Dura caída de un Betis Baloncesto derretido en Burgos (87-67)
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En el Coliseum burgalés sólo sufre pesadillas el Betis Baloncesto. Ya padeció una en las semifinales de la Copa de España, entonces ante el Monbús Obradoiro, y el capítulo se ha repetido este sábado contra el San Pablo Burgos, el mejor equipo de la categoría. La noche ha sido muy dura para el club verdiblanco y la conclusión es evidente: con lo que tiene, siendo bueno, no le alcanza a domicilio ante los tres primeros. Perdió con el Estudiantes, en Fuenlabrada naufragó y esta noche se ha caído a plomo, impotente, ante un inabordable San Pablo Burgos que lo anuló en ataque y luego lo acabó sacando de la pista. De hasta 22 puntos fue la máxima diferencia del partido, finiquitado en el tercer cuarto. No tuvo capacidad de reacción el Betis, desprovisto del suministro anotador de sus estiletes perimetrales (apenas diez puntos entre Benite y Hughes), sin triple (5/20), con Tunde viendo todo el partido desde el banquillo (era baja) y sin fe ni convicción ni armas para competir mínimamente ante el acorazado de Bruno Savignani. El ascenso directo ya es una utopía, está lejísimos el Betis del nivel del San Pablo Burgos, y su camino será otro que ha de retomar el próximo martes en casa ante el Zamora. En el primer cuarto, igualado a su conclusión, ya delimitó el guion: el Betis Baloncesto iría a remolque. En un partido intenso, de alta temperatura, con el público apretando y silbando a sus exjugadores (Benite, Radoncic, Renfroe), el San Pablo Burgos, con Almazán clavando dos triples desde las esquinas, adquirió ya siete puntos de renta neutralizados gracias a la aparición en escena de Cvetkovic, que puso orden, control y cierta calma chicha que favoreció a los intereses de su equipo (19-19). El duelo era de armas tomar. Una batalla en cada contacto y cada bloqueo. Defensas de líneas altas, agresivas en el bloqueo central, con los jugadores diseminados por toda la pista. Campo minado. Ya se habían destapado las cartas y al Betis Baloncesto le interesaba más un flujo anotador bajo. Y para eso debía dejarse la vida en sus dominios. Dani Díez castigaba de tres (22-19) y Benite, especialmente ansioso, rompía dos sistemas y se la jugaba sin anotar. El tercer ataque también lo tiró a la basura y el propio Dani Diez elevaba el parcial hasta el 8-0 (27-19). Segundo momento crítico para el Betis Baloncesto, fundido a negro en ataque con Benite y Hughes en la cancha. Ninguno producía y su equipo se resentía. El norteamericano estaba a cero sin haberse sentado aún. Cuando lo hizo fue por cometer su segunda falta. Cuevas despegaba al San Pablo (30-21) y el Betis alimentaba a DeBisschop, hábil en las lecturas, serio atrás y vital en la intendencia. El mejor de los invitados. A Benite, pitado cada vez que tocaba el balón, no le salía nada. Y con ese afluente taponado, todo era sufrimiento para el Betis, que se apretaba las clavijas defensivas activándose en las líneas de pase. Tampoco ese ferviente deseo en su tablero le duró demasiado. Renfroe contestaba un triple de Barrera y luego, qué listo, rascaba falta de dos tiros (33-30). Sin embargo, más allá del base, en ataque no tenía nada el Betis. Su dupla perimetral estaba apagada, su balance defensivo dejaba mucho que desear y el San Pablo, por el contrario, desplegaba su rica panoplia ofensiva. Tenía más argumentos y lo tenía todo más claro. El plan de partido lo llevaba a efecto y las cuentas le salían. Barrera conectaba el séptimo triple y Gudmundsson, en transición, abría brecha. Corbalán puso los diez (44-34) tan psicológicos y el Betis no sabía ya cómo hincarle el diente a la defensa burgalesa. Se enredaba y no hallaba caminos. Sin triples (cuatro sumaba), este equipo se empequeñece y se obtura cuando ni Benite ni Hughes carburan. Virginal estaba el casillero del estadounidense al intermedio (44-36). A los quince segundos del tercer cuarto, el posteo de Almazán le sacaba la tercera personal a Benite. Otra mala noticia. DeBisschop era el único bético que anotaba y ese daño, claro, se lo podía permitir el conjunto burgalés si de las estrellas verdiblancas no había noticias. Estaban fuera de partido. Hughes, por ejemplo, hizo pasos de salida en una arrancada para machacar mientras Fischer, en las antípodas del jugador que pasó desapercibido en Sevilla, se lucía en las distancias cortas. El Betis era un equipo desfigurado, que no se rendía (aún) pero no se encontraba, completamente atorado y huérfano de puntos, a pique de caerse definitivamente (53-39). No creía que pudiera darle la vuelta al partido y sin convicción es imposible. Se desplomó cuando Cvetkovic perdió la pelota a media pista y concedió un dos más uno (56-39). Probó entonces una zona el conjunto verdiblanco, pero su ofuscación ofensiva era absoluta. Que Cvetkovic y Benite errasen triples liberados lo ponía de manifiesto. Dani Díez no perdonaba y casi cerraba el encuentro en el último minuto del tercer cuarto (63-44). Con tantos errores no forzados era sencillamente imposible y el 22-11 de parcial parecía ya definitivo (66-47). No había historia. La primera canasta de Hughes, un triple, se produjo a ocho minutos y 55 segundos del final. Demasiado tarde. Porque el San Pablo Burgos iba en patines y disfrutaba. Todo lo contrario que el Betis. Se sentía derrotado. Llevaba cabizbajo muchos minutos y las caras de los jugadores eran un poema. Por más que los intentara hacer reaccionar Gonzalo García de Vitoria en los tiempos muertos. Con 75-52, mini-parcial de 0-8 en la primera desconexión real burgalesa. La respuesta, inmediata: 5-0 y 80-60. El partido estaba sentenciado y fueron demasiados minutos de la basura en los que, por la cabeza de los jugadores verdiblancos, pasaron seguro muchos pensamientos. Dio el Betis todas las facilidades posibles, de brazos caídos en el tramo final, a un rival que lo abrasó y demostró que ahora mismo, a falta de once jornadas para el cierre de la temporada regular, existe un abismo entre los dos. La autopista sin peaje del ascenso directo queda prohibida para el Betis Baloncesto, que tendrá que pelear por las carreteras secundarias, más sinuosas, del play off.