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«Todo lo que he logrado lo he construido yo desde cero»

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Redactar la introducción para una entrevista a Támara Echegoyen se antoja muy difícil. Tengo que enumerar sus logros deportivos, pero este relato descriptivo no conseguirá trasladar la calidad humana de esta mujer que ha dedicado media vida a la vela olímpica y que se ha hecho querer, y mucho , por todos sus compañeros de viaje. Nacida en Orense en 1984, Echegoyen se colgó el oro de Match Race femenino en Londres 2012, en sus primeros Juegos . Para el siguiente ciclo se pasó al 49er FX con Berta Betanzos y consiguieron acabar cuartas en Río 2016 . Repitió el sabor amargo de la medalla de chocolate en Tokio 2020 , esta vez con Paula Barceló de tripulante. No hubo cambios para la campaña de París 2024, y Echegoyen y Barceló afrontaron sus segundos Juegos juntas, pero en aguas de Marsella las cosas no salieron bien y se quedaron a las puertas de entrar en la Medal Race . Eso sí, los de París serán siempre unos Juegos inolvidables para ella, porque fue la abanderada española junto a Marcus Cooper en la ceremonia de inauguración . La gallega también acumula tres oros y un bronce mundialistas, además de un oro y dos bronces europeos. Y ha participado en dos ediciones de The Ocean Race , con el Mapfre (2017-18) y con el Guyot (2023). La Copa América femenina debía sumarse también a su currículo, pero cambios de última hora la bajaron del barco español. Lo dicho. Estas líneas no hacen justicia a esta gran campeona, gran persona, que se describe como soñadora de profesión. El anuncio de su despedida de la carrera olímpica no ha sido ninguna sorpresa, y conociéndola sé que poco me va a contar en esta entrevista sobre lo que pasó con el Sail Team BCN y sobre sus planes de futuro, pero siempre es un placer charlar con ella, figura inspiradora como pocas. —Ha dedicado media vida a la carrera olímpica. ¿Ya lo echa de menos? —Sí, son casi 20 años dedicados a la vela olímpica. Empecé en 2005 en Laser. De algún modo fue Fernando Echávarri quien me animó a ello, a raíz de un viaje a Santander que de forma casual compartí con él. De momento es pronto para sentir añoranza. Tras los Juegos de París he tenido mucho que gestionar y aún estoy en ello. Pero no tengo prisa, supone un cambio de vida por tanto hay que hacerlo con calma. Y quiero seguir siendo regatista, no dejaré la vela profesional. —En su carrera olímpica, ¿ha habido más alegrías o más disgustos? —Sin lugar a dudas ha habido más alegrías, porque de lo contrario no le hubiera dedicado 20 años. El deporte de alto rendimiento no es un camino fácil, he tenido muchos momentos de gloria pero también muchos momentos duros, momentos en que te caes y tienes que volver a levantarte. Ha sido difícil tomar esta decisión, pero los proyectos olímpicos consumen casi todo el calendario, y por tanto reducen la posibilidad de abordar otros desafíos. En cualquier caso, la carrera olímpica me ha dado una vida excepcional, he tenido el privilegio de estar acompañada de las mejores compañeras y de los mejores profesionales, y de crear un camino hacia dónde yo quería y cómo lo quería. Pienso con tranquilidad en lo que he hecho, y la sensación que tengo es que he cumplido mis objetivos. —¿Cuál considera que ha sido su mayor logro deportivo hasta el momento? —A nivel de resultados, fue el oro de Londres 2012. Llegó en un momento personal bastante complicado y era el inicio de mi carrera olímpica, con lo cual fue perfecto para abrir puertas y poder seguir luchando por otros retos. Siento que ese oro y todo lo demás que he logrado lo he construido yo desde cero, que el camino me lo he labrado yo. Ha habido muchos otros momentos alegres, pero un oro olímpico marca la vida. —¿Y su mayor fracaso, si ha habido alguno? —Siempre hay una sensación de fracaso cuando no consigues lo que quieres. Los dos cuartos en los Juegos de Río y Tokio fueron dolorosos, pero luego, si lo pienso bien, construir un equipo nuevo en solo dos años y medio y llegar a este resultado es fabuloso. Otro momento que recuerdo con mucha dureza es el Mundial de 2019… no gestioné bien la lesión de Paula. Pero el siguiente Mundial lo ganamos. Cada caída es una oportunidad de volver a levantarse para dar una mejor versión de ti misma, y yo me he caído muchas veces. Gracias a estos momentos soy la persona que soy ahora. —Decía que aún está gestionando lo de París 2024. —Sí, en los Juegos de este verano no conseguimos el resultado esperado. No navegamos como el equipo que somos y no pudimos dar nuestra mejor versión. Sabía que era mi última campaña. Me costó tomar la decisión de hacer este ciclo y fue una buena decisión, pero me hubiese gustado despedirme mejor, disfrutar. —¿Se ha ido a la otra punta del mundo para reflexionar sobre lo ocurrido estos últimos meses? —Bueno, estoy de vacaciones en Nueva Zelanda, disfrutando de la gran cantidad de amigos que tengo aquí. Y recuperándome para tomar decisiones de cara al futuro. Estoy pensando en nuevos retos deportivos, la motivación vuelve poco a poco. —¿Qué puertas se abren ante usted ahora y cuál le apetece cruzar? —Tengo varias opciones. Estoy pensando especialmente en la vela profesional, más allá de las campañas olímpicas. La vela oceánica es una posibilidad. Tengo diferentes ofertas. La gestión del deporte también me gusta mucho, y ayudar a las siguientes generaciones a conseguir sus objetivos, pero no me veo de entrenadora pegando botes en una lancha. —¿Qué opina sobre la salud de la vela española? —Hay mucho talento, siempre lo hemos tenido. Pero echo en falta más patrocinadores para que haya proyectos españoles en los grandes circuitos. —¿Cómo valora la evolución del papel de la mujer en la vela en los últimos años? —Es exponencial y seguirá creciendo. Hay que abrir más puertas para ellas, pero soy partidaria de equipos mezclados. Hay más aprendizaje que en los equipos femeninos.