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Andrea D. Morales : «Lubna era una mujer de infinitos saberes: poesía, cálculo, astronomía»

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La escritora Andrea D. Morales (Sevilla, 1995), viaja en 'La Biblioteca de Córdoba' al esplendor cultural de la ciudad de Alhakén II , cuando brillaban la poesía y la literatura. Con su obra, publicada por Ediciones B, relata la vida de Lubna, calígrafa y mano derecha del califa en un ambiente de gran refinamiento. -Desde hace unos años hay una calle en Córdoba que se llama Escriba Lubna, la protagonista de su libro. ¿Quién era? -Pues Lubna era una esclava del siglo X que se dedicaba a la correspondencia estatal y personal del califa Alhakén II. Era su secretaria , lo que se conoce como cativa. Y normalmente se le atribuye el oficio también de bibliotecaria, pero eso sí que es cierto que no es real. -Es decir, que se dedicaba a escribir. Se dedicaba exactamente a escribir las misivas de Estado, y las misivas personales de Alhakén. Se las redactaba, se las leía y llevaba como su agenda personal, por así decirlo. -En este tiempo hablamos de la esclavitud como algo deleznable, en que se compran y venden personas. Lo asociamos al trabajo poco cualificado, poco elevado. Sin embargo, ella sí tenía un trabajo cualificado. ¿Cómo era esa condición de esclava de Lubna? -Es verdad que en Al Ándalus hay esclavos que se dedican a trabajos no cualificados, pero que no es que sean no cualificados, sino que son trabajos manuales, o que necesitan una fuerza física. Trabajos serviles, por así decirlo. Y luego están todos esos otros trabajos a los que se dedican los esclavos y que suelen ser relacionados con la política , con las artes, con la cultura . En el entorno cortesano habitan sobre todo muchos esclavos de mucha inteligencia , a los que desde muy pequeños se les ha instruido en ciencias religiosas, en ciencias profanas, en caligrafía, en cálculo, en métrica... Eran esclavos que, es cierto que siguen siendo personas de condición jurídica no libre, pero que gozan del privilegio de vivir en la corte , de una buena salud, y además gozan de la confianza del califa. -¿Y cómo llega a ese puesto? -En el caso de las mujeres, de Lubna, primero se hace una pequeña criba de mujeres que son bellas y que no son bellas. Las mujeres bellas van destinadas al harén . Las mujeres que no se consideran especialmente bellas, pueden ir a lo servil o destinarse a tareas de oficina, por así decirlo. Muchas veces es por el intelecto que demuestran, o por preferencia, capricho del propio califa, porque se ve que hay más tendencia a ser buenas en la caligrafía, como era el caso de Lubna, más despiertas... -Y en cualquier caso, aunque no fuese bibliotecaria, sí que tenía acceso a los libros y sí que mostró interés por ellos, ¿no? -Sí, por supuesto, de hecho, a Lubna se les reconoce como una mujer de infinitos saberes . Controlaba poesía, métrica, cálculo, astronomía, matemáticas. Sus contemporáneos la reconocen como la mejor calígrafa de la dinastía Omeya , por encima de su predecesora Muzna. Desde luego para eso hay que tener una educación exquisita, y hay que tener un amor por los libros. -¿No extrañaba a sus contemporáneos que una mujer destacase en ese ámbito? -Para nada, podría muchas veces considerarse que Lubna era una rara avis, pero lo cierto es que es una más del montón. Sí que es cierto que su nombre resuena mucho, porque es la que se nos ha conservado y es un hecho que era la mejor calígrafa , pero la corte y el entorno palatino estaba completamente lleno de esclavas de indudable valor y que eran muy caras en el mercado. Se peleaban por ellas, y solamente podía acceder a ese nivel el califa y los visires. -¿En qué momento de su vida se centra? -En el año 973. El problema es que como no conocemos apenas datos de ella, no sabemos cuándo nació. Yo simplemente decido ponerle una edad un poco alternativa, pero me centro mucho en estos años de esplendor de la Córdoba Omeya, durante el gobierno de Alhakén II, en el que ella está todavía liderando la biblioteca, está cumpliendo con sus papeles administrativos y es una de las manos derechas del califa. -Porque fue una etapa muy esplendorosa, desde la biblioteca hasta la maqsura de la Mezquita, por ejemplo. Exactamente, todo el periodo que comienza ya con su luna de miel es espléndido, y dura poco, hasta que Alhakén II muere y hereda Hisham II, y se produce esta pequeña fitna, esta pequeña guerra entre Almanzor e Hisham. -¿Es muy complicado saber cómo podían pensar Lubna, Alhakén II y todos los personajes que vivieron hace mil años, para contarlo en una novela histórica? -Ellos eran personas igual que nosotros, con las mismas preocupaciones que nosotros. Es verdad que nosotros ahora mismo nos preocupamos porque no me va la fibra del teléfono móvil, se me ha inundado el techo porque la vecina deja el grifo abierto. Pero ellos tienen la preocupación de necesito hacer bien mi trabajo porque quiero cobrar para darle de comer a mis hijos, hoy llueve y se me pueden arruinar las cosechas, me he enamorado y no me corresponden, o me van a casar y yo no le correspondo en el amor a esta persona... Cosas muy básicas del ser humano, y son preocupaciones que tenemos a día de hoy. El luto, el duelo, la amistad. -Es profesora de documentación, es siempre la tarea previa al novelista histórico a la hora de buscar información sobre su etapa, ¿es una cosa complicada? Es complicado todo el proceso de creación de un libro , eso es un hecho. La documentación según cuánto de serio te la tomes, se te hace más fácil o menos, y sobre todo con las pretensiones con las que tú vayas a hacer la novela. Si tú quieres una novela excesivamente rigurosa , la parte de documentación va a tener que ser muy dura. Si vas a hacer un romance en época medieval, como al final el romance es lo que va a pesar y la época medieval va a actuar como un telón de fondo, no es necesaria una documentación tan profunda. -En cualquier caso es un andamiaje delicado, en el sentido de que en la medida en que uno cometa un error puede causar una pésima impresión al lector y hacer que la obra se debilite. -Exacto, hay que tener en cuenta que todo debe ser verosímil para que el lector pueda sentir que está viviendo ese periodo. A veces los pequeños fallos que se cometen, porque todos somos humanos, no se perciben, no los percibes tú como autor, por mucho que te documentes no lo percibe tu editora, tu editor, tu corrector, no lo percibe luego el lector y son minúsculos y están ahí y no dañan. Hay veces que sí y que pueden suponer que se desvanezca la magia de la ambientación.