Un oro a la vista pese al cansancio
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España debuta en los Juegos en el fútbol femenino como gran favorita. No puede ser de otra forma después de que el año pasado sorprendieran al planeta conquistando el Mundial de Australia y Nueva Zelanda. Desde entonces, y a pesar de los líos que siempre parecen envolver a este grupo, han cubierto un año caso perfecto en el que Montse Tomé ha ido incorporando a buena parte de las quince rebeldes que renunciaron al equipo nacional después de la Euro 2022. La última de ellas, Patri Guijarro . En marzo sumaron a su palmarés la Nations League, que vino acompañada por esta clasificación olímpica. Y poco después sellaron también de forma inmaculada el billete para la Eurocopa de 2025. A día de hoy son el bloque más temible, las número uno del mundo. Nadie quiere verse las caras con ellas. España tiene a las dos últimas Balones de Oro en sus filas y a varias de las jugadoras más cotizadas del momento. Todo indica que nadie podrá discutir su victoria en París, pero… Ocurre que la selección ha llegado el torneo ofreciendo dudas en su rendimiento. Una derrota inesperada ante la República Checa, intrascendente en todo caso, y una victoria insulsa frente a Bélgica en Riazor conforman el plan de preparación de España. El juego no brilló, pero por encima de eso destacó el aparente cansancio que arrastran las jugadoras españolas. «No fueron nuestros mejores partidos», admite la centrocampista Tere Abelleira en conversación con este periódico. «Teníamos que acabar la clasificación para la Euro y a la vez preparar los Juegos. No sabíamos muy bien a dónde llevar el foco. Volvíamos después del descanso tras acabar la Liga, y necesitábamos hacer un trabajo de carga para llegar a los Juegos en buenas condiciones. Es cierto que ahí estábamos más fatigadas, pero era necesario para que nos diera un plus en este otro torneo». Entonces, ¿no hay que preocuparse? «De esos partidos hay mucho que corregir, aunque sabemos que estamos en unas manos increíbles y que llegamos en las mejores condiciones«. Es el tercer verano consecutivo en el que el grueso de la selección afronta una concentración que podría extenderse más de un mes para competir al máximo nivel. Nadie se cansa de ganar, y sin embargo esa exigencia en cuanto a dedicación, poco tiempo de descanso y alejamiento de la familia se puede traducir en agotamiento mental. «Son temporadas largas, pero es nuestro trabajo. Al final, todas deseamos quedarnos sin el verano libre y estar en la lista». Las ganas pueden a la fatiga, asegura Abelleira, instalada junto a sus compañeras en Nantes, donde jugarán dos de sus tres primeros partidos, incluido el debut de este jueves ante Japón, la única selección que fue capaz de ganarlas en el pasado Mundial, y además con un repaso importante (4-0). Eso invita también a guardar cautela. «Cuando nos hablan de favoritismo y vemos aquel resultado del Mundial creo que todos bajamos un poquito a la tierra…», ironizaba en la previa la capitana del equipo, Irene Paredes. «Aquel partido nos dejó mucho aprendizaje. Lo hemos visto muchas veces para ver en qué podemos mejorar y dónde estuvieron los errores», analizaba también la seleccionadora, Montse Tomé. Desde el oeste de Francia aún se ve lejos París porque cualquier error costará caro. En un torneo tan corto, solo doce equipos y acceso directo para los mejores cuartos de final, apenas hay hueco para selecciones irrelevantes. No las hay, al menos, en el grupo de España, que se medirá también a Nigeria y Brasil antes de poder afrontar las eliminatorias. Ahí aun aumentará la dificultad. Estados Unidos, Francia o Canadá, actual campeona olímpica, parecen las rivales a batir. «Venimos de lo que venimos y queremos aspirar al oro. Pero es una primera participación y creo que tampoco hay que machacarse. Una plata o un bronce también estaría muy bien», concluye Abelleira. Esa medalla olímpica culminaría un trabajo no exento de baches y completaría un palmarés al que solo le faltaría ya un título continental. Esa será otra historia.