Cuando Gabriel García Márquez llegó al Hotel Webster tuvo que pagar 200 dólares por adelantado. Su mujer, Mercedes Bach, y su hijo, Rodrigo García, iban con él. El FBI lo sabía todo. Eran conscientes de que pasar un mes en el emblemático hotel neoyorquino era caro, que EEUU perdía la guerra -otra más- en Cuba en 1961, que Gabo aún no tenía todo el reconocimiento internacional que merecía, pero por alguna razón creyeron que ese colombiano bigotudo era peligroso y decidieron poner una lupa sobre su cabeza durante los 24 años siguientes. Читать дальше...