La calma chicha de los policías de Talavera de la Reina tras meses de «infierno» con tres delincuentes «muy malos»
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Esta historia no va de nacionalidades -por los xenófobos cuando lo lean-, sino de tres malandros que han delinquido juntos desde que viven en Talavera de la Reina y que han puesto a prueba a los policías de esta ciudad toledana cada vez que los han detenido. «Nos insultan, nos escupen, se mean en los calabozos, delinquen decenas de veces, están descontrolados totalmente y no tienen miedo... Hacía tiempo que no teníamos tres así en la ciudad». Los agentes de esta población con unos 83.000 habitantes vaticinan que cualquier día Washim, Bilal y Tejeddhine, tres delincuentes «muy malos» y con decenas de antecedentes policiales, se van a encontrar con la horma de su zapato en la calle porque se enfrentan a quien sea, «y siempre provocando». «Forman un clan y siembran el terror entre los tres», cuentan los policías, que piden a la ciudadanía que no se criminalice ninguna nacionalidad. Marroquíes de origen -Tejeddhine también tiene el pasaporte español-, han estado involucrados en un sinfín de delitos: peleas con armas blancas, atracos, hurtos, robos con violencia a ancianos para quitarle sus joyas... A veces, con la compañía de un compatriota, Achraf, y también de otro conflictivo delincuente , Cristian David, un español de 17 años, además de relacionarse con una banda callejera, peligrosa y numerosa, asentada en la ciudad. «Se terminan juntando latinos, marroquíes y españoles», describen las fuentes consultadas por ABC. Washim, Bilal y Tejeddhine llevan unos dos años en Talavera, donde viven como okupas, aunque desde primeros de año se han envalentonado aún más si cabe . Bilal, nacido hace 24 años, cuenta con 24 detenciones, la mayoría por robos con fuerza y alguno con violencia; Tejeddhine, 28 arrestos por las mismas causas a sus 26 primaveras, y Washim, el más joven con 18, suma 8 reseñas del mismo palo. Tienen también numerosos hurtos en tiendas, pero no fueron detenidos porque el valor no llegó a cierta cantidad. Se muestran muy violentos en sus arrestos, por lo que también cuentan con cargos por atentado y resistencia a agente de la autoridad. «¡Son un infierno y peligrosos!», exclaman los policías, que ahora «respiramos tranquilos» desde que dos se encuentran en prisión porque, además de los numerosos antecedentes, «se habían tomado la justicia por su mano y el juzgado tenía que pararlos», reconocen. Ingresaron esta semana tras una pelea con armas blancas, mientras que el otro está momentáneamente fuera de combate después de meterse en otra trifulca de la que salió apaleado. «Ojalá tu hija nazca sin brazos y se te muera de cáncer entre los brazos», han deseado a los agentes estos tres delincuentes. Unos policías que sin embargo tachan en su calendario los días para que la pareja en la cárcel salga a la calle. Lo dicen por experiencia. «Cuando Washim, ahora en libertad, entró en prisión hace unas semanas, nos alegramos como si el Real Madrid hubiera ganado la 'Champions'», ponen como ejemplo. «Pero estuvo unos días y salió porque la Junta de Tratamiento penitenciario consideró que su delito no era para estar en la cárcel», continúan narrando. «Y fue llegar a Talavera y volverla a liar». Grandes consumidores de drogas y alcohol, detallan las fuentes, cada vez que estos delincuentes han entrado en los calabozos de la comisaría de la Policía Nacional han tratado de destrozarlos. La última vez fue el pasado fin de semana, antes de ir al juzgado y luego a la prisión de Ocaña. Uno de los dos, aseguran, dañó una puerta blindada a patadas. Bilal y Tejeddhinee llegaron detenidos tras protagonizar una pelea de madrugada a las puertas del club Trips, en la calle Carretas, la zona por la que suelen actuar. Querían entrar en el establecimiento, pero no se lo permitieron. Por eso se enfrentaron a los porteros. Hubo cuchillos y palos, y los dos acabaron detenidos por unos policías contra los que también acometieron. Washim, sin embargo, no estuvo implicado esta vez porque ese día ya estaba detenido por otros hechos. Cada vez que han entrado en los calabozos, donde hay cámaras grabando, se han tirado horas dando patadas en las celdas . Han desencajado sus puertas, se han intentado escapar, han tirado comida contra la pared, han meado en el pasillo entre las rejas..., hasta uno intentó ahorcarse con una manta, relatan en la comisaría. Cuando ha habido que sacarlos de su celdas, los agentes han necesitado refuerzos, que han debido de soportar que los llamen racistas, entre otros insultos graves. «La policía me tiene manía», cuentan que llegó a decir uno al juez que lo envió a prisión esta semana cuando le echó en cara su historial con decenas de detenciones. Y tampoco los sanitarios de emergencias, el personal de los centros médicos y los funcionarios de los juzgados se han librado de las lindezas y las amenazas de muertes. «Cuando les comunicaron que iban a la cárcel, empezaron a gritar en los pasillos, pegaron patadas a todo, insultando, amenazando de muerte...», recuerda un testigo. Fue también la última vez que varios policías nacionales tuvieron que acudir para sacarlos del furgón, en otras ocasiones casi a rastras.