PUERTA A LOS ORÍGENES DE LA DO RIBERA DEL DUERO
0
En 1972, Alejandro Fernández y Esperanza Rivera pusieron todos sus ahorros conseguidos gracias a un negocio de maquinaria agrícola al servicio de la compra de un lagar del siglo XVI ubicado en su pueblo na- tal, Pesquera de Duero . Y se lanzaron a acondicionarlo para elaborar su propio vino con la tempranillo que empezaron a plantar en una tierra en la que por entonces la mayoría había arrancando viña para dar paso al cereal y la remolacha. Entonces Ribera del Duero no era lo que es hoy. De hecho, cuando el matrimonio decidió conquistar su sueño de crear Tinto Pesquera ni siquiera existía aún la Denominación de Origen, que llegó una década más tarde de su mano y de la de otras ocho familias de la zona. Así es que su gesta ha sido en gran parte responsable de impulsar el sello de calidad y a la región, hoy en día nutrida de otras importantes bodegas que exportan y conquistan al mundo con sus vinos y que, en paralelo, despiertan un claro interés turístico por descubrirlas y sumergirse en su cultura. La historia de Familia Fernández Rivera, como se llama el conglomerado de empresas a la que dieron forma los fundadores, no estuvo exenta de los vaivenes que sacuden a muchas otras familias. Tras un divorcio y ríos de tinta por el futuro de la compañía, hoy son tres de las cuatro hijas de la pareja y todas sus nietas las que llevan adelante –y siguen haciendo crecer– el negocio, involucradas en todos los procesos, áreas y niveles de responsabilidad. Tienen cuatro bodegas . Además de Tinto Pesquero, la primera y base central, también en Ribera del Duero cuentan con Condado de Haza , mientras que Dehesa de la Granja es zamorana y El Vínculo es su pie en la otra Castilla, La Mancha. En conjunto elaboran vinos que, con el dardo puesto en la calidad y el cuidado de los procesos, cubren un amplio rango de precios que van desde los 9 euros hasta los 295 de su preciado Janus. Al año sacan 2,2 millones de litros al mercado, y exportan a 75 países, con la peculiaridad de que lo hacen a través de un solo distribuidor en cada uno de ellos. El último proyecto de la segunda y tercera generación de Familia Fernández Rivera es Vindesía, la nueva marca bajo la que engloban las experiencias enoturísticas que realizan en todas sus bodegas. Ya los fundadores se caracterizaban por querer abrir las puertas de su casa al pueblo y a los apasionados como ellos por el vino y por la tierra, y fueron precursores también en esto, que su descendencia continúa. Los recorridos que organiza Familia Fernández Rivera (desde 15 y 20 euros por persona) pueden ser de carácter privado, una tendencia creciente, o en grupo, lo más habitual. Se hacen durante todo el año y están diseñados para que el visitante pueda conocer todo el proceso de producción del vino , desde la entrada de la uva a la bodega hasta la crianza en barricas. Incluyen, además, la cata de dos de las etiquetas que allí se elaboran y una tercera de otro vino destacado de la compañía. Cada bodega de la empresa castellana se distingue por algo, y también modifica eso la experiencia de sus visitantes. Condado de Haza, situada en Roa (Burgos), es una casa señorial castellana rodeada de extensos viñedos de tempranillo que se empezaron a plantar junto al río en 1988 . Allí se combina, por tanto, el entorno natural con la entrada a esa especie de 'chateau'. El Vínculo, en pleno Campo de Criptana, donde se elabora el blanco Alejairén, revela el carácter típicamente manchego con su cocero original (una especie de refugio tradicional a pie de viña dónde guarecerse) y es la prueba para los bodegueros de que, contrariamente al prejuicio, «se puede hacer vino excepcional en La Mancha». En Dehesa de la Granja se descubre su pasado como dehesa de toro bravío con una bodega excavada a mano en el subsuelo, de tres siglos de antigüedad, y además se conoce la producción propia de aceite de oliva y de queso que tiene la finca gracias a las 30 hectáreas de olivos y las ovejas y vacas –además de garbanzos- que los fundadores le incorporaron cuando se hicieron con ella en 1988 y, para sorpresa de muchos, le cambiaron el uso. Pero la bodega ineludible para entender quiénes son estas mujeres aguerridas que representan con orgullo a la DO en España y en el mundo es Tinto Pesquera. Allí se puede visitar el lagar del siglo XVI , una pieza de piedra y madera en muy buen estado de conservación que simboliza el ingenio y el trabajo manual que había entonces en la zona y en el vino. Justamente fue Alejandro Fernández quien, por su conocimiento de maquinarias, pudo modernizar en sus establecimientos muchos procesos con la incorporación de grúas para facilitar el trasiego de los toneles y las condiciones laborales. En Tinto Pesquera se pueden ver también los viñedos , entre ellos los que tienen a 900 metros de altitud, con magníficas vistas a toda la gran zona vinícola. Cuando los propietarios los añadieron aquello fue visto como un arrojo (de hecho, les llevó un tiempo que la admitieran dentro de la DO) pero ahora, por el cambio climático, es un suelo pródigo en buen vino .