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Juan Ramón Lucas: «Los malos momentos pueden unir tanto a una pareja como los buenos»

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Avalado por una larga trayectoria en los medios, Juan Ramón Lucas ha encontrado un álter ego, el Sr. Wolf, para un pódcast en el que habla con personajes «interesantes por lo que dicen y hacen, fuera de los circuitos habituales». Su último invitado es Dani Esteve , de Desokupa. «Me han acusado de blanquear el fascismo por la entrevista, pero en esta profesión hay que sentarse con el mismo demonio. Y escucharle. En este caso, por un discurso que conviene conocer para acabar con los tópicos. Hay que ponerse enfrente de quien piensa diferente sin estar condicionado. El Sr. Wolf habla con todo el mundo». Aunque lo importante es el mensaje, algunos se han quedado impactados con la forma, el nuevo 'look' del periodista, con coleta y un aro en la oreja izquierda, que algunos tildaron de 'canallita': «me han dicho de todo, asumo que cuando uno se expone es objeto de crítica. Te ponen a parir por cualquier cosa, ya sé cómo funciona esto». Pero está satisfecho, su debut con la 'influencer' Roro le puso en boca de todos. Juan Ramón Lucas aspira «a la serenidad, pero me cuesta mantener la calma. No entro en las provocaciones de las redes, pero en el trato directo me cuesta contener las emociones y eso me desnuda frente al otro. Jamás he llegado a las manos, salvo cuando hago boxeo». No es muy partidario de las rutinas, «porque te mueres», pero sigue a rajatabla el 'método Lucas', que consiste en baños diarios en agua helada para activar el riego sanguíneo: «además, practico meditación, como sano e intento dormir mis horas». Lleva dos décadas junto a Sandra Ibarra , la mujer de su vida: «no es un tópico, es que de verdad 20 años no es nada. Lo importante es empezar a conocerse todos los días. Con crisis, con situaciones dolorosas, pero al final crecemos juntos. Esas situaciones dolorosas son puñales, pero también se aprende. Los malos momentos pueden unir tanto a una pareja como los buenos». Se define como «un romántico, demasiado. Me gusta sentir el afecto y me conmuevo con los estímulos románticos, son la sal y pimienta. Soy demasiado sensible». También es un padre orgulloso de tres hijos: «destaco el talento que tienen, su creatividad, su sensibilidad. Los tres están profesionalmente en mi territorio, lo cual nos acerca». A Juan Ramón le da paz «el silencio, la armonía, un paisaje o un cuadro o cualquier cosa que me conmueva. Quiero la paz interior porque es equilibrio, es diálogo con uno mismo, es mirarse dentro y admirar lo que se ve». Pero lo que de verdad le fascina son los caballos: «son seres de paz a los que la humanidad les debe mucho. Dócil, sensible, leal. Son capaces de percibir los latidos de tu corazón y por eso sabe conectar con las personas, es muy intuitivo». Tiene cinco, dos hembras y tres machos. Y les dedica amor y tiempo: «vamos a organizar un congreso sobre salud y bienestar equino». Por contra, le saca de quicio «la intolerancia, la mentira, la injusticia, el maltrato, quien se aprovecha de alguien más débil». Mirando al futuro, el periodista se consuela con un sueño sencillo que espera ver cumplido: «hacer las cosas con tranquilidad, sintiéndolas, y que la gente que quiero encuentre la felicidad». Se imagina con Sandra, con sus caballos, rodeados por esos paisajes de ensueño que hacen de Asturias su paraíso. Juan Ramón Lucas montado a caballo, no podía ser otra la imagen que acompañara esta entrevista: «Tendría unos seis años y me lo trajeron Los Reyes Magos. Le tengo mucho cariño a esta foto porque creo que fue en ese momento cuando empecé a sentir la llamada de mi amor por los animales». Aquel niño era, según sus padres, «inquieto, curioso, pendiente de ver y tocar con sus propias manos para creerse las cosas». Asturias fue la tierra que le dio una infancia feliz y libre: «jugaba por las callejas de los pueblos con mis primos, saltaba las vallas para coger manzanas, asustaba a las gallinas, salía a coger las vacas…». Hay dos olores que le retrotraen a aquellos tiempos: «el del estiércol del ganado y el de la la hierba puesta a secar. Ambos me evocan la infancia y me hacen sentir como en casa» Del colegio recuerda con cariño a la señorita Ana, «que me dedicaba una atención especial. Yo era un poco revoltoso y no me concentraba, prestaba poca atención en clase. Era un estudiante del montón, pero siempre sentí mucha curiosidad por aprender, aunque luego no tuviera buenas notas». A los siete años escribió su primer relato, 'Las aventuras de Manolito', que presagiaban un futuro en el que encontraría su hueco en la literatura. Si pudiera viajara en el tiempo y reencontrarse con aquel guaje, Lucas reconoce que «al pequeño no le diría nada, porque todo aquello que viví me sirvió para tener conciencia del mundo y para desarrollar mi relación con los animales. Al adolescente le aconsejaría que se centrase, que apostara por aquello que le gusta y sabe hacer, dejando de lado otros caminos que solo sirven para perderse».