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Декабрь
2024

Muere el fotógrafo Jesús Martín Cartaya, el cronista gráfico de las cofradías

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Jesús Martín Cartaya ha fallecido a las 85 años de edad. Deja un vacío irreparable en Sevilla y en todos aquellos que valoran el arte de inmortalizar la historia a través de la fotografía. Su trabajo, durante más de medio siglo, se convirtió en un testimonio gráfico y escrito de la evolución de la ciudad, de sus costumbres y de sus tradiciones más arraigadas, entre la que se encuentra la Semana Santa. Desde las hermandades hasta los momentos más cotidianos y significativos de Sevilla, su cámara capturó la esencia de una ciudad llena de vida y de historia. Su legado es un archivo invaluable que quedará para las generaciones venideras como un puente entre el pasado y el futuro. A lo largo de su vida ha recibido multitud de reconocimientos, entre los que se encuentra 'El Llamador' de Canal Sur Radio. Residente en Castilleja de la Cuesta donde dispone de una calle. Su hermandad, la O. Ha sido, sin duda, uno de los cronistas gráficos imprescindibles de la ciudad. La trayectoria de Jesús Martín Cartaya en el mundo cofrade comenzó en una época en la que la Semana Santa de Sevilla aún tenía una intimidad especial, distinta a la masiva afluencia de público que caracteriza los días actuales. Haber empezado su andadura a tan temprana edad, con apenas 15 o 16 años, demuestra el amor genuino que sentía por las tradiciones y la esencia de la ciudad. El hecho de haber tenido como maestros a figuras de la talla de Serrano y Luis Arenas habla del entorno privilegiado en el que se formó, absorbiendo el conocimiento y la sensibilidad que luego marcarían su obra. Su relato de aquellos años, comenzando en el Porvenir y trasladándose en tranvía a San Julián, donde las cofradías transcurrían casi en soledad, evoca un Sevilla nostálgica que él supo inmortalizar con su mirada. Su primera foto la hizo en el restaurante la Raza. En aquel entonces vivía en Reyes Católicos, se dirigía a la salida de la Paz. Cruzó la avenida y el Postigo y antes de adentrarse en el parquem, pasaba un gitanillo con chaqueta blanca y su ristra de globos y lo captó. Jesús, en comparativa con la fotografía antigua a la actual, ve una diferencia grande en el público. Antiguamente, como así indicó en una entrevista a ABC de Sevilla, «en aquella época tú te podías mover con una rápidez y una soltura que ahora es imposible. Todo tenía más sabor, se veía a un costalero como hombre trabajador, el hombre de muelle, en las salidas veías a un grupo de niños subidos en la ventana como tengo fotografiado en las columnas de San Bernardo. Los niños participaban en la Semana Santa solos, sin padres». Hoy día veía muy difícil moverse por las calles. «Ya se sabe, las desbandadas de público y nazarenos que había antes ya no las hay ahora. Yo tengo el misterio del Sentencia en relator y el palio en Montesión. Eso ya es imposible». Nunca fue partidario de las cámaras digitales hasta que su familia le regaló una. Antes, en Semana Santa, gastaba cuatro o cinco carretes diarios, siempre atento a capturar detalles y momentos únicos. Su archivó fotográfico estará en la hemeroteca municipal, junto a sus maestros Serrano y Luis Arenas. Para Jesús su hermandad de la O era su universidad de las cofradías, donde aprendió a rezar, a saber lo que es una manigueta, palio, un candelabro. De joven era acólito, con esas cuadrillas de profesionas en las que, por ejemplo, existe documentación de Martín Cartaya en el Gran Poder. En la Maestranza de Caballería hacía fotos al doctor Ramón Vila, en la que vio como sigue la vida a la muerte; un hombre muerto en la camilla, roto todo el mundo en la habitación y escuchabas de fondo que la corrida seguía, los olés y los clarines en el ruedo. Estuvo en la muerte de muchos toreros y cuenta con un archivo gráfico de toros único. Sus fotografías muestran la manera de estar cerca de la sociedad, la evolución y las transformaciones urbanas de Sevilla, llegó a estar presente en medios de comunicación, un amante de las imágenes en blanco y negro, una leyenda de Sevilla que nos ha dejado, pero su legado perdurará para la eternidad. Descanse en paz.