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Por qué tenemos envidia, tipos y cómo gestionarla: un neurocientífico analiza las bases de este complejo sentimiento

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Los humanos somos tan complejos a nivel físico y emocional que la ciencia está obsesionada con descubrirlo todo sobre nuestra especie. Internamente, somos un baile infinito de sentimientos y contradicciones que, en muchas ocasiones, ni nosotros mismos entendemos. La envidia es uno de esos impulsos primarios que se suele escaparse de nuestro control y que tiende a jugarnos malas pasadas.

De acuerdo con la RAE, la envidia tiene dos acepciones: "tristeza o pesar del bien ajeno" y "emulación, deseo de algo que no se posee". En ambos casos, estamos ante una definición sencilla y práctica, pero el neurólogo Jack Lewis va un paso más allá y nos permite descubrir otras lecturas en su último libro editado por Pinolia, 'La ciencia del pecado, ¿por qué hacemos cosas que sabemos que no deberíamos hacer?' (27,50 euros). Tentación y contención se dan la mano en este libro que usa como percha los siete pecados naturales para hablar sobre la magnífica (aunque a veces poco amigable) naturaleza humana.

'La ciencia del pecado, ¿por qué hacemos cosas que sabemos que no deberíamos hacer?'

Esta lectura plantea un viaje de introspección que nos permite dar sentido a movimientos y acciones involuntarias que nos definen como sociedad. Neurobiólogo y presentador de televisión, Lewis sugiere "estrategias para ayudarnos a gestionar nuestros impulsos más problemáticos", tal y como leemos en la sinopsis de su libro, de un modo entretenido y ágil. En el caso que nos ocupa hoy, profundizamos en su idea acerca de la envidia, sin caer en ningún spoiler dramático que pueda arruinarnos una lectura completa de 'La ciencia del pecado'.

Las claves de la envidia según John Lewis

¿Qué es la envidia?

Con la definición de la RAE presente, es sencillo hacerse un esquema básico acerca de qué es la envidia. Mientras que Lewis encuentra un punto de satisfacción personal en otros pecados, como la gula o la lujuria, el experto señala que a "nadie le gusta sentirse peor que los demás: los sentimientos de envidia no son gratificantes". En este sentido, describe este sentimiento como "desagradable" y "relativo", ya que no siempre se produce del mismo modo o en la misma situación. Además, reitera la importancia de que, para que exista la envidia, debe haber elementos externos a nosotros.

"La envidia consiste en desear lo que tienen los demás"

En resumen, de acuerdo con el neurocientífico, "la envidia consiste en desear lo que tienen los demás", ni más, ni menos. Una idea que, en palabras de Santo Tomás de Aquino se abrevia aún más, dado que la define como "el dolor por el bien ajeno". En los mejores casos, Lewis relata que esta envidia puede conducirnos a elevarnos a nosotros mismos. "Todos hemos experimentado sentimientos de envidia en algún momento de nuestra vida", remata el presentador, quitando un poco de hierro al asunto.

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Causas de la envidia

He aquí uno de los puntos más destacados de este análisis. "La envidia siempre mira hacia arriba, hacia quienes percibimos como superiores en competencia, pero no tanto si se considera que están muy por encima de nuestra posición", cita el científico. Las causas de la envidia son variadas, pero suelen aparecer cuando alguien a quien consideramos "igual" a nosotros, tiene algo mejor. "La envidia se desencadena sobre todo cuando las diferencias son relativamente pequeñas: cuando un compañero de trabajo tiene una silla de oficina más cómoda, un vecino adquiere un aparato nuevo que te encantaría tener o un viejo amigo cuelga fotos de su lujoso estilo de vida en Facebook", así que, en realidad, se trata de creer que merecemos algo que el de al lado posee o logra.

"La comparación que hacemos entre nosotros y otra persona debe estar directamente relacionada con nuestra propia situación"

Tras usar investigaciones psicológicas como base, Lewis defiende que para que la envidia nazca, deben darse uno de estos cuatro requisitos. El primero reside en que el objeto de nuestra comparación debe ser una persona con un estatus social más o menos similar al nuestro. Es extraño que miremos muy arriba o muy abajo. En segundo lugar, el neurocientífico detalla que "la comparación que hacemos entre nosotros y otra persona debe estar directamente relacionada con nuestra propia situación". Por ejemplo, es habitual sentir envidia porque nuestro compañero de trabajo ha sido ascendido (y nosotros no), mientras que es raro fijarse en algo que se aleja de nuestra vida.

Finalmente, las otras dos causas que producen la envidia son que "lo que se envidia sea difícil de conseguir" y que "la ventaja se perciba como inmerecida". En pocas palabras, que alguien de nuestro entorno directo logre algo complejo que nuestro cerebro perciba como injusto.

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Tipos de envidia

Pese a que Lewis desarrolla un intenso análisis sobre la envidia, sus causas y posibles tipos, hay dos grandes grupos que ganan la partida: la envidia disposicional y la episódica. "La experiencia ocasional de estas emociones envidiosas se conoce como envidia episódica", subraya Lewis, mientras que la disposicional va mucho más allá. "En lugar de episodios fugaces y esporádicos de envidia leve, se produce con mayor frecuencia, persiste durante más tiempo y es más profunda", comenta sobre la envidia disposicional.

De este modo, los dos tipos de envidia más generalizadas se diferencian por su duración e intensidad, además de por su influencia en el día a día de la persona que la padece. Más adelante veremos cómo la envidia disposicional tiene amplias consecuencias negativas en la vida de las personas. En las situaciones más extremas, la envidia puede conducir a actos tan trágicos como un crimen violento.

Psicología de la envidia

Una vez claras las diferencias entre la envidia disposicional y la episódica resulta más sencillo comprender sus implicaciones psicológicas. En especial, cuando hablamos de la primera. Estudios demuestran que "quienes tienen una tendencia a la envidia" se relacionan "todo tipo de resultados negativos, como depresión, baja autoestima y baja asistencia al trabajo". Los efectos de la envidia en la vida personal conducen a sufrir depresiones o a poseer una autoestima frágil y herida.

Asimismo, el experto hace referencia a un estudio desarrollado por Yanhui Xiang y sus colegas de la Universidad Normal del Sur de China, en Guangzhou (China) acerca de la envidia. Dicha investigación llegó a la conclusión que aquellas personas que "obtuvieron puntuaciones más bajas en la puntuación de envidia disposicional, tal vez como era de esperar, tendían a obtener mejores puntuaciones en inteligencia emocional". Dicho de otro modo, las personas con tendencia a sentir envidia son menos inteligentes emocionalmente, dado que son menos "capaces de ejercer una influencia autocalmante para apaciguar cualquier sentimiento de envidia desencadenado por la exposición a la información sobre sus compañeros más exitosos.

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Cómo superar la envidia

En líneas generales, John Lewis escapa de convertirse en un libro de autoayuda y no profundiza en cómo "curar" (por emplear alguna palabra) este complejo sentimiento. Eso sí, el científico da un giro a la concepción negativa de la envidia y hace hincapié en que tal y como planteó en su día Aristóteles, la envidia puede tener una cara A. "Aristóteles, como siempre, fue de los primeros en describir una forma virtuosa de envidia en la que, habiendo observado las ventajas de la otra persona, una persona puede sentirse inspirada para estudiarla y tratar de emular su ejemplo. Esta forma de envidia puede impulsarnos a imitar las cualidades admirables de compañeros que consideramos mejores que nosotros", explica el presentador.

En este sentido, Lewis sugiere que la envidia puede ser un motor de cambio, de mejora, aunque siempre hablamos de casos de envidia episódica, que no tiene secuelas tan fuertes en nuestro estado mental y físico. Quizá, de la mano de experto cualificado, podemos experimentar la envidia como un camino para sacar lo mejor de nosotros mismos.

Cómo gestionar la envidia

Al igual que el neurocientífico no dedica su obra a detallar cómo superar la envidia, tampoco lo hace con cómo gestionar la envidia. Al fin y al cabo, su conocimiento rema a favor de trabajar nuestra inteligencia emocional para tener una relación más sana con la envidia. De nuevo, recalca la valía de la envidia benigna con el fin de potenciarnos a nosotros mismos, en lugar de buscar la destrucción ajena.