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Сентябрь
2024

La poderosa fuerza gravitacional de Manolo García en Mairena del Aljarafe

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No es un acto de fe, sino pura física . Solo así se puede explicar por qué se desplazaron más de 8.000 personas hasta el Centro Hípico de Mairena del Aljarafe para ver anoche a Manolo García. La magnitud del artista barcelonés ejerce una fuerza de atracción poderosísima; tanto es así que ha agotado casi todas las entradas de su gira ' Cero emisiones contaminantes desde ya ', como en el caso de Mairena del Aljarafe y su Cabaret Festival , quienes llevan con el cartel de ' todo vendido ' desde hace semanas. El Centro Hípico está a rebosar cuando a las 21.30h la banda de Manolo García se presenta sobre el escenario: Juan Carlos García (teclado), Íñigo Goldaracena (bajo y contrabajo), Víctor Iniesta (guitarra española y acústica), Albert Serrano (guitarra eléctrica), Olvido Lanza (violín y coros), Ricardo Marín (guitarra eléctrica y acústica), Josete Ordóñez (guitarra española, mandolina, mandola) y Charly Sarda (batería). Hay una breve introducción antes de que suene ' Insurrección ' y ' Nunca el tiempo es perdido ': ¿por qué hacernos esperar si puede empezar por todo lo alto? Son casi tres horas de concierto y una trayectoria como la de Manolo García —que en 2022 sacó un doble disco con 27 canciones— no se puede resumir fácilmente en un setlist. El barcelonés y los suyos toman dos decisiones importantes para el show: por un lado, mezclar un poco de lo antiguo y lo nuevo en las más de 30 canciones que componen el setlist , sin miedo a que se sucedan más de tres temas de una u otra etapa de seguido. Luego, prescindir de algunas canciones de peso ('Carbón y ramas secas', 'La piedra redonda') y que eso no merme el ritmo del show, consiguiendo precisamente el efecto contrario: que se sienta más vivo y honesto que nunca. «Estamos felices de volver a Mairena, gracias por venir de otras provincias y lugares , eso es una gran prueba de afecto y estamos muy felices por ello», concede el artista catalán, que durante toda la noche se mostrará cercano y hablador con el público, llegando a bajar a la valla varias veces para cantar abrazado a las primeras filas e incluso meterse entre la gente en la pista. Pero todo llegará. García pasa por ' Diez mil veranos ', ' Volvíamos tarde ', ' Mientras observo al afilador ' y ' No lloras y juras ' y el público evidencia su atracción hacia lo viejo y lo nuevo sin mostrar diferencia alguna. El artista barcelonés, a sus 69 años, no escatima energías ni aunque esto acabe de empezar. La noche se derrama sobre los miles de cuerpos que se entregan con la misma vehemencia e ímpetu en cada tema. En la emoción constante el silencio escasea, hasta ahogarse en las gargantas con las primeras notas de ' Llantos de pasión ', eclipsando casi a la banda y al propio García. Ni un tercio del concierto ha pasado y Manolo García ya ha bajado a cantar con sus fans. Lo abrazan, sacan sus teléfonos para grabarle, para demostrar lo cerca que han estado del barcelonés; él se entrega, consciente del poder que ejerce esa enorme fuerza gravitacional que es la consecuencia de haber construido una carrera cimentada en el artista que realmente es y no en se esperaba que fuera. « ¿Yo que he hecho para merecer esto, dios mío de mi vida? », dice García emocionado ante la muestra de afecto del público. El pasado asoma las orejas en ' Como quien da un refresco ' y ' Zapatero ' y Manolo García sigue su espectáculo de bailes, su juego constante con los elementos del escenario y saca un globo de un astronauta que deja escapar sobre el cielo mientras canta: «Mándame en un sobre / tu sonrisa rota / yo te la compongo / que soy zapatero». Con ' Azulea ', la bailaora Coral Moreno hace suya la parte principal del escenario llevando en sus pies y en sus brazos, en su baile, el afecto y amor de Manolo García por el flamenco y esta tierra. Tanto es así que para ' Rosa de Alejandría ', García se sienta y toca las palmas. Suena el compás del sur en la boca del catalán: «Rosa de Alejandría / Rosa María». La suceden ' La Maturranga ' y ' El laberinto de sueños (en las geometrías del rayo ' antes de que el artista catalán vuelva a agradecer a su público una acogida tan cálida y masiva: «La vida me ha dado un regalo inmenso… ¡Ustedes!», confiesa emocionado y al segundo bromea imitando a Chiquito de la Calzada para rebajar la intensidad: «¡Pecadores de la pradera! ¡Jorl!». La capacidad vocal de Manolo García sorprende tanto como la primera vez que lo escuchas. Atrae tu atención con tanta fuerza que ni siquiera somos conscientes del tropiezo que da 'Con los hombres azules': «¡Lo he hecho como el puto culo! ¡Me cago en mis huesos! Si la he cantado ocho millones de veces… ¿Pero sabéis qué? Si uno se equivoca hay que admitirlo y dar la cara, ¡claro que sí! », afirma el artista ante el aplauso de su público que lo arropa y vitorea, antes de se lance a cantar ' Quisiera escapar '. Se avecina un descanso y Manolo García pone sobre la mesa sus cartas de peso: 'Pájaros de barro', 'Lápiz tinta', 'Giro Teatral, 'Sobre el oscuro abismo en que te meces', 'Somos levedad', 'A San Fernando, un ratito a pie y otro caminando' y 'Viernes' . Durante esta consecución de temas, García baja del escenario varias veces, incluso salta la valla para adentrarse en la masa de cuerpos que hay en pista para cantar 'Giro teatral' junto a los suyos. Hay quienes llevan camisetas de otros conciertos, pancartas, incluso grupos más puretillas que se han hecho camisetas personalizadas ('Siempre juntas', 'La quinta de la cerveza') para acudir al evento como la celebración que es. Como lo que significa gravitar tan cerca de Manolo García. Noches como esta son y deben ser una fiesta, tanto para él como para su público, por eso no hay que dejar la ocasión de celebrar cada momento hasta que acabe el show. Durante este tramo, en canciones como 'San Fernando…', García y los suyos sueltan globos gigantes sobre el público y lanzan cañonazos de plumas y confeti . «Este concierto va dedicado a los pequeños y medianos agricultores, que son los que nos dan de comer, ¡tenemos que cuidarles!», anuncia Manolo García antes del descanso. Durante el impás, hay quienes aprovechan incluso para tumbarse en el suelo para tomar un respiro, ya van dos horas de concierto y aún queda el tramo final: 'Reguero de mentiras', 'Lejos de las leyes de los hombres', 'Aviones plateados', 'A veces se enciende' o 'Como un burro amarrado en la puerta del baile' . En ' Prefiero el trapecio ' el artista se marca un cancionus interruptus en el cuarto verso: «Carpanta y yo vivimos a base de latas de calamares», para denunciar, a través del personaje de los cómics, que los gobernantes deberían preocuparse porque no haya nadie en esas condiciones, pasando hambre o sin techo: « No debería haber familias que viven al límite , deben mantener su lealtad a las personas. Nos ayudamos unos a otros, así funciona». En el fin de fiesta hay palmas, confeti y globos aún sobrevolando las cabezas, antes de que suene ' Si te vienes conmigo ' para cerrar una noche perfecta. García agradece —una vez más— a su público haber venido hasta allí, pero esta vez con una mención especial a Manoli de Mérida y a su familia: «Tristemente no está ya con nosotros, pero siempre les estaré agradecido por el gesto, por ese cariño, por invitarme a comer aquel día en Mérida», relata emocionado. El público aplaude pero no le deja marchar : otra, otra, por supuesto. «¿Qué? ¿Queréis una más? ¡Solo teníais que pedirla!», bromea el cantante barcelonés que regala dos versiones en los bises: ' El Rey ' y ' La Bamba ', demostrando que su voz tiene registros para enfrentarse a cualquier tema, a más de tres horas de conciertos, a una gira con todas las entradas agotadas y que aún existan recovecos por explorar, momentos para la sorpresa que solo se descubren si orbitas lo suficientemente cerca de su centro gravitacional, como ocurre en noches como esta.