Crítica ‘Gran Hermano’: las injusticias que están enfureciendo a la audiencia
Expulsiones «fulminantes» sacadas de la manga, falta de objetividad en los vídeos y una cantidad de anuncios que agotan y molestan a partes iguales. Estos son los motivos principales por los que los seguidores del formato más longevo de Mediaset apagan sus televisiones. Y es que Gran Hermano, con uno de sus castings más interesantes, solo ha necesitado tres programas para cargarse el increíble futuro que tenía por delante con varias injusticias imperdonables. Primero con la expulsión de Silvia, quien rompió a llorar cuando Jorge Javier le comunicó que había desvelado su secreto.
Pero, lo cierto es que Silvia jamás reveló que Lucía era su hermana, simplemente Elsa lo intuyó y voló al confesionario para contarlo, traicionando a su compañera con la guarrada más cruel de esta edición. Laura ya avisó de los problemas a los que podrían enfrentarse los concursantes si sus secretos salían a la luz. «Tendrá consecuencias graves», decía la hija de María José Galera, insistiendo en que «si sospecháis algo, no digáis nada». A «la vasca» estas indicaciones le entraron por un oído y le salieron por el otro… No es que se fuera de la lengua, es que cometió un atropello contándolo. ¿Consiguió algún beneficio? Ninguno. Reveló el secreto por el mero placer de hacer el mal. El programa lo asumió y cometió un abuso imperdonable con Silvia.
Imaginad la cara de Elsa cuando Lucía volvió llorando a moco tendido tras despedirse de su hermana en el confesionario. Ni una palabra más alta que otra, ni un «he sido yo, no volverá a pasar» a lo Juan Carlos I… Nada. Silencio absoluto. Obviamente se asustó, pues todos sus compañeros le mostraron su apoyo a Lucía, asegurando que no la iban a dejar sola e insistiendo en que todo podía tratarse de una broma. Una broma de muy mal gusto teniendo en cuenta que Silvia ha estado dos días en la casa oficial, alimentando una relación ficticia y dejando a un lado su propio concurso para seguir, a pies juntillas, las directrices de la organización.
La concursante más odiada de ‘Gran Hermano’
Elsa ha pasado de ser una de las grandes promesas de la edición a convertirse en la más odiada para un público que odia a «los chivatos». No, no estamos en el instituto, pero lo que ha hecho «la vasca» con Silvia, simplemente, no se hace. ¿Por qué alegrarte de la desgracia ajena? Primero asegura, con una sonrisa más intensa que la de El Joker, que ha conseguido quitarle la mejor amiga a Óscar. Después, revela en el confesionario la verdadera relación de Silvia y Lucía, provocando la expulsión de la primera. Y para rematar con una actitud muy, pero que muy cuestionable, trata a Óscar como si fuese un trapo cuando acaban de echarle. «No lo has hecho bien, has hablado muy mal de tus compañeros», repetía una y otra vez mientras Óscar se disculpaba con Maica por sus últimos enfrentamientos.
Una expulsión injusta
Las redes están que arden por la expulsión de Óscar. Aunque sigue siendo concursante de pleno derecho, al igual que Daniela, Vanessa, Javier o Jorge, el muchacho era el responsable de mover los hilos de la casa oficial y eso la audiencia, no lo perdona. Afortunadamente, seguiremos viéndole en la casa secreta y desde allí puede darnos grandes momentos, pues tiene varios frentes abiertos, especialmente con Vanessa, ha quien criticó duramente tras ser expulsada.
Otro que ha pasado a la casa secreta es Juan, quien flipó en colores al ver que su etapa en el reality no había terminado. El problema es que llevamos tres semanas de concurso y muchos participantes se están conociendo ahora. La organización cambia la forma de nominar a su antojo y entorpece la convivencia con cambios de última hora que no benefician a nadie. Y claro, los espectadores se cansan y con razón. En la última gala, Laura salió nominada por coger la primera el teléfono «maldito» y Ainara Violeta se salvó de la nominación al ser la segunda en cogerlo. ¿Qué ocurre con esto? Pues que Gran Hermano no está dejando nominar a los concursantes como se ha hecho toda la vida: con tres, dos y un punto a quien ellos decidan.
Lucía explota contra la organización
Lucía está harta de las jugarretas de Gran Hermano. La concursante se ha desahogado con varios compañeros, quejándose de la expulsión disciplinaria de su hermana era una injusticia porque todos en esa casa han sospechado más de la relación entre Nerea y Luis Diego, que de la que mantienen las mellizas madrileñas. «Esto de mi hermana es una guarrada, porque yo no he entrado como una concursante normal, sino que tengo que fingir ser una persona que no soy. ¡Me lo mandan! ¿Dónde me habéis hecho firmar eso?», ha dicho indignada.
Tan mal le ha sentado lo que han hecho con su hermana, que ha amenazado con abandonar el concurso: «Me da igual, yo me voy a ir, lo tengo clarísimo. Esto no lo quiero vivir porque me han engañado«. Laura y Violeta han sido las encargadas de frenar a su compañera, insistiendo en que debe vivir la experiencia, aunque tenga que hacerlo sola. Por su parte, al otro lado de las paredes, Silvia se ha mostrado muy preocupada por el estado en el que se ha quedado Lucía tras su expulsión: «Me preocupa cómo se ha quedado… Parece muy fuerte, pero no lo es. Se pone una coraza y está hecha una mierda«.