La desaparición de Mati, la turista española en Indonesia: la policía obvia las contradicciones de los empleados del hotel y los deja en libertad
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Desde que el pasado 1 de julio Mati Muñoz desapareciera sin dejar rastro del hotel Bumi Aditya, los pensamientos de sus más allegados han girado desde la negatividad más absoluta a incluso la posibilidad de encontrarla con vida. A esa salida se agarra aún la policía indonesia, la cual trata de evitar por todos los medios que el caso tome aún más altura mediática, cuando tras la aparición de sus objetos personales este pasado domingo, a excepción de sus tarjetas de crédito, teléfono móvil y pasaporte, se asume que las posibilidades de hallarla sana y salva han menguado considerablemente. Pero es en su residencia en Lombok (Indonesia) donde las dudas han emergido de manera considerable por culpa de los giros de sus empleados atendiendo versiones varias. Por ejemplo, tras una revisión básica del periodista que escribe esta crónica, apareció un pendiente bajo su cama, cuando Mati los usaba en grandes cantidades adosados a sus orejas. Lo trascendental es que ese bungaló –el 107– fue revisado, al menos, en un par de ocasiones por la policía de la isla de Lombok. Como uno de los miembros del personal del hotel aseguró que en ese bungaló no había televisión alguna –un vídeo que envió la propia Mati unas semanas antes a su círculo más íntimo acreditaba lo contrario – se especula con la posibilidad de que, si finalmente Mati Muñoz fue atracada, la propia tele hubiera caído durante el forcejeo. Pero donde nada se entiende es en el asunto de la motocicleta que Mati alquilaba durante sus estancias en la zona de la playa de Senggigi, entendiendo que la misma se quedó en la recepción del hospedaje con el candado puesto. El problema viene cuando, y siempre según la versión de los empleados del hotel, Abi –uno de ellos–, se la llevó encendida para devolverla al negocio donde la mallorquina de adopción la alquiló. Este domingo, Anton, responsable de ese establecimiento y amigo íntimo de Mati, aseguró a ABC que fue él, y no el empleado del hotel Bumi Aditya, el que fue a recogerla al hospedaje con la otra llave que guardaba. Donde tampoco nada cuadra es en el asunto del pago por adelantado que Mati realizó el mismo día en el que se le perdió su pista –el 1 de julio–, abonando casi tres semanas de hotel hasta el 20 de julio. El tema no es sólo que nadie que desembolsa tal cantidad de noches no debería tener intención alguna de desaparecer, sino que Mala, empleada del hotel con la que Mati tenía mucha confianza , aseguró que ese pagó se realizó en efectivo cuando, en realidad, se hizo mediante una transferencia bancaria. Además, hay que asumir que no tiene explicación alguna que en los documentos policiales se asegurara, tras requerir al hotel, que Mati Muñoz dejó el establecimiento el 2 de julio cuando, en realidad, no se ha podido demostrar que ese día la ciudadana española estuviera en su bungaló. Hay que recordar que en ese espacio de unos 30 metros cuadrados, Mati utilizaba única y exclusivamente su candado, por lo que sólo ella disponía de esa llave, la cual, y siempre según la versión de Mala y Abi, apareció varios días después de su desaparición en el cajetín de recepción junto a la llave de la moto. Aunque sin duda, el hecho más dudoso para su familia y allegados, tuvo que ver con la más que presumible usurpación de su identidad que alguien cometió, contestando desde su WhatsApp la única vez que el móvil de Mati emitió señales de vida desde aquel fatídico 1 de julio, para comentarle a Mala que se había ido deprisa y corriendo hasta Laos. Lo estrambótico no es sólo la acción, sino que de los cientos de llamadas y mensajes que desde el día de 2 de julio fueron enviando sus amigos y familiares, sólo contestara a la empleada del hotel. El colmo, eso sí, aconteció este domingo, cuando tras la llegada de más de una docena de agentes del orden para verificar, analizar y custodiar sus efectos personales recién encontrados en la zona de basuras del hotel, Mala, a petición de los policías, envió a estos a examinar el bungaló 111 cuando, en realidad, Mati residía en el 107, como así constaba en el libro de registros. Todas estas negligencias , y posiblemente actos de mala fe al menos en algunos casos, no han sido suficientes para que en el día de ayer la policía de la comisaría de Senggigi interpusiera algún tipo de cargos contra, al menos, los empleados que han llevado la voz cantante en esta calamitosa forma de ayudar en la investigación que busca tanto a Mati como a los posibles criminales.