Entusiasmo de Castilla
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Hay una hora de la mañana en la que mi ciudad queda al oeste del Edén. El Pisuerga se transforma en el Tigris, el Esgueva en el Éufrates y lo que surge entre ambas corrientes sagradas se alza como un lugar idílico, un trozo de tierra mítica en la que solo falta una corte de ángeles dándonos los buenos días. A estas mañanas viene a morir agosto en una estampa perfecta: el cielo está azul, el olor nos remite a la elegancia de septiembre y la temperatura es perfecta. Aunque he de decir que los 20ºC forman también una temperatura mágica que divide la ciudad en dos bloques: el de los calurosos, todavía en manga corta y el de los... Ver Más