Mujeres en la orilla
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Cada uno ama a las mujeres que ama, y yo amo desde hace tiempo, en un territorio ya clásico de novela, a las mías. Todo comenzó con la diestra esgrimista Adela de Otero: con ella, el maestro de esgrima ganaba en un duelo letal, la certeza de haber dado muerte a la mujer de su vida. Después llegó el personaje por excelencia de mi imaginario femenino: Irene Adler, la misteriosa compañera de aventuras de Lucas Corso, cazador de libros por cuenta ajena, desencantado de todo menos de los incunables y de aquella chiquilla de pelo corto y ojos color de uva lavada que, en el Pont des Arts de París, le preguntó «¿Che vuoi?». Macarena Bruner, también herida por el... Ver Más