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Los 80 minutos de martirio de Pablo Rigo en la repetición del juicio por matar a un ladrón: «Decidí hacer algo: defenderme»

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A sus 84 años, Pablo Rigo vuelve a sentarse en el banquillo. El octogenario, que en febrero de 2018 mató con una escopeta de caza a un ladrón que asaltó su casa de Porreres (Mallorca), ha llegado a la Audiencia Provincial este viernes ayudándose con un bastón a paso lento. Nervioso y cabizbajo ha escuchado la declaración de Fredy Escobar , uno de los asaltantes y hermano de la víctima del disparo mortal de su arma. El joven, entre lágrimas, ha dicho que no guarda rencor «al señor Pablo» ni lo considera un «asesino». Cuando ha llegado su turno, Rigo ha salido al estrado para defender que disparó en defensa propia. «¿Qué se supone que tenía que hacer? Venía a por mí. Fui yo el agredido», ha repetido visiblemente agitado. Con camisa blanca, chaquetilla de lana azul y zapatillas deportivas, Rigo ha declarado ante un nuevo tribunal popular el miedo que sintió cuando Mauricio y Fredy asaltaron su vivienda. «Se pusieron muy nerviosos, decían 200 [mil]», en alusión al dinero que supuestamente buscaban y no encontraron en la caja fuerte. «Hasta que decidí hacer algo: defenderme». «Me atacó con la pata de cabra. Esquivé el primer golpe. Yo creía que me iban a matar. Lo que hice fue defenderme. ¿Dicen que yo lo hice mal, pero no me dicen qué tendría que haberlo hecho?», ha vuelto a preguntar en la Sala. Pablo disparó y la bala alcanzó a Mauricio Escobar, que murió horas más tarde en el hospital . «Desde aquel día mi vida no es vida: tengo miedo», ha confesado el anciano, que también ha enumerado las heridas que le causaron los golpes que recibió de los asaltantes. «Me rompieron la columna vertebral, me rompieron la mano, me rompieron un tendón del hombro, la nariz, etc. Al final no me enteré porque estaba en el suelo y recibía golpes». Perdió la consciencia y al despertar llamó a emergencias . Con una audición mermada, Rigo pedía que le repitieran las preguntas; ha bebido agua dos veces visiblemente nervioso y ha reconocido que sentarse en el banquillo por segunda vez era un «martirio» para él. En diciembre de 2023, Rigo fue absuelto por una serie de defectos en el veredicto del jurado popular, que concluyó sin la mayoría de votos suficiente que el hombre mató a Mauricio Escobar bajo una perturbación mental. Más tarde, el Tribunal Superior de Justicia de las Islas Baleares (TSJIB) ordenó repetir el juicio y declaró nula la sentencia que absolutoria. «Dios aprieta pero no ahoga, aunque a mí me está ahogando», sentenció el hombre en una carta manuscrita en agradecimiento a la ola ciudadana de apoyo que pide su absolución. Casi un año después, Rigo afronta este segundo juicio con un nuevo tribunal popular. «Estoy hecho polvo anímicamente». Su declaración ha empezado a las 11.41 horas. En los cerca de 80 minutos de «martirio», el anciano ha explicado que disparó a un ladrón en un gesto de defensa, al intentar esquivar la agresión, pero sin ninguna intención de acabar con la vida del asaltante. Sostiene que no llevaba las gafas puestas, por lo que tampoco alcanzaba a distinguir. Fredy dice que sí las llevaba. «Me golpearon, el atacado fui yo. Venían a por mí. ¿Para qué traían las patas de cabra y arrancaron el teléfono lo primero?», ha replicado el octogenario visiblemente agitado ante el relato de Fredy Escobar, que ha insistido en que no golpeó a Rigo hasta que lo vio con la escopeta. «Sí me pegó. ¿O a qué llama usted que me retuerza el brazo en la entrada de mi casa, me tape la boca y me coja por el cuello?», ha respondido. Dos meses antes, en diciembre de 2017, Rigo sufrió un primer atraco. Sospecha que fueron Fredy y Mauricio porque «tenían a la misma voz y el método era el mismo e iban descalzos». La primera vez lo amordazaron con bridas, lo abandonaron en el sótano y se llevaron la llave del garaje. En el segundo robo, lo abordaron en la entrada. Encerraron a su esposa en una habitación y él bajó al sótano a abrir la caja fuerte. Cuando volvió a subir a la planta baja, Rigo cogió la escopeta -que ya estaba cargada- como medida «disuasoria» y sólo disparó cuando vio a Fredy aproximarse para golpearle con una pata de cabra. «Les grité 'fuera', pero no podía pensar que me atacarían». Rigo insiste en que perdió las gafas durante el asalto y que en el momento del disparo no las llevaba, pero buscarlas no era prioritario. Solo disparó una vez y tenía dos cartuchos. ¿Por qué?, le han preguntado. «Porque no tuve tiempo a más». «Pensaron que al ser mayor estaba indefenso y confundieron cagado con pacífico. No es lo mismo», ha apostillado Rigo, quien ha cambiado tres veces de abogado. Su actual letrado, Eduardo Valdivia, reclama la absolución del anciano alegando que actuó en la legítima defensa. Previamente a él ha declarado Fredy Escobar, uno de los dos asaltantes. El hombre ha insistido en que el pacto era robar el dinero de la caja fuerte de la casa de Rigo e irse. «Yo me retraso porque mi mochila estaba rota. Cuando subimos, me encontré a Pablo con la escopeta apuntándonos. Mauricio subió antes la escalera y se paró al verla. 'Os mato', pum. Y se disparó la escopeta». Para Fredy todo es una «tortura». «No es fácil sentarme por segunda vez. Mi vida está destrozada. Yo no quiero echar la culpa a este hombre. No es un asesino y no le tengo rencor », ha sostenido entre llantos mientras recordaba la memoria de su hermano fallecido. «Era la persona que más quería en el mundo. Quiero acabar ya con esto», ha dicho entre lágrimas visiblemente afectado tras lo cual la magistrada ha decidido hacer un receso. Según su relato, el anciano no recibió ningún golpe y llevaba las gafas puestas cuando disparó. «Me abalanzo hacia él. Tenía la escopeta así (abierta). Ahí empezamos un forcejeo, le golpeo repetidamente con la escopeta para que la soltara y cae al suelo. Él coge la escopeta con las dos manos. La pata de cabra estaba en el suelo. Le doy puñetazos en la cara. Cuando Pablo Rigo cae en el suelo no quería soltar la escopeta». Finalmente se la quitó, Fredy cogió a su hermano gravemente herido y salió de la casa. El ladrón no sabe dónde tiró las dos mochilas llenas de dinero. «Tengo mucha empatía hacia él , podría ser mi abuelo. Lo único que quiero recalcar es la verdad. Él no quería hacer lo que pasó», ha sostenido mientras Pablo miraba hacia abajo. «Estoy segurísimo de que si yo hubiera golpeado agresivamente yo no estaría sentado. Es lo único que me consuela. Yo sé lo que pasó en la casa. Yo antes de ese disparó en ningún momento le agredí. Tomé una mala decisión y la estoy pagando».