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Así consiguió Felipe II la unión entre España y Portugal: «Fue el rey más poderoso de su tiempo»

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Es sincero José Calvo Poyato ... a ver quién diantres tiene valor para endulzar la realidad en el corazón del coloso de granito que hacía estremecerse de emoción a Felipe II. Mientras recorre uno de los 22 patios del Monasterio de El Escorial, el historiador y escritor confiesa, con su inconfundible acento de Cabra (Córdoba), el secreto que esconde el título de su obra: «Después de incorporar Portugal, la Monarquía Hispánica pasó a estar presente en Europa, Asia, África, América... Íbamos a usar aquello de que en España nunca se ponía el sol, pero ya se ha repetido demasiadas veces». Así que prefirieron apostar por otro encabezado: 'Dueños del mundo' (HarperCollins). La nueva novela histórica del superventas andaluz esconde tintes oscuros, de thriller, pero se zambulle también en uno de los momentos álgidos de la Monarquía Hispánica: aquellas décadas finales del siglo XVI en las que el 'Rey prudente' combatió para ser proclamado monarca de Portugal. Porque sí, hubo un breve lapso de tiempo en el que se materializó esa idea por la que muchos suspiran todavía hoy. «¿La Unidad Ibérica ? Creo que Portugal debería buscarla, pero es cierto que siempre les hemos mirado por encima del hombro. Es algo parecido a lo que les pasa a los franceses con nosotros», afirma Calvo Poyato. Ya habíamos avisado de su sinceridad. Qué mejor lugar para presentar su nueva obra que El Escorial, el monasterio al que el poeta del XIX Teófilo Gautier definió como «la más enorme mole de piedra» después de las Pirámides de Egipto. «Buena parte de la novela discurre aquí», continúa el autor mientras atravesamos el majestuoso Patio de los Reyes, centro de esta monumental construcción con cuatro millares de ventanas. Desde que puso su primera piedra en 1563, Felipe II sacó dinero de aquí, allá y más allá para terminarlo. Y eso, corrobora el escritor, es mucho decir para un monarca «que se declaró en bancarrota hasta en tres ocasiones». Durante el paseo, Calvo Poyato nos regala un ejemplo de la importancia de El Escorial: el Prudente descansaba en él cuando, el 13 de agosto de 1578, recibió la noticia de la muerte en batalla de su sobrino, el monarca luso Sebastián I . Fue aquí, por tanto, donde comenzó la lucha por hacerse con una corona huérfana de descendiente. «Felipe II pudo optar al trono porque su madre era la princesa Isabel, hija del rey portugués Manuel I », aclara el escritor. Pero se topó con dos aspirantes más: Catalina, duquesa de Braganza , y el bastardo don Antonio, prior de Crato. Ambos, nietos del mismo Manuel I. La novela se centra en esos convulsos años en los que Felipe II maniobró para adelantar a sus adversarios. Un plan que orquestó, con probabilidad, desde las mismas estancias personales que nos muestra hoy Calvo Poyato: dos pequeñas y austeras habitaciones ubicadas tras el altar mayor de la Basílica que se levanta en el centro del Monasterio. «Hay que entenderlo, su residencia principal se hallaba en Madrid. Una mesa y una cama de viaje le valían para vivir aquí», suscribe. Desde El Escorial partió también el Prudente para dar el golpe definitivo en su lucha por el trono vecino. Y es que fue en 1580 cuando invadió Portugal para acabar con las tropas del prior de Crato, postulado como su principal enemigo. La victoria fue rápida, insiste Calvo Poyato, gracias a que contaba a su vera con los temibles Tercios y un líder militar envidiable: Fernando Álvarez de Toledo, Gran Duque de Alba. «Felipe II era el monarca más poderoso de su tiempo. Su potencial militar es comparable al que tiene hoy Trump. Contaba con guarniciones por todos sitios. El problema es que eso le costaba mucho dinero. Siempre estaba a la espera del oro y la plata que llegaban a Sevilla», completa. Pero no todos son líos dinásticos en 'Dueños del mundo'. La novela se vertebra alrededor de un misterioso crimen perpetrado a orillas del Manzanares que, confiesa Calvo Poyato, pertenece a su imaginación: «Dos pescadores hallan el cadáver de un boticario que tiene fama de alquimista. De la investigación se encargará Diego de Paz, un antiguo soldado de los Tercios convertido en alguacil». Todo está engarzado con el Prudente, no se crean. «Felipe II necesitaba mucho dinero, y se sabe que intentó conseguirlo mediante la transmutación de metales viles en preciosos», añade el autor. Una tarea que se llevaba a cabo en el mismo Monasterio de El Escorial. Hasta ahí puede contar el bueno de Calvo Poyato. «¡El que quiera saber cómo acaba, que se compre el libro!», bromea.