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Triángulo de Amor Bizarro: «El éxito nos comió y nos dejó vegetales, casi difuntos»

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La carrera de Triángulo de Amor Bizarro es la historia de un éxito absolutamente inesperado por sus protagonistas, muy aplaudido por los que se convirtieron en sus fans, y tristemente vilipendiado (¿o envidiado?) por más gente de lo que sus siempre excelentes críticas parecían apuntar. Recuerda su cantante y guitarrista Rodrigo Caamaño que el grupo lo formaron «unas cuantas criaturas de la noche» que, en tiempo récord, en cuanto lanzaron su primera maqueta, recibieron una lluvia de halagos tan torrencial que no supieron cómo encajarlo. «Fue muy bestia» , dice Rafael Mallo (batería), que por entonces aún no había entrado en la formación y lo veía todo como amigo y fan. «En Galicia vivíamos una época con mucha escena de rock clásico, y cuando salió Triángulo de pronto se formaron dos bandos irreconciliables en Galicia: los que vieron al grupo como algo refrescante y nuevo, y los que decían que no tenían ni idea de tocar. Es algo que siempre acompañó al grupo, lo de tener mucha gente en contra». «Sí, somos el grupo menos profeta en su tierra de la historia», añade Caamaño. «Muchos se preguntaban de dónde habíamos salido. Como no formábamos parte de ninguno de los clanes musicales de A Coruña, nadie nos conocía y eso causaba recelo. Entramos como un tanque disparando a todos lados, pero sin pretenderlo. Simplemente hacíamos la música que nos gustaba, y apenas estábamos descubriendo qué era eso de estar en un grupo. Aunque en realidad, estar en un grupo no era del todo eso, porque normalmente la cosa no va de llegar y besar el santo». En ese momento la banda estaba formada por Caamaño, Isa Cea (voz y bajo), Miguel Prado (guitarra) y Julián Ulpiano (batería), pero aún faltaba un miembro más para completar el equipo A: el ingeniero de sonido y productor Carlos Hernández , que contribuyó a dar con la envoltura sónica perfecta para que su primer disco se convirtiese en uno de los debuts más celebrados de la historia de la escena independiente nacional. «Para mí una banda es un proyecto colectivo y post-adolescente de gente que no encuentra su sitio en la sociedad. Por eso siempre me han dado mala espina las que empiezan muy a tope», asegura Caamaño, que al verle las orejas al éxito también se las vio al lado oscuro de la industria. «Los viajes, las giras, las promos, muchas cosas que te impiden situarte, porque vienes de estar ensayando con tus amigos en un sótano y de repente, con todos esos cambios tan repentinos y fuertes… pues cuesta ubicarse». Fue precisamente por eso que, al terminar su primera gira, acabaron tan «ultraquemados» que se produjo la primera baja en el grupo: la del guitarrista Miguel Prado. «Eso también nos llevó a una situación de sequía creativa -revela Caamaño-, a pelearnos con Julián (el batería, que se marchó poco después) por una tontería que luego arreglamos con los años… Es que pasaron muchas cosas que no pretendíamos que pasaran, y eso nos comió. Técnicamente nos dejó en un estado vegetativo, o casi difunto (risas). Entramos en una espiral en la que parecía casi imposible que hiciéramos un segundo disco». Pero ahí aparecieron su amigo Mallo para coger las baquetas, y un nuevo guitarrista y teclista, Óscar Vilariño, con quienes superaron con matrícula de honor el famoso reto del «temido segundo disco»: 'Año Santo' (2010), grabado en apenas cinco días, «a lo loco, todo en analógico, sin ninguna mediación de ordenadores en todo el proceso, un poco echando un cara o cruz y lo que salga», con el single-misil de 'De la monarquía a la criptocracia', los aupó al altar del rock alternativo español y ahí se han quedado durante catorce años. En todo este tiempo ha habido un par de cambios más de formación (cuando Vilariño abandonó para ser sustituido por Zippo, que a su vez acabó dejándolo tras el golpe anímico de la pandemia), otros cuatro elepés recibidos con honores por la prensa, un inolvidable disco colaborativo en el que participó la flor y nata del indie español y algunos otros proyectos más bizarros, como los trabajos conceptuales en formatos EP y maxisingle 'El Gatopardo' y 'No eres tú'. Para celebrar su vigésimo aniversario, el ahora trío ha preparado algo sencillamente increíble, un regalazo para sus fans. El artista Wences Lamas ha creado seis cartas de tarot, una por cada disco del grupo, y en cada concierto, una figura simbólica llamada A Moura, 'el Ente del Vacío', las lanza al público para que sea éste quien decida qué álbum será interpretado en directo. «Eso nos va a llevar a tocar canciones que o nunca se tocaron, o se tocaron poquísimas veces», dice Caamaño, que va a disfrutar de la gira como «una celebración de que todo esto valió para algo, que sirvió trabajar duro para gustarle a la gente que de verdad le gusta la música, porque el dinero y la fama nunca fueron nuestras metas». FECHAS RESTANTES DE LA GIRA 20º ANIVERSARIO 22 DE NOVIEMBRE - TOLEDO 23 DE NOVIEMBRE - SEVILLA 29 DE NOVIEMBRE - OVIEDO 12 DE DICIEMBRE - ZARAGOZA 13 DE DICIEMBRE - BARCELONA 14 DICIEMBRE - VALENCIA 20 DE DICIEBRE - A CORUÑA 28 DE DICIEMBRE - SORPRESA FINAL 1 DE FEBRERO - CDMX