Escándalo Volkswagen: trampa en el ordenador de a bordo
Lo cierto es que hoy un automóvil es un ordenador con ruedas. Muchas regulaciones clave de la amortiguación, los frenos y el motor están controlados no por palancas, cables o mandos hidráulicos o neumáticos sino por una o varias computadoras que se ocupan de que permanezcan dentro de ciertos límites. Una de las más importantes es la llamada Unidad de Control de Motor (ECU, engine control unit), que se ocupa de los parámetros básicos del motor: regula cosas como la cantidad de combustible y de aire que entra en cada cilindro o la sincronización de las explosiones en cada uno de ellos. Este tipo de medidas se controlaban antaño con sistemas mecánicos: de la cantidad de combustible y su mezcla con el aire se encargaba un carburador y de la sincronización de las explosiones un distribuidor o delco (¿recuerdan la tapa del delco, o los platinos?). Estos sistemas eran sencillos y fáciles de reparar pero muy rígidos: el carburador ajustaba la mezcla de gasolina y aire para optimizarla a la velocidad que llevaba el automóvil de modo lineal, y el distribuidor no podía modificar la sincronización de las detonaciones que venía predefinida. Por eso las regulaciones tenían que ajustarse para funcionar en todos los regímenes de aceleración del motor y por tanto no eran óptimas para ninguno. Las consecuencias: mayor consumo, mayor contaminación y menor potencia.