La Haya, primera ciudad en prohibir toda publicidad relacionada con los combustibles fósiles
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La Haya se ha convertido en la primera ciudad del mundo que prohíbe la publicidad de combustibles fósiles mediante una ordenanza municipal. Esta ley local responde a la reciente petición del presidente de Naciones Unidas, Antonio Guterres, de equiparar la publicidad de los combustibles fósiles a la del tabaco, ya vetada por sus efectos nocivos para la salud global. La iniciativa que ha recibido los votos a favor para salir adelante en el ayuntamiento de la tercera ciudad de Países Bajos partió de la agrupación animalista del consistorio. «Es una señal importante que envía la ciudad al resto del mundo: debemos deshacernos de nuestra adicción al los combustibles fósiles», declaró una integrante del Partido por los Animales, tal y como recoge la asociación World Without Fossil Ads. «La Haya -prosigue- quiere ser climáticamente neutra en 2030, por ello no es adecuado permitir la publicidad de productos de la industria fósil». La prohibición será aplicable a partir del 1 de enero de 2025 y no solo afectará a productos relacionados con los combustibles y sus empresas productoras y distribuidoras. También incluirá a todos aquellos servicios con dependencia manifiesta de esta fuente de energía. Entre ellos se encuentran los vuelos, cruceros, coches de gasolina y también los proveedores de gas. El tiempo que tardarán en desaparecer todos los anuncios, en todas sus distintas expresiones, relacionados con los combustibles fósiles de la ciudad está por ver. Hay quienes sostienen que en cuatro meses habrán desaparecido del espacio público. ¿Tendrá efecto dominó? Desde la citada organización, dedicada a promover e informar de todas las iniciativas en este sentido que se están llevando a cabo en el mundo, consideran que sí. «La Haya ha demostrado que es posible hacerlo a través de la legislación local», valoran. Los municipios de Zwolle y Tilburg, también en Países Bajos, también están en proceso de aprobar la misma prohibición. Otras ciudades, explican desde la oenegé, han estado interesadas en librarse de la publicidad de los combustibles fósiles, pero no lo han hecho a través de legislación de tipo local, sino con acuerdos con los distintos operadores para la eliminación de los anuncios que, en el mejor de los casos, podría prolongar su presencia hasta casi una década. «Con esta nueva política, todos los anuncios de combustibles fósiles desaparecerán al mismo tiempo, una clara señal para la ciudad y las empresas», insisten. La comunidad científica implicada en esta demanda histórica ha celebrado el paso dado por La Haya. Es el caso de Uwe Krüger, científico de la comunicación en la Universidad de Leipzig, quien recuerda que un vuelo intercontinental, un crucero marítimo o un SUV pueden consumir por sí solos nuestro presupuesto de CO2 per cápita para todo un año. «La publicidad normaliza el consumo de productos perjudiciales para el medio ambiente, aunque todos necesitamos urgentemente reducir la huella de carbono de nuestro estilo de vida para mantener el calentamiento global dentro de límites tolerables», declara. La de La Haya es la primera ordenanza municipal de su naturaleza, pero en otras ciudades del norte de Europa se han aprobado prohibiciones, con más o menos ambición, en este mismo sentido. Es el caso de Edimburgo (Escocia), que puso coto a los anuncios de vehículos alimentados por combustibles fósiles, vuelos comerciales y cruceros en los espacios de propiedad municipal, así como el veto al patrocinio de eventos del Ayuntamiento, también a instancia del partido verde del consistorio. El Ayuntamiento de Sheffield, en Reino Unido, tampoco presta sus vallas publicitarias municipales a la promoción de productos como automóviles híbridos y de combustibles fósiles, aerolíneas, aeropuertos y empresas de combustibles fósiles. Guterres, en sus declaraciones de junio de este año, pedía que «cada país» prohibiera la publicidad de esta industria, mientras le pedía que invirtiera sus beneficios en la transición energética. Durante sus intervención, aludió a la iniciativa que se tuvo en su día con la publicidad del tabaco o, más recientemente, de la comida basura. En Londres, por ejemplo, desde 2019, la publicidad de este tipo de alimentos perjudiciales para la salud está prohibida en toda la red de transporte de la ciudad. El objetivo fue ayudar a combatir la obesidad infantil. La ordenanza municipal solo permitía a las marcas de alimentos y bebidas, los restaurantes, los servicios de comida para llevar y los servicios de entrega promocionar productos saludables, en lugar de simplemente publicitar sus marcas. Desde entonces, la prohibición ha provocado una reducción de mil calorías en la compra semanal de los consumidores, según el London School of Hygiene and Tropical Medicine, lo que viene a corroborar el poder que puede llegar a tener la publicidad en los hábitos de la población.