Hace pocos años que nos dejó, pero la sombra de Isaac sigue paseando por la calle de San Lorenzo y el Hipódromo de la Zarzuela. Tenía un aspecto valle-inclanesco, flaco, de tanto caminar entre las mesas de ese café teatro que abrió en Madrid a finales de los sesenta y que cerró durante la pandemia. Isaac no era el dueño, pero sí uno de los motivos para volver. El ritual de Lady Pepa era sencillo: uno llamaba a la puerta y, de pronto, una pequeña abertura te preguntaba qué narices querías. «Vengo a comer espaguetis, Isaac». Читать дальше...