma- nística, centrada en el paciente y comprometida con los valores que impulsa la universidad pero que esté al día de los avances científicos y tecnológicos. La Atención Primaria, puerta de entrada al sistema sanitario, y la evaluación continua, serán las señas de identidad de una educación sanitaria transversal que nace con la vocación de desmarcarse de la actual oferta académica manteniendo el ADN de la universidad. —El 9 de octubre de 2023, el entonces rector de la universidad, Rafael Rodríguez-Ponga, acompañado del alcalde de Barcelona, Jaume Colllboni, anunciaron que la Abat Oliba (UAO) CEU de Barcelona, con una sólida trayectoria en Derecho, Económicas y Humanidades, dispondría también de una Facultad de Ciencias de la Salud. Dos años después, este anuncio no es solo una realidad sino que representa la gran apuesta estratégica del centro para los próximos años. ¿Qué grados de estos estudios empiezan ahora? —El proyecto de Ciencias de la Salud de la universidad arranca este curso 2025-2026 con el grado de Enfermería, en el que ya hay matriculados 80 estudiantes y tenemos una lista de espera de otros 80. Después, en el curso 2026-2027 está previsto poner en marcha los estudios de Medicina, con 50 plazas, y serán unos 300 alumnos en total cuando esté todo implantado. Hemos pedido también otro grado, 'One Health: Políticas en Salud', que dispondrá de 40 plazas por curso y es totalmente nuevo en España. Solo puedo adelantar que va más allá del concepto salud y es muy transversal. –Así, si todo avanza según lo previsto, el curso 2026-2027 la Universidad ofertará los estudios de Medicina. Será, si no me equivoco, la décima que ofrece este grado en Cataluña y, con la UIC, la segunda de carácter enteramente privado. ¿Qué diferenciará a los profesionales formados en esta universidad de los graduados en otros centros? –Lo que da personalidad a todos los grados y los posgrados de nuestra universidad, no solo a Medicina, es que tienen la mirada puesta en la persona, en el paciente. Los grados de Ciencias de la Salud tienen la peculiaridad, además, de que son grados integrales, transversales e interdisciplinarios. No se trata de competir, las universidades que ofertan actualmente Medicina lo están haciendo bien. Se trata de que la oferta sea complementaria. Cubrir aspectos que otras facultades no presentan. El enfoque principal tanto en Enfermería como en Medicina es la participación a partes iguales en la formación teórica y práctica de la Atención Primaria y la hospitalaria. La mayoría de facultades de Medicina están muy focalizadas en la hospitalaria. Otra de las cosas sobre la que se ha insistido mucho es en que sea una formación integrada y que haya una evaluación continua de verdad. –¿Eso qué significa? –Se trata de utilizar lo que se denomina evaluación programática, que usan muchos países europeos y que supone pasar de la evaluación del aprendizaje a la evaluación para el aprendizaje. Evaluar al alumno de forma continua y, sobre todo, darle el 'feed back' de lo que está haciendo mal para que pueda corregirlo. En las universidades ya se realiza la evaluación continua pero la evaluación final vale más. Nuestra idea es que esta última tenga menos peso que la desarrollada a lo largo de todo el curso. —En los últimos años la demanda asistencial se ha disparado coincidiendo con una disminución progresiva de los recursos sanitarios. Las alarmas llevan años prendidas en la sanidad pública y los profesionales han advertido del impacto que ya tiene esta situación en los pacientes. ¿Cómo puede, en tiempos de estrés asistencial, preservarse una medicina humanística? –La medicina centrada en el paciente no debe preservarse, debe ejercerse. No hay una enfermedad hay un paciente y eso debe explicarse e inculcarse a los estudiantes desde un principio. En la medicina ha habido siempre un acuerdo tácito entre los profesionales y la sociedad: la profesión médica presta un servicio de atención a las personas, se supone con una determinada calidad y con un compromiso ético, y por otra parte, el paciente o la comunidad otorga al médico un estatus que, sin pretender ser elitista, le permite autorregularse. Este principio que impera desde la época de Hipócrates ahora está a punto de romperse por los recortes. La falta de recursos no puede solucionarse desde la universidad pero sí podemos ayudar poniendo en su valor el valor profesional. Eso se resume en una frase: anteponer los intereses del paciente a los del propio profesional. Si el alumno entiende eso es más fácil que practique una medicina humanística. —¿Cómo logrará el centro avanzar en el uso de las nuevas tecnologías sin renunciar a la formación humanística? –En nuestro ADN está la formación humanística, pero eso no significa que seamos indiferentes y contrarios a los avances tecnológicos y a la tecnología. Intentamos que haya un equilibrio entre el progreso científico y tecnológico y los principios éticos en los que deben basarse para ejercer todos los profesionales sanitarios. El médico ha de curar a veces, aliviar a menudo y consolar siempre. Adquirir la parte de los conocimientos y las técnicas es fácil, la segunda es más difícil. Hay algo importante de lo que muchas veces no somos conscientes: cuando un alumno de Medicina o Enfermería empieza un grado y lo acaba, a lo largo de todo este proceso se transforma. Experimenta un proceso de cambio cultural. Debemos educarlo para que sea un buen médico y un médico bueno. En este sentido, debemos procurar que los modelos que les facilitamos en la facultad sean buenos. —¿Cómo cree que se puede combatir la falta de vocaciones en medicina familiar (la menos elegida por los MIR)? —La medicina familiar y comunitaria es la columna vertebral del sistema sanitario. Hay mucha discusión sobre la falta de atractivo de esta especialidad para el MIR. Algunas razones lo pueden justificar, por ejemplo, las condiciones en las que ejercen, las perspectivas de progreso profesional, etc... Todo esto no depende de las universidades, pero sí podemos poner en valor la especialidad a través de nuestros estudios. No solo se trata de que haya una asignatura de Medicina de Familia, que la tenderemos; tampoco de que haya una rotación de alumnos en la Primaria al final del grado, se debe impregnar de esta especialidad todo el currículo. Queremos que los profesionales de Primaria que quieran vengan a la facultad a dar clase. También cerraremos convenios con diferentes áreas básicas de salud. Se debe dar más peso a la especialidad en la facultad; los MIR no la eligen porque no la conocen.