‘Gran Hermano’ 24h: Elsa lo ha conseguido, Edi quiere romper con Violeta
El pasado jueves se vivió en Gran Hermano un hecho histórico. Tras la esperada unificación, el presentador explicaba que, estas semanas han sido de «prueba», pues el verdadero concurso comienza ahora. La organización ha decidido que sea la audiencia quien elija el casting final entre los 19 concursantes que han ido entrando y saliendo de la casa oficial como quien se cambia de calcetines.
19 concursantes, solo 17 elegidos. A través de la aplicación de Mitele, la audiencia soberana podrá elegir a sus favoritos y no parece tarea sencilla porque en esta edición de Gran Hermano todos los participantes han sido objeto de grandes críticas, especialmente las mujeres.
Elsa, la villana de ‘Gran Hermano’
Violeta no se mete con nadie. No es de esas chicas que critica por la espalda ni se chiva de otros compañeros. Como Elsa, por ejemplo, que ha esperado hasta el final sin revelar que, efectivamente, ha sido ella la encargada de delatar a Lucía y Silvia, provocando la expulsión fulminante de la segunda. Elsa ha guardado silencio como si la cosa no fuera con ella y ha sido Silvia quien se lo ha contado todo a su hermana, que estallaba contra su compañera con un contundente «qué hija de put*, qué fuerte me parece».
Jorge Javier afirma que es un juego y que Elsa puede jugar como quiera. Pero, ¿qué necesidad de acabar con el sueño de una compañera si no vas a recibir nada a cambio? Desvelar el secreto de las mellizas no le ha traído nada bueno a Elsa. En cambio, las hermanas han recibido una sanción que les ha mantenido separadas durante una semana sin saber realmente quién se la había jugado.
Silvia y Lucía no son las únicas que han vivido en sus carnes la cruel y despiadada forma de jugar de Elsa. Violeta, debido a su romance con Edi, también se ha convertido en objeto de críticas de «la vasca», quien no se corta un pelo al tildar a su compañera de inmadura. Eso sí, a su íntimo amigo Edi no le ha dicho ni mú. Ni Elsa, ni el resto de concursantes, que se limitan a poner fina a Violeta por toda la casa y a sus espadas.
El acoso y derribo a Violeta
Si la historia de Edi y Violeta llega a su fin, no será por ellos, sino por los cincuenta palmeros que el gallego tiene a su alrededor dándole los consejos más absurdos del mundo. En primer lugar tenemos a Maite, una mujer que va de liberar, inclusiva y feminista, pero le hace unos trajes a su compañera que ni los de Emidio Tucci. «La perra iba detrás de él.. ¿Ya no vienes a chuparle los huev**? ¿Ya no le vas a cocinar?», le decía la enlatadora de anchoas a Manu, quien, muy calladito, le daba la razón.
¿Cómo iba un hombre a defender a una chavala de 22 años cuyo único delito ha sido sentirse atraída por un señor más mayor? ¡Qué locura! Lo cierto es que Manu… Ni chicha ni limoná, es de esos «muebles» que hace bonito en la casa porque se peina muy bien y viste aún mejor, pero poco más. Bueno sí, también lleva casi un mes jugando con los sentimientos de Laura mientras se ríe de ella con su chupipandi. Nada nuevo, amigas, esto es España.
«Me ha sorprendido ver a toda la habitación azul criticando a Violeta. Y lo de Maite, vamos, qué manera de juzgar a otra mujer. ¿Por qué no señala a Edi? Solo a Violeta, menuda panda para lo jóvenes que son«, decía un Jorge Javier indignado con la actitud de los concursantes. Y no le falta la razón, pues como expresó la madre de la propia Violeta: «Parece que ahí solo han ido curas y monjas. Lo peor es que los que critican son los más y las más calientes, pero no pueden hacer nada».
¿A qué huele aquí? A machismo
Elsa critica a Violeta, Maite critica a Violeta… Pero es que los hombretones de la casa también critican a Violeta. Edi se lía con ella a saco Paco y dos minutos después corre a decirle a Elsa que no tienen ningún futuro, que si la edad, que si las cosas que ve solo él, que si las diferencias… Un falserío sin precedentes que ha provocado que la audiencia le coja un pelín de tirria al gallego.
¿Y lo de Luis? Simplemente, no tiene nombre. Es el primero que ha ido esparciendo mentiras de su compañera, asegurando que es un pelín «ligera de cascos» y que a su hermano también se la ha jugado varias veces. Cosa totalmente falsa, ya que Violeta jamás ha estado con el hermano de Luis. Pero, ¡qué más da! Vamos a contar mentiras, si total, por el mar corren las liebres y por el monte las sardinas.
«Microondas y perrit*» es lo más fino que le han dedicado Maite y Ruvens a Violeta. Una gran sorpresa teniendo en cuenta que estamos en el siglo XXI, que Violeta es soltera y puede hacer lo que le da la gana y que, los que más abanderan la lucha por la igualdad, son precisamente los que más daño le están haciendo a su compañera.
Crónica de una ruptura anunciada
Como diría Maite Galdeano, la elegida de Dios… Violeta tiene que concursar sola, sola, sola. Los que pensaba que eran sus amigos le han traicionado sin piedad, su intento de rollete se ha reído en su cara y las mujeres que un día le prestaron su hombro (como Nerea, por ejemplo) hoy escupen barbaridades sobre ella.
¿La peor en este juego de rumores y mentiras? Elsa. Primero le arrebató a Óscar el apoyo de Maica y ahora lo intenta con Luis y Nerea. La concursante les ha cogido por banda para poner a caldo a Violeta y estos, que tienen menos personalidad que una gamba, se han dejado engatusar. Para rematar, «la vasca» ha hablado con su gran amigo Edi y entre otras lindezas, le ha preguntado cómo puede estar con Violeta si es una cría y además, no pegan ni con cola.
Vamos, le ha venido a decir que deberían dejarlo, así, sin paños calientes. Y después de conseguir que Edi vea con otros ojos a Violeta, Elsa, victoriosa, corre a abrazarle delante de ella para dejarle claro que su misión está cumplida.
¿Quién debe salir expulsado?
No confundamos churras con merinas porque a pesar de la inquina hacia Elsa por parte de la mayoría de la audiencia, es necesaria en la casa. Al menos hasta que Lucía le cante las cuarenta por su traición. Después ya, lo que queráis.
Básicamente, tenemos que centrarnos en sacar de la casa a gente que no aporta nada, ni bueno, ni malo, como Manu o Adrián, que solo abren la boca para comer o criticar.