La batalla sin cuartel a la soledad de los mayores en Andalucía
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El día que se iba a quedar viudo amaneció como todos. Su esposa, María, se levantó antes que él, como solía hacerlo: preparó una cafetera, le puso las pastillas con las que empezaba cada jornada en la mesilla de noche, se arregló y se fue a desayunar con las amigas del barrio. Era miércoles y tocaba el taller de manualidades en el centro cívico, al que acudía desde hacía dos años por recomendación de su médico de cabecera y para combatir el principio de deterioro cognitivo que le traía negra. Volvió a casa a la hora de comer: él la esperaba con la mesa puesta y una lubina cogiendo temperatura en el horno. Almorzaron con la tele de fondo. Hablaron... Ver Más