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La Virgen de las Nieves y el Rosario de San Julián, un binomio perfecto de las Glorias

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El penúltimo domingo de octubre finalizó con dos grandes procesiones de Glorias: la Virgen de las Nieves de Santa María la Blanca y la del Rosario de Julián . Dos estilos diferentes, dos personalidades distintas, pero un mismo objetivo: enaltecer la devoción a la Virgen María en una tarde más propia de la primavera. El entorno de Santa María la Blanca estaba lleno de público , con una notable presencia de turistas durante gran parte de la procesión. Sin embargo, no faltaron los sevillanos que se acercaron a presenciar una de las procesiones con uno de los mejores itinerarios entre todas las que se celebran a lo largo del año. La Virgen, enmarcada en su recientemente restaurado retablo, esperaba mientras el cortejo comenzaba a tomar la calle. Pasadas las seis y media de la tarde, la imagen salió en procesión, tras una maniobra complicada ejecutada por los costaleros bajo la dirección de Paco Reguera. Sonaba Maestro Tejera con su inconfundible tambor, volviendo a sonar como los ángeles durante toda la tarde. La comitiva avanzó por los Jardines de Murillo , nada más y nada menos, en los primeros compases de la procesión mientras el sol caía. Posteriormente, se adentró en el barrio de Santa Cruz, recorriendo esas estrechas calles por las que solo transita la Virgen de las Nieves. El cortejo llegó al convento de las Teresas, donde la imagen ingresó al templo, para luego continuar hacia la plaza de la Alianza, la plaza del Triunfo, la Catedral, Mateos Gago, y finalmente regresar a su sede por las calles Fabiola y Ximénez de Enciso. Algunos cofrades aún arrastraban la resaca de lo vivido en Jerez, en Pino Montano o en otras localidades de la provincia, pero nadie quería perderse esta procesión. Como se escuchaba en algunos comentarios: «Vengo a verla un rato, aunque al final me quedaré más tiempo, porque es de esas procesiones que se disfrutan». De ahí, se marchaban a ver la Virgen del Rosario de San Julián. Un paso de plateado y otro dorado; uno en una de las zonas más turísticas de Sevilla y el otro en el corazón de un barrio tan auténtico como San Julián. Mientras la primera procesión recorría mayormente calles estrechas, buscando el recogimiento, destacaba especialmente el paso de la Virgen del Rosario por el convento de Santa Paula , con el que mantiene una estrecha relación, por Enladrillada, San Marcos y, sobre todo, los callejones de la Hiniesta, una auténtica delicia para todos los sentidos de ver una procesión.