El granizo rompió en dos el Martes Santo de Sevilla
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Los cofrades ayer tenían la sensación de que lo que estaban viviendo lo habían experimentado tan solo veinticuatro horas antes. Un 'Déjà vu' cofrade. Como el Lunes Santo, las predicciones meteorológicas que apuntaban riesgos de chubascos por la tarde se cumplieron y dieron al traste con la jornada, rompiendo en dos el Martes Santo de Sevilla. Con sol, emoción y bullicio salían las dos primeras hermandades de la jornada, el Cerro del Águila y San Benito. Una tormenta de granizo pasadas las cinco de la tarde quebró las expectativas en el seno de los templos de la Candelaria, San Esteban –con amago de salir incluido–, y el Dulce Nombre. Minutos después, los Estudiantes tomaba el mismo camino de suspensión de la estación de penitencia. Entonces el azul volvía a conquistar el cielo de la ciudad, pero el día ya estaba roto. Las últimas esperanzas viajaban hacia Omnium Sanctorum y Santa Cruz , quienes llenaban de vida la fría noche de ayer. Éste fue el guión de la película de esta jornada, que estuvo lleno de intrahistorias pero las inclemencias meteorológicas dejó una de ellas sin desenlace, conocer si el plan B para el orden de las hermandades del Martes Santo funciona mejor que el A, que las cofradías probaron en 2023. El año pasado no pudo ser y éste tampoco. La pregunta que se abre ahora es si esperarán a 2026 para ponerlo en práctica o si directamente se quedaran con el diseño A, que convencía mayoritariamente a las hermandades del día. El Martes Santo madrugaba en Sevilla. Desde las siete de la mañana algunas familias tomaban posiciones en la calle Nuestra Señora de los Dolores. El incienso recibía a los que por la Ronda del Tamarguillo buscaban en uno de los epicentros de la religiosidad popular de Sevilla. Todo eran indicios de que el de ayer era un día de fiesta. Los comercios estaban abiertos pero con mesas y sillas para unas horas de convivencia entre amigos y familias. Sillas en las aceras, balcones engalanados y muchos aplausos. Cualquier atisbo de que la hora deseada estaba más cerca se recibía con palmas. Las más sonadas fueron para los sones de la Centuria Macarena, que ayer estaba de estreno en el Cerro. Los tramos de los más pequeños, formados en la misma calle, ansiaban la orden para echar a andar. Todos con su madre, metáfora de la relación del barrio con su cofradía, donde los vecinos caminan siempre bajo el manto de los Dolores. Con unos minutos de antelación de la hora prevista, se abrían las puertas del templo y la cruz de guía comenzaba a caminar hacia la Catedral. Hacía viento y las nubes iban pasando pero sin mayor protagonismo. Con el Señor de la Humildad en su primera revirá sonaban los doce toques de la campana que marca la hora, como si fuesen las doce campanadas que marca el inicio de un nuevo año en el Cerro del Águila. La primera levantá del paso por las víctimas de la Dana que castigó al Levante español. Las lágrimas ya empezaban a brotar y no pararían hasta ver a la Madre del Cerro. Con 'Humildad de un barrio' y 'Dios en tu mirada', el primer paso se adentraba en Afán de Ribera, la arteria que pulsa el ritmo del barrio. Veinte minutos después, el Cristo del Desamparo y Abandono se ponía en la calle con sones macareno de altísimo nivel. Sonó 'Cristo del Cerro' e 'Híspalis'. Paco Reguera llamaba por las madres y abuelas del barrio, lo que arrancó los olés de los fieles allí congregados. El reloj no marcaba la una y la Virgen de los Dolores se entregaba a su barrio con un palio hermosamente adornado con orquídeas blancas, fresia, astromelias blancas y jacintos blancos. Lágrimas, vivas, pétalos de flores desde los balcones y mucha emoción dibujaban la escena. Las Nieves de Olivares interpretó 'Siempre la Esperanza' para que la Virgen saludase a todos los que la esperaban en la primera esquina, quienes estaban pensando al verla: «Cómo tú, ninguna» , el título de la marcha que sonó después. Este año no hubo suelta de palomas pero sí muchos medios de comunicación, incluso venidos de Alemania. Los primeros compases del Martes Santo auguraban una jornada llena de emociones. La salida de San Benito venía a corroborarlo. Con la cruz de guía dorada de la hermandad en los Caños de Carmona, sonó 'Entregado a su pueblo' para que el misterio de 'La Calzá' se presentase a la antigua calle Oriente, donde ya soplaba un viento más molesto. La espectacularidad del pretorio que ideara Castillo Lastrucci y su forma de andar eran un regalo en la sobremesa del Martes Santo. Incluso para los turistas que se veían atrapados en la bulla de camino a su hotel con las maletas en la mano. Desde la Patagonia a 'La Calzá'. «Están saliendo de esa iglesia. Están sacando una cosa gigante, como unos candelabros», fueron las primeras palabras del visitante antes de conocer al Cristo de la Sangre bajo los sones clásicos de la banda que lleva su nombre, 'De Pilatos a Jesús'. La sevillana que hizo de cicerone para aquellos turistas le dio el nombre de la hermandad, de la calle y de la parroquia, la relación de los hermanos con la cofradía o los varales. Incluso, le daba instrucciones de comportamiento: «Ahora hay que callarse». Algunos local podría aprender. Aún quedaba lo mejor. El palio de la Encarnación, con su marcha de la coronación, el Ave María cantado y una forma de andar fina y elegante. Nadie podía pensar que esa estampa sería el punto y aparte del Martes Santo. Comenzó a llover sobre las cuatro de la tarde y se abrieron los primeros paraguas. El público respondía con aplausos al esfuerzo a los costaleros del palio. La hermandad seguía hacia adelante. También lo hacía el Cerro que ya había alcanzado el Postigo. Las nubes eran intermitentes. Apretaba por momentos como cesaba por otros. Todo iba a truncarse en algo más de dos horas y media. La Candelaria anunció que solicitaba una demora de media hora de su salida, que estaba fijada a las cinco de la tarde. Mientras el Cerro llegaba a una Campana con poca gente y con paraguas. El crucificado iba enterrado en el monte de flores por si había que entrar en algún templo buscando refugio. En otro punto de la ciudad, la Virgen de la Encarnación visitaba a la Redención en Santiago con motivo de la próxima coronación de la Virgen del Rocío. El misterio saludaba a Santa Ángela. El cielo se ennegrecía y todo se rompió minutos antes de las cinco y media de la tarde. La lluvia tornaba en granizo, afectando de lleno a los seis pasos que a hora estaban en la calle. El Cerro en Carrera Oficial, camino de la Catedral para quedarse allí. San Benito en el eje Imagen-Laraña-Orfila. La Anunciación estaba cerrada. También siguieron su camino. Eso era lo que sucedía en la calle en mitad de los granizos. Otra historia bien distinta se vivía en el interior de San Nicolás, San Esteban y San Lorenzo. La Candelaria fue la primera que tomó la dura decisión de no hacer estación de penitencia a la Catedral. Casi en paralelo y cuando aún seguía lloviendo, en un extraño movimiento, San Esteban abría las puertas de la iglesia y ponía a los nazarenos con bocinas que anteceden a la cruz de guía en la misma, con los aplausos del público, y en un brevísimo intervalo de tiempo, los nazarenos se volvieron y se cerraron las puertas. Llegaron los incomprensibles e irrespetuosos silbidos del mismo público. A las seis menos diez San Esteban anunciaba que no salía. En San Lorenzo, después de varias prórrogas y al tiempo que llegaba el Señor de la Presentación con 'Perdona a tu pueblo' al palquillo, el Dulce Nombre, a las siete de la tarde, dejaba la plaza sin esperanzas sin ver el misterio de la Bofetá. Cinco minutos después, y ya con el azul conquistando el cielo de nuevo, los Estudiantes volvían a decidir quedarse en casa, como en 2024 o 2022. El Martes Santo se había quebrado por los granizos. Aunque aún había posibilidades de enmendar la noche, que se había puesto muy fría. Los Javieres salían por última vez, o esa es la intención, desde la calle Feria, abarrotada de público ayer, antes irse a la iglesia de los jesuitas de la calle Jesús del Gran Poder. Se puso en la calle con lluvia pero sin miedo y un itinerario recortado, y un estilo marcado en el andar de sus pasos, sobre todo del Cristo de las Almas. Las personas con ganas de cofradías saborearon un cierre de jornada con mucha categoría. El Cristo de las Misericordias con el nimbo, y la Virgen de la Antigua bellísima. Santa Cruz decidía hacer estación de penitencia minutos después de las ocho. A esa hora, el Cerro salía por la puerta de San Miguel para volver a casa, al mismo tiempo que por la puerta del Palos la Virgen de la Encarnación dejaba la Seo. Se abría ante la ciudad una oportunidad para disfrutar del Martes Santo, que ya estaba roto en dos.