La fe de Bautista y la mente de Alcaraz guían a España a la final a ocho de Málaga
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España peleará por su séptima Copa Davis. El equipo capitaneado por David Ferrer se impuso a Francia para solventar con dos victorias sus dos primeros enfrentamientos de la fase de grupos, gracias a la fe de Roberto Bautista y a la superioridad de Carlos Alcaraz. El castellonense cuajó una memorable remontada ante Fils, mientras que el murciano no dio ninguna opción a Humbert de pelear por el encuentro. Gracias a ello, el conjunto español se clasificó a las Finales que se disputan en Málaga entre el 19 y el 24 de noviembre, para las que se jugará su condición de cabeza de serie frente a Australia este domingo. Fue el primer juego entre Bautista y Fils un presagio de la batalla en la que se convertiría en el partido. 17 minutos en los que ninguno daba su brazo a torcer que terminaron decantando la balanza hacia el francés en forma de break. Justo lo que necesitaba para creérselo y, durante más de una hora de encuentro, dar toda una lección de potencia y precisión. El galo volaba sobre La Fonteta. Metido constantemente en pista, encontraba con facilidad un ganador tras otro –hasta 17–, con la derecha y el revés. Ante la carencia de acierto con el saque, el castellonense se mantuvo en la pelea por la manga mientras supo mover de lado a lado a su rival. Pero Fils era incontenible. Un revés cruzado espectacular le brindó el tercer break para poner el 5-2 en el marcador y finiquitar después el primer set con su servicio. «Pocas veces he tenido la sensación de que me vapulearan de esa forma en una pista de tenis», reconocía el español tras el encuentro. La segunda manga transitaba por los mismos derroteros. El joven tenista de Bondoufle rompió el servicio de Bautista a las primeras de cambio, multiplicado sobre la pista para defenderse como un muro y soltar brazo como un martillo a la mínima oportunidad. El español, algo más seguro sobre su saque, se mantenía como podía en el partido. Pudo Fils sentenciarlo con el 4-1, pero el tenista local salvó dos bolas de break y reenganchó así a la entregada afición valenciana. Un parroquia que observó expectante cómo las opciones de rotura brillaban por su ausencia hasta que Bautista, 5-4 abajo y obligado a reaccionar, animó tímidamente, fiel a su estilo. Entonces Fils sintió la presión de la grada. «He sabido que le iba a costar cerrar y a partir de ahí me he crecido», confirmó después el tenista local. Dos dobles faltas y dos errores no forzados con su derecha, de esos que habían ido a la línea durante todo el partido, abrieron una rendija por la que el tenista castellonense se metió sin dudarlo. La solidez y la precisión habían cambiado de bando, y el español lo aprovechó para romper el saque de su rival dos veces consecutivas, adjudicarse el segundo set y forzar el tercero. En el último y decisivo parcial, la dinámica favorecía a Bautista. Crecido por su remontada y dispuesto a culminarla, frente a un Fils alicaído. Pudo tomar la iniciativa el español con un 3-1 a su favor, pero el rebotado galo levantó tres bolas de break y mantuvo vivas las esperanzas francesas de sumar el punto. Volvió a repetirse la escena en el octavo juego, pero esta vez, tras un eterno intercambio, una gran derecha del español encontró el error del galo, que se topó con la red, y la rotura. Y con todo a su favor, después de tanto remar y más creer, Bautista no falló. Un juego en blanco, cerrado con un gran segundo saque, para sumar el primer punto y dejar el trabajo medio hecho a Alcaraz. «Lo que ha cambiado el partido ha sido mi fe. En el tercer set me he venido arriba, he sido mas agresivo y he tenido la sensación de que ya no perdía», admitió agotado pero tremendamente feliz. Nada quiso saber el murciano de remontadas y así se lo hizo saber a Humbert. Un enfrentamiento convertido en un intercambio de saques de inicio, experto en la materia el francés, pero del que se adueñó Alcaraz en cuanto el nivel de acierto del galo decayó ligeramente. Bien asentado en el centro de la pista y con la sensación de tenerlo todo bajo control, fue el revés venenoso de Carlos el que provocó los primeros errores de Humbert. Hasta tres veces casi consecutivas no encontró respuesta y se topó con la red el de Metz, lo que significó el primer break para el español. Tuvo que sudar para defenderlo mediado el set, pero la imprecisión del francés y un gran nivel al servicio le permitieron salvar dos bolas de rotura. Tras lo cual, Alcaraz dejó uno de sus surrealistas puntos para brindarse de pelota de set. Salvó una derecha ganadora de Humbert con un revés defensivo y, una vez recuperado, soltó un nuevo revés, tan cruzado como imposible. Un error del galo puso fin al primer parcial. Poco cambió en la segunda manga. El tenista franco no desistía en su empeño y buscaba hacer daño con restos profundos, pero el juego sin apenas errores de Alcaraz dejaba poco lugar a la sorpresa. Al contrario que durante muchos de los partidos de las últimas semanas, el murciano estaba concentrado y metido al cien por cien en el encuentro. Solo quedaba esperar a que llegara un nuevo break que diera paso al epílogo de la cita. Lo hizo en el sexto juego y, con todo a su favor para cerrar la clasificación de España a las Finales de la Davis, se encontró con un 0-40 en contra. Porque Alcaraz no sería Alcaraz sin la épica, hasta en los cierres de partido. Lo levantó sin excesivas dificultades, salvó una cuarta pelota de rotura, y cerró el partido con una derecha paralela mágica. «Sabía que tenía que estar muy concentrado. Necesitaba un partido así después de las semanas que he pasado», reconocía después, aliviado después de volver a sentirse él mismo. Sonríe Valencia, aguarda Málaga la llegada del país tenístico más laureado del siglo XXI en busca de la séptima Ensaladera.