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La reconstrucción de Mbappé

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Suele decir Ancelotti que no es fácil ser Vinicius . Tampoco tiene pinta de que ser Kylian Mbappé sea sencillo. Desde que se marchara del PSG el pasado verano, ha sufrido un intensa campaña mediática en su contra desde su propio país. Campaña promovida por el PSG y que ha tenido bastante calado entre sus compatriotas. Hace tres meses, fueron las graves acusaciones que le vinculaban con un caso de violación que, finalmente, acabó archivado por la Fiscalía del país nórdico. Acusaciones que se produjeron durante la ventana de selecciones de octubre, parón que aprovechó Mbappé para pedirle a Deschamps que le diera descanso y que no le llevara convocado, a pesar de que ya estaba recuperado de una lesión muscular y había jugado con el Madrid días antes de que Didier diera la lista. Después llegó la convocatoria de noviembre, en la que Deschamps le dejó fuera sin aclarar el porqué. De hecho, Mbappé confesó que no había recibido ninguna razón del seleccionador. A esta fría relación con su seleccionador había que añadirle el litigio que mantiene con el PSG por 55 millones de euros que el club francés se niega a pagarle. Y, además, estaba un decepcionante aterrizaje en el Real Madrid por el que llegó a confesar en San Mamés, hace mes y medio, que había tocado fondo en lo deportivo: «Cambié mi mentalidad tras el partido de Bilbao. No podía hacerlo peor y sabía que solo podía ir hacia arriba porque no había venido al Madrid para jugar mal». Y así ha sido. La autoterapia de Mbappé le ha convertido, por fin, en el líder que el madridismo, y sus compañeros, esperaban de él. Ante el Barcelona, en la final de la Supercopa y a pesar de la dolorosa derrota, contra el Celta en Copa y frente a Las Palmas en Liga firmó sus tres mejores partidos con la camiseta del Madrid. Las críticas las utilizó como trampolín para dar ese salto hacia adelante que él mismo se impuso y que le exigía su afición. Nadie pensó que de la noche a la mañana se le había olvidado jugar al fútbol, pero el paso del tiempo tenía el riesgo de agotar la paciencia de un sector del madridismo. Afortunadamente para él, y para el equipo, su cabeza y sus piernas ya vuelven a ser las que siempre fueron en el PSG: «Nunca voy a ser un jugador tímido, pero cuando llegas a un club que acaba de ganar la Champions, tienes que venir con humildad. No puedes llegar aquí el primer día y decir, 'eh, tú, venga, pásame el balón'. Hay que ganarse el respeto con el juego».