Bajo los focos de 'El Casoplón': «Un matrimonio, tres hijos, mucho calor y poco dinero»
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Al oeste de la capital, bajo el sol que clausura el agosto del caldeado municipio de Las Rozas y el silencio sepulcral interrumpido por el motor de algún que otro «buggy» dirigiéndose a su campo del golf, hay montado un set de rodaje que filma a un jardinero podando los arbustos que rodean la cristalina piscina de un chalet de ensueño. Es un Pablo Chiapella que, tras sus icónicas incursiones en 'La que se avecina' y en 'De perdidos a Río' , regresa a la gran pantalla encarnando a Carlos , un padre de familia que aún no entiende cómo ha acabado veraneando allí con su familia a pesar de las dificultades para llegar a fin de mes. «Aunque parece que he estado todo el rodaje fresquito bañándome en la piscina, hoy por fin me he podido meter en ella. Realmente, es un reto rodar en Madrid en pleno verano . Las tomas han sido duras abrasándonos bajo el sol y sin tocar el agua», admite el actor mientras hace una pausa después filmar varias escenas. Junto a Raquel Guerrero encarnando a Toñi , ambos actores protagonizan 'El Casoplón' , una comedia española dirigida por Joaquín Mazón -en el pasado, al mando de los clásicos 'Manolito Gafotas' o 'Con el culo al aire'- que nos narra el peor verano de una familia madrileña de barrio humilde. Sin embargo, un giro de guión se presenta cuando los tres hijos convencen a sus padres de ocupar el casoplón vacío donde le ha tocado trabajar a Carlos como jardinero durante un par de semanas. Tras sufrir los estragos del verano infernal en un piso de 50 metros cuadrados sin aire acondicionado, lo que comenzó como una breve huida del calor se transforma en unas vacaciones inolvidables que les hará reconsiderar qué es realmente lo importante de la vida. « Un matrimonio, tres hijos, mucho calor y poco dinero. No andan muy boyantes» son las palabras del cineasta que resumen esta comedia -o drama, según cómo se mire- como una reflexión familiar y demuestran que un buen guión y la química entre sus protagonistas son la clave para que el humor funcione. Además, confiesa a ABC que hacer compatible la comedia con los temas existenciales tratados como la precariedad de la clase obrera, las ansias de una vida más acomodada y las expectativas vitales es la mejor alianza para sacar lo mejor del chiste. Entre toma y toma, mientras los personajes infantiles están agitados corriendo y jugando de un lado a otro del jardín ante las cámaras, Pablo Chiapella nos comenta -alejándonos, para no interferir en la puesta en escena- que la mansión es un protagonista más . Es tan importante que no solo da título a la película sino que también es el detonante de un conflicto familiar que lleva al cambio de mentalidad de todos los personajes, sobre todo, al de Toñi. «Una sufridora que ha conseguido despreocuparse de sus propios hijos para exprimir este paraíso hasta tal punto, que el bañito se alarga y llega a creerse que la vivienda es su propiedad. Un poco como 'Parásitos'», desvela en el momento que cierra las páginas de 'El grupo' de Mary McCarthy para amenizar los ratos muertos y de espera. Y tras unos arreglos en el decorado, se inicia con un claquetazo la escena de la «limoliada»: el deliberado derrame de unas jarras de limonada bien fresquita «servida» o arrojada por los aires por el pequeño Álvaro . No es un momento crucial, pero nos deja entrever el punto vital de los hijos. Gamberradas que parecen no agotarse a lo largo del filme. «Lo que tiene de bueno este humor es que se guía desde el respeto y el buen hacer. Hay que tener en cuenta que es una película apta para todos los públicos y tiene un humor muy blanco. La comedia no está peleada con el drama para contar una historia. Siempre se dice que es más difícil hacer reír que llorar en el cine, y yo creo que si sabes hacer buena comedia, es síntoma de inteligencia », son los últimos testimonios que nos deja Chiapella antes de volver a incorporarse al set. Como colofón, hablamos de la industria del cine, de los retos y de los tiempos de rodaje: «Es una película de encargo a la que intento darle mi personalidad. Aunque estas tres semanas rodando en la capital la mayor parte de la trama se da en una casa maravillosa, lo más complicado es no repetir las mismas puestas en escena, situaciones, ángulos y zonas. Pretendo hacer una filmación diferente y con mucho ritmo, visualmente atractiva en una casa de ensueño. Lo bueno es que no todo queda aquí, la producción se abre camino dos semanas más en Bilbao , donde el tiempo acompañará más y mejor. Y luego, esperar hasta la primavera para que podáis verla», declara el director tras revisar la grabación de una de las tomas bajo la poca sombra que ofrece un árbol. No le convence del todo y decide repetirla. Les espera una jornada intensa.