El sobre de Martín Cartaya
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Casi como un nazareno del Silencio, Jesús hacía las fotos en blanco y ruan. Estando sin estar. Captando la verdad íntima de Sevilla sin hacer ruido. Y luego, cuando las tendía en el cordel de su cuarto oscuro a la espera de que se revelara el misterio de cada uno de sus disparos, las marcaba para hacer antologías humildes de una ciudad desconocida incluso para nosotros. Porque su obra consistía en detener lo aparentemente invisible y convertirlo en trascendente. Jesús hacía taquitos de cada protagonista y, cada cierto tiempo, les dejaba un sobre por debajo de la puerta en el que se leía, con caligrafía de vendedor de textiles de posguerra, una modestísima firma: «Martín Cartaya». Fui una mañana a... Ver Más