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No es Capadocia, pero sí un caserío pintoresco y fascinante de la Alcarria

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Cívica es un lugar tan pintoresco -podría decirse incluso que irreal- que, para describirlo, muchos se sienten obligados a compararlo con paisajes exóticos y lejanos. Quizá de ahí vienen esos títulos que le gustan a Google. Una Capadocia, una Petra , un escenario de Tolkien…. Hasta la imaginación de Camilo José Cela se fue muy lejos para hablar de este caserío situado cerca de Brihuega (Guadalajara). «Cívica semeja una aldea tibetana o el decorado de una ópera de Wagner. El viajero no estuvo nunca en el Tíbet pero se imagina que sus aldeas deben ser así, solemnes, miserables, casi vacías, llenas de escaleras y balaustradas, colgadas de las rocas y también horadadas en la roca», escribió. Pero Cívica llama la atención por sí misma, sin ayuda de hipérboles. Probablemente aquí vivieron los romanos, y seguramente algunos eremitas ocuparon en el siglo XV las cuevas horadadas en la toba, una piedra caliza muy porosa. Lo que hoy vemos, no obstante, nos traslada a una historia más humana y más próxima en el tiempo en un escenario tan irreal como siempre: una pared de roca con cuevas horadadas junto a la CM-2011 , a 11 km de Brihuega, y una aldea en la parte superior en la que en invierno viven una docena de personas, y en verano hasta sesenta o setenta. La era moderna del caserío comienza en 1939, cuando fue comprada por un grupo pequeño de familias. En los años 50-60, don Aurelio, el sacerdote, empezó a excavar en la roca con sus propias manos y luego con la ayuda de algunos albañiles, quizá con una idea religiosa de las cuevas, tal vez como una forma de regresar a la época en que fue un eremitorio… Hasta que se cruzó en su camino Eduarda, su ama de llaves, con la que mantuvo una larga relación. La vida mundana le llevó a construir dos bares en la pared de roca que estuvieron abiertos mucho tiempo, y que ahora pueden visitarse. La CM-2011 es una carretera comarcal frecuentada por moteros y escoltada por el Tajuña , en un paisaje encendido en otoño. De un tiempo a esta parte, a la altura de Cívica siempre se ven unos cuantos coches aparcados. Hace cuatro años, Jaime, un vecino de Barriopedro, una aldea cercana de veinte vecinos, compró la zona en la que trabajó Aurelio (los dos bares, su casa, la zona de acceso a las cuevas…) por 50.000 euros, con la idea de acceder a algún tipo de subvención para rehabilitar este patrimonio entonces desconocido. Ha desbrozado, limpiado, habilitado y empezado a construir una pequeña casa rural que aún no está finalizada («volved en tres años»). Dice que en este tiempo ha invertido otros 80.000 euros. De la subvención no tiene noticias. Los turistas pagan dos euros por acceder a la finca. A cambio, les enseñan las cuevas acondicionadas, los dos bares que excavó Aurelio, les cuentan la fascinante historia de Cívica, la pared vertical agujereada desde tiempos inmemoriales. Y luego suben hasta el caserío. Dice Jaime que desde la pared de la torre de vigilancia hay un túnel de unos tres kilómetros hasta la Torrecilla, que en la aldea se venera a Santa Catalina, con su fiesta en agosto, y que la fuente de los Siete Caños (1797) es de las primeras medicinales de España. En cuanto a los túneles, no son extraños en esta zona donde tanto abunda la piedra caliza. En la cercana Brihuega hay siete kilómetros de túneles bajo sus calles, muchos de ellos construidos en los siglos XI y XII. Solo se pueden ver unos 400 metros, pero la experiencia merece la pena. Entramos por la Plaza del Coso , y esos túneles nos trasladan a otro mundo lleno de enormes tinajas (construidas en el interior: hubiera sido imposible llevarlas por los pasadizos) y de recuerdos de muchas épocas donde la ciudad subterránea era una vía de escape o un escondite. Algún murciélago duerme en la roca. Brihuega ha ganado notoriedad por sus campos de lavanda , tan 'instagrameables' en verano, en la época de la cosecha. Durante todo el año hay varias tiendas llenas de tonos violeta que venden aceites, perfumes, geles o licores elaborados a partir de esa planta. Y luego está el casco histórico, el castillo de la Piedra Bermeja , la iglesia de San Felipe (del siglo XIII). Todo ello más que suficiente para organizar una escapada. Incluida la irreal Cívica y otras pedanías cercanas: Castilmimbre, en una empinada cuesta; Malacuera, Yela, Hontanares, Archilla, Tomellosa… todas a la vera del Tajuña, ya cerca del embalse de la Tajera.